Capitulo vienticinco

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Los corazones de todos los presentes estaban latiendo con fuerza en su pecho, pero las mentes de ellos tenían demasiados pensamientos divergentes. Algunos pensaban en lo genial que eran ellos, otros en lo lejos que estaban de si quiera rasgar los zapatos de aquellos hombres. Shiom, en particular, estaba algo perdido. No entendía como sus padres eran tan fuertes, pero si lo eran, ¿cómo habían sido sometidos? ¿Cómo aquel ser los venció?

—Entonces, estábamos equivocados desde el inicio, ¿cierto? Pensábamos que él era de la realeza, pero simplemente era un caballero. —Lunael estaba de pie, era sostenido por sus hombres, mencionó eso mientras se acercaba—. Pero, ¿ellos cuentan como otra raza más?

—¿Hay más como ellos? —La pregunta de Shiom lo hizo pensar en la llave. ¿Para que la querían? Si varios seres de ellos vinieran al tiempo por él, no creía que pudieran salvarse.

—¿Vendrán más por la dichosa llave? —La pregunta de Marian iba entorno a la seguridad del pueblo—. Además, ¿qué era eso del dragón?

Marian había escuchado al emisario llamar dragón a alguien en ese lugar, pero no estaba segura de quien era. Shiom comenzó a colocarse nervioso. ¿Le iba a decir la verdad en ese momento? Este chico fue a abrir la boca, pero Nicolea intervino antes que pasara algo.

—Me dijeron a mi dragón. —Sonrió dejando que su Hus Kha tuviera forma, el viento se arremolinó y creó una pequeña serpiente con cuernos—. Mi familia tiene algo de sangre del dragón de las tormentas original, entonces, tal vez por eso me llamó dragón.

—¿Y sobre la llave? —Los ojos de Marian se cerraron y lo miró directo a los ojos. Este, sin desviar la mirada, respondió:

—La verdad princesa, no tengo ni la menor idea de a qué se refería con eso.

—Es normal que no sepan que es eso, a la final, todos ustedes, incluyendo a la princesa, son ignorantes en ese tema. —Cecilia recapacitó lo que le dijo a Marian y prosiguió—: Perdón por llamarla de esa forma su majestad, pero es la verdad. —Hizo una pausa mientras abrazaba a su hijo y le movía el cabello—. La llave es un emblema y una espada. Cuando ambos estén junto a las espadas de los tres dragones, se supone que la cárcel del dios Xerthus se abrirá. El arma restante será tan fuerte que podrá matar al dios o cumplir un deseo que puede cambiar a la humanidad.

—Pero claro, nadie sabe si es verdad. —Siguió Lunael—. Los dragones nunca han estado cerca de esa espada, y el último registro que tenemos de ella es de hace doscientos años. No sabemos si se partió o se perdió en el camino.

La princesa afirmó. Entendió una parte del problema y no ahondó más. Sabía que ellos no le mentirían, de ninguna forma. Sonrió al ver a Prats ya Cecilia junto a sus hijos.

—Ahora princesa, ¿qué hace usted sola por acá? —El padre de Shiom preguntó con bastante curiosidad. No veía a Dimar por ningún lado, así que se aventuró a preguntar—. ¿Y Dimar?

—Está muerta —respondió mirando al suelo—. Corrí hacia acá buscando un pueblo que me pudiera llevar a Quebroks, donde se suponía que estaba Shiom y su hermano.

—¿Qué yo qué? —preguntó Blake algo lejos. Estaba buscando para curar las heridas de Prats.

La princesa volteó los ojos, pero no le dijo nada. Ella prosiguió a contar su historia. De cómo había sido traicionada, como muchos de sus caballeros habían muerto. Mencionó, también que sucedió mientras viajaba a Gbares, pero que ahora buscaría una forma de ir directo a Txard. Quería pasar por la ciudad anteriormente nombrada para revisar las cosas sobre la revuelta y el festival de la seda que iba a pasar en un par de semanas por allá.

El dragón de la luz | TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora