Capítulo 24

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- ¿Qué te apetece para cenar? –Preguntó mi madre, asomándose desde la cocina.

Mi mamá había venido temprano esta tarde a pasar el día conmigo ya que aun me quedaba una semana antes de retomar las actividades académicas, así que estábamos buscando la manera de compartir un poco mas juntas. Además mi padre no tenía problema con que nos visitara, hasta parecía que él lo disfrutaba más que yo.

Cada vez los veía más cercanos y eso me alegraba un poco, aunque no quería hacerme ilusiones para que al final solo estuvieran llevándose como dos personas que una vez estuvieron casados y comparten una hija.

Observé la hora en el gran reloj de la sala y eran casi las siete, aun temprano para pensar en la cena. Me encontraba sentada en el acolchado mueble de la sala con mis piernas cruzadas y Max recostado sobre estas. Me había bañado hacia un rato y mi cabello aun estaba húmedo. Me había puesta una de mis más cómodas pijamas que consistía en un conjunto de pantalón algo holgado de tela suave y una simple franela de la misma tela de color gris.

Adam me había llamado hacia un rato ya para saber de mi día y sobre que estaba haciendo. Se escuchaba un poco extraño y colgó la llamada luego que le respondí. Después simplemente me había dejado de responder los mensajes.

- Aun no tengo hambre, ma. –Grité en respuesta a mi madre, bajando la mirada hacia mi tierno cachorro.

El timbre de la casa sonó y fruncí el ceño. Mi padre debía llegar en un rato pero tenía llave y no habíamos ordenado comida, así que no sabía quien podía ser.

- Yo abro. –Dije para que mi madre siguiera con lo que fuera que hiciera en la cocina.

Max me siguió hasta la puerta y abrí, sorprendiéndome bastante al encontrar a un muy apuesto Adam del otro lado. Llevaba unos jeans negros con una camisa de botones de color gris oscuro bastante ceñida a su torso y unos zapatos negros. Su cabello iba levantado hacia a un lado. La respiración se me quedó trabada en la garganta y sentí mi corazón aumentar su ritmo.

- Hola encanto. Quería verte y simplemente llegué sin avisar. Espero no te moleste. –Sonrió cálidamente y parecía algo apenado.

Sentía que me faltaba la voz, él se veía tan guapo y yo estaba descalza y en pijama. –Eh, hola. –Balbuceé.

Max ladró y se acercó a Adam, subiendo sus patitas en su pantalón, llamando la atención de Adam, quien se agachó a tomarlo en sus manos. Le agradecí a mi cachorro la distracción. –Pasa. –Dije, casi escondiéndome detrás de la puerta para dejarle entrar.

- Cariño, quien. –Se quedó a media frase mi madre, saliendo de la cocina y una sonrisa se dibujó en su rostro cuando observó a Adam. –Oh, hola Adam.

- Hola Emma. –Se acercó Adam a besar su mejilla. –Espero no incomodar al pasar así sin avisar.

- Nada de eso. –Lo abrazó mi madre con mucho afecto. –Estábamos escogiendo que cenar. Quizá quieras quedarte a cenar.

- Me encantaría pero de hecho vine a invitar a Carter a cenar. Prometo traerla temprano. –Destelló una encantadora sonrisa y apartó la mirada de mi mamá hacia mí.

Sentí mis mejillas calentarse y bajé mi rostro, para esconderlo con mi cabello. –Oh bueno, será otro día. Pero quien debe darte esa respuesta no soy yo. –Soltó una risita mi madre.

Adam se acercó a mí y levanté la mirada hacia él. –Yo, um, debo decirle a mi padre, y, um.

- Bien, te espero aquí. –Respondió con simpleza Adam y se sentó en el mueble que antes estaba sentada yo, llevándose a Max con él. Llevaba una sonrisa en su rostro como si disfrutara ponerme nerviosa. Me observó cómo me quedé de pie solo observándolo como sin creerlo y me guiñó.

El mujeriego está bajo mi cama (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora