Capítulo 20

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Agradecía que por lo menos el baño estuviese, o se viese, aseado. Era sencillo, el inodoro en una de las esquinas, al lado un lavamanos con una mesada larga donde reposaban pequeños envases con algunos productos de aseo personal y debajo había dos gavetas. La ducha quedaba al otro extremo del pequeño cuarto y consistía en un par de puertas corredizas de vidrio texturizado.

Abrí la ducha y me quité la ropa antes de entrar al pequeño compartimiento. El agua estaba tibia y se sentía de maravilla, consideraba que bañarse era lo más relajante del mundo y al mismo tiempo me permitía distraerme de pensar que dormiría en la misma habitación que Adam.

Me había dispuesto a ignorarlo para hacer todo más llevadero, no quería que entráramos en discusión y la verdad creo que no había mucho que decir, o por lo menos no de mi parte. Si había alguien que debía hablar y disculparse, era Adam.

Por lo que mientras no lo hiciera, yo no tenía nada para decirle. Se escuchaba la lluvia repicando sobre el techo del hotel y me pregunté cuanto más llovería así.

Las luces parpadearon por unos segundos y luego se normalizó. Observé el techo y en cuestión de nada, se quedó todo a oscuras. Reprimí un grito y cerré la ducha antes de salir.

Lo que me faltaba.

Oí un sonido que no sabía bien si provenía de dentro de la habitación o del pasillo.

- ¿Nick eres tú? –Llamé, aun en el baño. Maldije no haber sacado mi toalla de mi valija para poder asomarme. No tuve respuesta y todo se quedó en silencio, abrí un poco la puerta para observar si había algo de claridad fuera del baño y entraba una tenue luz a través del ventanal, que supuse era proporcionada por alguna farola de emergencia al frente del hotel.

A pesar de que estaba oscuro, aun se podían diferenciar los alrededores de la habitación entre las sombras. La puerta de la habitación seguía cerrada así que asumí que estaba sola. Suspiré y caminé de puntillas hasta donde había dejado mi maleta, rebusqué mi maleta con la escasa iluminación, sentí el chillido de la puerta y me fue imposible retener un grito. Apreté mis ojos con fuerza y saqué mi toalla rápidamente, deseando que cubriera, al menos, una parte de mi cuerpo.

Escuché el piso crujir de a poco y luego pasos acercándose. Me obligué a abrir los ojos y observé una silueta aproximándose a mí, instintivamente retrocedí y el suelo estaba mojado por las gotas que escurrían de mi cabello, haciendo que resbalara.

Fui jaloneada del brazo y sentí mi cuerpo ser impactado contra alguien, una mano me sostenía por la espalda fuertemente y supuse se trataba de quien había evitado mi caída de bruces.

Chillé por la sorpresa y abrí mis ojos, aunque no quería del todo.

- ¿Estás bien? –No hizo falta toda la iluminación del mundo para saber de quién se trataba, con solo oír su voz, podía fácilmente decir que era Adam quien me sujetaba.

Su ronca voz y su cercanía nublaron completamente mi juicio. Sabía que debía sentirme molesta y soltarme de su agarre, pero no quería. En ese momento lo que quería, era permanecer en sus brazos y hacer de cuenta que todo estaba perfecto.

Su mano en mi desnuda espalda, hacia mi piel cosquillear por el contacto. La oscuridad de la habitación hacia que todo se sintiera más intimo y aunque apenas podía observar sus ojos por la escasa claridad, podía sentir la gran intensidad con la que me miraba. Pasó suavemente su lengua por sus labios antes de acercarse a mi rostro y atrapar mi boca en un urgente beso.

Sus labios se movían con rapidez y habilidad sobre los míos, su mano me sostenía firme por mi espalda baja mientras posicionó la otra en mi mejilla para profundizar el beso. Su lengua comenzó a rozar la mía, haciendo que le diera espacio para explorar con destreza toda mi cavidad bucal.

El mujeriego está bajo mi cama (En edición)Where stories live. Discover now