Ho, Ho, Ho.

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EN UN MUNDO PARALELO EN DONDE FRANK Y GERARD SE CASARON, CONTINUARON CON LA BANDA, TUVIERON HIJOS Y, YA TIENEN CANAS... (BUENO, MASOMENOS, FRANK SE PINTÓ EL PELO):



La radio de la cocina reproducía "Candy Cane Lane" de Sia a todo volumen, o más bien a todo lo que podía dar. Sus manos desesperadas envolvían capa a capa de papa esa lasagna con más y más queso, como les gustaba a las gemelas, y capas enteras de jamón ahumado, como disfrutaba Bandit, ah, la porción extra de crema, esa era para Miles.

El horno sonó con un agudo timbre que anunciaba que estaba listo, abriendo sus compuertas que dejaban escapar el humo y el olor ligeramente delicioso de aquel lomo de cerdo, claro, no era para él, Gerard se lo habia pedido específicamente para ese día, la tradición del pavo estaba muriendo en esa casa. A él le daba igual siempre y cuando su familia le avisara con tiempo sus ideas para la cena de navidad, él podría hacer las compras antes de que el supermercado fuera un colapso. 

Metió la lasagna de papa, mirando entonces el desastre de trastes sucios, había desmoldado las galletas en forma de reno, bastones de dulce y santa, además de todos los utencilios que había usado para las demás comidas, yendo rapidamente a meterlo en el lavavajillas. 

—¡Papá!, Miles no quiere darme mis calcetas—Lily salió de repente con las manos sobre las caderas enfurruñada. Suspiró viéndola mientras se quitaba el delantal de galleta de jengibre que sus hijos le habían regalado el año pasado. Así como el anterior, el de duende, y el anterior a ese, de santa, o a ese, de reno, o a ese, de árbol de navidad. Bueno, eran bastante útiles. 

—¡Miles!—alzó la voz caminando hasta ella, siguiendo los pasos hasta los pasillos de la casa, donde la habitación de ropa estaba. Los tres restantes de sus hijos se acomodaban las ropas, siempre tan coloridas y desproporcionadas como siempre—. Dale sus calcetas a tu hermana. 

—¡Pero son de Yoda!

—Exacto. Esas son las que ella pidió. Tu pediste las de Chewbacca. 

—¡Pero ahora quiero estas!

—Qué tonto, por eso debiste pensarlo mejor—burló Cherry

—Cállate, Vader—gruñó. 

—¡Miles!, discúlpate con tu hermana y devuélvele sus calcetas a tu otra hermana, ahora. 

—¡Papá!

—Ahora, o llamaré a tu padre—le miró en advertencia, sabiendo que no mentía. Miles resopló quitándose las calcetas y entregándoselas a Lily. Ella saltó feliz en su sitio. 

—Lo siento—murmurando por lo bajo hacia Cherry. Sonrió satisfecho viendo a Bandit terminando de colocarse su sueter de pingüino navideño. 

—Se te ve estupendo, cielo—ella sonríe—. Ahora, ya que están listos, ayudenme a colocar la mesa. El tio Mikey llegará pronto. 

Como los niños que eran, olvidando que hacía un minuto habían tenido una pequeña pelea, sonrieron apurándose a terminar de colocarse los zapatos, los gorros y bufandas, saliendo de la habitación y corriendo hacia la sala, dejándole solo en un santiamén. Suspiró al ver el desastre que habían dejado, yendo rápidamente a recoger los zapatos fuera de lugar, algunas prendas tiradas, terminando y mirándose al espejo de la habitación, observando su tinte rubio fuera de lugar. Su pelo hasta los hombros, amarrado en un pequeño chongo para evitar que le estorbase al momento de preparar la cena. Sus pantalones negros, sus botas militares, su sueter azul con colores que hacían focos de luces navideñas. 

Smut.., FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora