Capítulo 2

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- Dime que tenemos la primera hora, juntas. –Susurré luego de haber recogido mi horario con Chloe.

- A menos que tengas cálculo, lo dudo.

- Tengo literatura y luego psicología.

- Pues tampoco tengo esas hoy. –Hizo un leve puchero y suspiró. –Supongo que nos veremos a la hora del almuerzo, ahora debo volar a la clase del señor Nichols. –Besó mi mejilla y desapareció por el pasillo, apresuradamente.

La entendía, Nichols era uno de los más exigentes maestros y por un segundo que llegues tarde ya es una hora de castigo.

Me encaminé hasta el salón de literatura, donde la mayoría de las mesas de trabajo estaban ocupadas con las tres personas en cada una, otros estaban con una sola persona en ella, esperando que alguien más se sentase. Observé una con los tres puestos vacíos en medio del salón y llegué hasta ella para sentarme pronto. Busqué a ver si Nick estaba en la misma clase que yo pero al parecer era un definitivo no. Suspiré.

- ¿Ya me extrañas, encanto? –Habló una voz a mi lado por lo que tuve que levantar la vista y ver de quien se trataba.

- Silencio todos. –Entró el maestro Baker y el mismo chico que se escondió bajo mi cama la otra noche, se dejó caer en el asiento a mi lado derecho. Reprimí un bufido, ¿por qué éste chico tenía que estar en mi clase? Quise lloriquear tal niña malcriada pero me contuve y sólo presté atención al maestro cuando volvió a hablar. –Clase, este es el nuevo estudiante, Jake Gardner. Sean cordiales y haganlo sentir bienvenido. –El chico pasó la mirada por toda la clase y asintió con una tímida sonrisa.

- Bien, ahora vayan a la página 155 del texto para empezar con la lección de hoy. –Demandó el maestro mientras se colocaba sus gafas y se dejaba caer en el asiento de su escritorio.

- Hola, ¿te importa que me siente? –Preguntó el chico en cuanto llegó hasta el asiento vacío junto a mí.

- No para nada. –Sonreí.

- Soy, Jake. –Una sonrisa dejaba ver su perfecta dentadura a la vez que estrechaba mi mano. Tenía una bonita sonrisa, acompañada de unos azulados ojos, su cabello era castaño oscuro casi negro con algunos reflejos un poco más claros que parecían naturales, este caía por su frente pero sin llegar a rozarle los ojos. Era atractivo, debía admitir y por su porte, podría decir que se ejercitaba para mantenerse en forma.

- Carter, un gusto.

El maestro Baker comenzó a dar la explicación de su clase por lo que abrí el libro en la página que había dicho junto con mi cuaderno y un lápiz para tomar apuntes. Hablaba tan rápido que lo que llevaba escrito era básicamente jeroglíficos, siempre sucedía cuando escribía muy rápido. Luego tendría que arreglármelas para entender todo lo que había apuntado.

- Carter, préstame un lápiz. –Susurró Adam, quien había olvidado por completo que estaba al otro lado de mí.

- No tengo. –Me encogí de hombros y seguí escribiendo, tratando de ignorar el hecho de que estuviese ahí.

- Joder, Carter. Es sólo un lápiz.

- Te he dicho que no tengo.

- Bueno entonces lo que sea con lo que pueda escribir. –Bufó.

- ¿Puedes simular no conocerme y pedirle a alguien más un jodido lápiz?

- Tanto–.

- Collins, Hall, ¿Algún problema? –Interrumpió el maestro Baker. Así que ese era su apellido, debía hacer una investigación.

El mujeriego está bajo mi cama (En edición)Where stories live. Discover now