Atrévete a decir que no

2K 173 46
                                    

Día 12.

Siempre he sido yo la culpable.

Peor se ponen las cosas, más culpable soy.

Athan golpeó a Adonis. 

Mejor dicho, magulló el precioso rostro que Adonis se gasta.

No sabía el cómo ni el por qué, sus únicas respuestas han sido que Athan es un idiota, pero era algo que yo sabía y no era necesario redundar.

Es inevitable ver cómo llega y se va con esa expresión de dolor y furia todo el tiempo, no he dejado de cuestionarle qué había ocurrido, pero comenzaba a volverse más y más distante y cerrado.

-Estoy bien, ¿Sí?-Intentó convencerme, antes de un beso en la frente lleno de muchos mensajes para contrarrestar el comenario furioso-Deja de buscar motivos a lo inexplicable.

Aún sin saber el motivo, sigo creyendo que todo esto es mi culpa. Mi familia, Adonis, todos estamos sufriendo por mi culpa.

Cada segundo me soporto menos.

Que desesperación me causa no poder alejar todo lo negativo que flota en mi cabeza. Siento que de la cosa que más quisiera escapar es de mí misma. Y pensar que soy mi única compañía por el resto de mi vida.

Pero tengo mis razones para odiar a Adabella. No ha tomado una sola buena decisión en su vida. Nunca había aclarado sus prioridades, nunca valoro su familia, su chico ideal, ni a sí misma. Era peligrosamente egoísta, testaruda y ambiciosa.

Y de pronto me siento atrapada. Pero más allá de este lugar, de esta habitación, más allá de mi claustrofobia. Me siento atrapada y aislada por mis pensamientos. Yo misma me estoy haciendo el peor daño.

Se me corta la respiración de solo pensarlo, pero es la verdad.

Yo soy muy llorona, quien me conoce sabe que lo soy. Lloro con libros, películas, insultos, de compasión, de desesperación, de impotencia, de rabia, en fin, de cualquier cosa con suficiente importancia personal. Y aquí se me ha hecho difícil ser así, porque sé que si lloro aquí me mostraré vulnerable.

Así soy, y jamás pensé que fuera a estar obligada a cambiar.

Limpié mis lágrimas y me senté en indio para comenzar a meditar. Intenté irme a mi lugar feliz, pero este se estaba difuminando en mi cabeza a medida que pasaba el tiempo. Debía buscar una escapatoria, si existe alguna, a mi desesperación.

Me detuve y me dirigí al lienzo en blanco para intentar pintar, pero no lograba hacer nada. Todo me estresa, todo me ponía ansiosa.

Cuando apenas era una adolescente con sentimientos y emociones enredadas tuve que salir de mi país, dejar a mis amigos, aprender un nuevo idioma, y recibir un trato inhumano desde que estoy en Grecia. Y solo el que lo vive sabe lo que se siente esas constantes ganas de montarse en un barquito a tu vida anterior, cuando tenías esas mínimas chispas de felicidad.

Pero nada ha causado que me sienta como me siento ahora.

Pienso en la voz de mi madre el sonido más hermoso que existe.-Tutto andrà bene, Bella.

Hago un gran rayón negro en el lienzo en blanco, lo golpeé con mi puño cerrado y este cayó al suelo en un estruendo con un gran agujero. Mis nudillos se lastimaron un poco, pero era necesario, porque comencé a pensar que no podía sentir nada y tal vez el choque pudo haberme espabilado un poco.

Con que estos son los ataques de ansiedad que he escuchado hablar.

Me senté en la cama. Y lloré. Me vuelvo un ovillo bajo las sábanas e intento dormir. Estaba en un punto que Coldplay describió como el momento en que "Estas profundamente cansada, pero no consigues dormir".

Inframundo Where stories live. Discover now