Capítulo 9

108K 6.3K 256
                                    

- Muchísimas gracias, Carter. –Me sonrió dulcemente Jake mientras cerraba sus libros.

Jake me había pedido algo de ayuda con una tarea de latín y yo encantada accedí. Ya había estudiado con él antes la materia y la verdad no me molestaba nada ayudarle. Pasamos alrededor de dos horas en la biblioteca y finalmente habíamos terminado con su asignación y solo nos quedamos a hablar otro poco.

- No fue nada, solo me debes un mcflurry. –Bromeé con una risita y guardé mis útiles en mi bolso.

- Es un trato justo. –Rió él, colgándose su bolso al hombro.

Salimos de la biblioteca, uno junto al otro, caminando hasta nuestros dormitorios. –No hace falta que me acompañes. No me perderé.

- Eres bastante odiosa a veces. –Rodó los ojos mi ojiazul amigo y yo me encogí de hombros con una sonrisa. – ¿Segura? –Asentí. –Bien, sé que no hay nada que haga para convencerte de lo contrario. Aprovecharé de pasar a limpio los ejercicios. –Besó mi mejilla cariñosamente y le sonreí, ondeando mi mano en despido.

Acomodé mi bolso en mi hombro y me encaminé hasta mi habitación, aun era temprano pero faltaba poco para que el sol se ocultara. Había algo de gente caminando por los pasillos a pesar de la hora. Estaba a poco de llegar a mi habitación cuando sentí mi móvil sonar. Lo busqué entre mis cosas y cuando lo conseguí, un número desconocido brillaba en la pantalla de una llamada entrante. Fruncí el ceño y con algo de duda, atendí la llamada.

- ¿Bueno? –Hablé. Silencio se escuchó desde el otro lado de la línea. – ¿Hola?

- ¿Carter? –Esa voz. Mi corazón dejó de latir. – ¿Hija?

Y con eso una sentí un nudo formarse en mi garganta.

- ¿Por qué has llamado? –Pregunté en cuanto me fue posible hablar, empleando mi más frío tono.

- Quería saber de ti.

- ¿Y de pronto te importa?

- Nunca has dejado de importarme.

Mi labio tembló. Sentía como las lágrimas escocían mis ojos. –Es algo tarde, ¿no crees?

- Carter, por favor. Ya es bastante difícil para mí–.

- ¿Y piensas que es fácil para mí? –La interrumpí.

- No, mi cielo, yo solo los he echado tanto de menos.

- Ha pasado mucho tiempo. –Susurré y colgué.

Me quedé inmóvil sintiéndome algo molesta y a la vez melancólica. Habían pasado más de un año sin saber de mi madre. Fue como que todo en ese momento se quedó en silencio, como si el tiempo se hubiese paralizado en ese momento, apenas podía sentir el fuerte latido de mi corazón en mi pecho.

Levanté la mirada hasta la puerta de mi habitación y sentí terror. No podía entrar ahí, necesitaba pensar y estar sola. Me di la vuelta y caminé fuera del edificio.

No sabía a dónde ir pero cualquier lugar sería mejor que mi habitación. ¿No es increíble lo mucho que puede influir una persona en tu estado emocional?

Mi cabeza era un torbellino de emociones mezcladas.

Caminaba mirando mis pies mientras la fría brisa golpeaba mi piel, poniéndome los pelos de punta. Había oscurecido en cuestión de nada y cuando levanté la mirada, me di cuenta que había llegado hasta la piscina del internado.

Me acerqué a la orilla y me senté ahí con mis piernas abrazadas a mi pecho y la barbilla apoyada entre mis rodillas. Dejé la mirada fija en el reflejo de la luna en el agua mientras intentaba calmarme y ordenar todas mis ideas.

El mujeriego está bajo mi cama (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora