Extra II

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-¿Quién eres?

-Ya te lo dije, no soy nadie.

-Entonces, ¿por qué insististe en sacarme de mi casa y ahora estamos en este tramo?

-Yo no te vi muy recelosa de ir conmigo-Noto como se frunce su pálida frente y tuve que mirar al frente para ocultar mi sonrisa de satisfacción. Siempre era para mí un gusto hacerla molestar.

-Es que me pareces tan familiar, ¿por qué me pareces tan familiar?

Porque tenemos más historia de la que crees.

-No lo sé, yo solo te traje porque necesito tu ayuda-Tu ayuda para volver a ser quien era antes.

Refunfuña.

-Nos conocemos hace solo horas y ya has logrado exasperarme la mayoría de los minutos que esas horas conllevan. Siempre evitando decir la razón por la que estamos aquí-Me cruzo de brazos mientras la veo pisar con fuerza el suelo y luego buscar la calma-. Si no me dices la razón, me iré. Juro que lo haré.

-No lo harás porque la curiosidad no te dejará irte a casa sin pensar en la razón de que te haya buscado-Ella abre la boca en una O, y yo la imito. Sabe que tengo razón así que no agrego más-¿Sabes dónde estamos?

-Se supone que este es el pabellón de los dioses.

Miro hacia arriba.

-Lo es, nuestra conexión con el olimpo-Me siento en un escalón desgastado y ella se detiene frente a mí. Debo hacer un esfuerzo imposible por no posar mi mirada en su cintura en mi punto de visión-¿Quieres que te cuente una historia?

Ella bufea, preparada para nagarse, pero yo la miro intensamente.

-Bien-Accede a regañadientes.

Le doy una media sonrisa.

-Esta es mi leyenda favorita-Comienzo-. Es a cerca de una chica-Ella abre los ojos, debo saber que ella es muy fácil de engañar, pero no lo suficiente-Mas bien, una diosa. -Ella asiente-Era una diosa que tenía el poder de que todo lo que estuviera mal, lo arreglaba, todo lo que era horrible, lo convertía en hermoso, todo lo que estaba roto, lo recomponía, tenía este poder divino de hacer que todo fuese perfecto, incluso cuando algo al principio no lo era-Se sienta a mi lado y su calor corporal me distrae por un segundo, así que debo centrarme-. Ella conoció a un chico, un semidiós, que él representaba todo lo que estaba mal y en un par de semanas lo convirtió en un ser hermoso.

-¿Y qué pasó con ellos?

-Los errores de ambos los llevaron a su fin.

Mi cuerpo entero se tensa al ver que pone su mano sobre mi hombro. Era la primera vez que me tocaba desde aquel suceso en el cementerio, y sentía como si mi piel pidiera a gritos un poco más.

-Gracias a Dios es un mito, porque suena muy triste-Ella comenta en tono sarcástico.

Río nasalmente.

-Sí, porque lo es.

Me levanto para alejarme y sigo caminando al interior del recinto que nos llevaría al campo principal donde Zeus estaría posando en su esplendor.

-¿Puedes al menos decirme tu nombre?-Me dice.

Sabía que tarde o temprano sus preguntas estallarían, pero esa mirada famélica en sus ojos me dice que tiene una lucha interna y yo quiero que el lado que le hace saber que hay algo más que solo lo que ve gane esa lucha.

-Athan-Y sonrío.

Veo como se esfuerza por disimular el brillo en sus ojos de incertidumbre.

-¿No me preguntarás por el mío?

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