xviii.ghost of you

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"Limpiando hoy, encontré esa vieja camisa de Zepplin que te llevabas cuando huías, y nadie podía sentir tu dolor

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"Limpiando hoy, encontré esa vieja camisa de Zepplin que te llevabas cuando huías, y nadie podía sentir tu dolor. Somos demasiado jóvenes, demasiado estúpidos, para saber cosas como el amor pero ahora sé mejor, mejor ahora."

La habitación oscura se cernía sobre ella, notaba el frío calarle los huesos y como el vapor salía de sus labios resecos

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La habitación oscura se cernía sobre ella, notaba el frío calarle los huesos y como el vapor salía de sus labios resecos. Miraba hacia todos lados, más lo único que lograba ver era una oscuridad infinita. Era tal y como lo recordaba en sus pesadillas. No había suelo, pero tampoco estaba flotando. Estaba segura de que no había paredes, ya que por más que andaba la oscuridad solo aprecía extenderse hasta el infinito. Tenía ganas de llorar, pero de sus ojos ya no brotaba nada. Quería gritar, y lo hizo. Pero sus palabras se vieron perdidas en el sonido hueco que la habitación ejercía sobre ella. No sabía cuanto tiempo pasó andando, gritando y volviendo a empezar, cuando de repente una luz cegadora apareció a lo que parecía unos metros de ella. Y andó hacia ella, parecía estar cerca, pero en la oscuridad la distancia era cuestionable, en lo que le pareció unos minutos, llegó hasta esta. Daniela estiró la mano hacia la luz y se la tragó por completo.

Le tomó unos segundos acostumbrarse a la nueva ubicación, pero tras unos instantes notó el ir y venir de personas vestidas de blanco y camillas, estaba en un hospital. Casi como si fuera guiada por una cuerda invisible continuó recorriendo el largo pasillo hasta la habitación 687. Trató de mover el pomo para abrirla, pero su mano la atravesó. Así que hizo lo que Reggie solía hacer muchas veces cuando abandonaba su habitación de madrugada, atrevesarla.

Casi se cae de espaldas al ver quien yacía en la cama de la habitación. Daniela estaba tumbada casi como si estuviera durmiendo, un gran tubo pegado a su boca con cinta especial y unas vendas que rodeaban su cabellera oscura.  Una maquina emitía unos graciosos "bips" cada breves segundos indicándole que al menos seguí viva. Alargó su mano para tocar la de la chica que yacía en la cama, era como si fuera otra persona completamente distinta. Sin emabrgo, la traspasó una vez más. Lo intentó tres veces más, diez y veinte y todas las veces con el mismo resultado. Esta vez, trató de coger carrerilla y avalanzarse sobre su cuerpo inerte, esta vez chocó contra una especie de barrera de tonalidad morada que la empujó contra el suelo, desapareciendo segundos después volviendo a tener una imagen nítida de ella misma en la cama. La chica deseseperada profirió un grito desagarrador, que si hubiera estado completamente viva se habría escuchado en todo el edificio.

Still Rising (Reggie Peters)Where stories live. Discover now