Extra.

962 71 21
                                    

Athan.

-¿Que acaso todo lo que ocurrió con Ada no te enseñó nada?-Me pregunta el imbécil pesado de Adonis.

-Me tienes hasta la frente con tus regaños.

-¡Pondrás a otra chica en peligro!

Aprieto mi cabeza para calmar el dolor y también para no estrellarle un puño en contra de su rostro y arrepentirme horas después.

-Cállate de una vez.

-No traerás a otra chica o está vez se me irá la lengua-Advierte. Sabe que me tiene vulnerable y que no puedo arremeter en contra de él físicamente, y se está aprovechando.

-No traeré a ninguna chica al mismo sitio donde antes besaba a Ada y tocaba a Ada.

-Deberías estar un tiempo aquí, si tu padre llega a enterarse-

-¡Que le den a mi padre!-Le grito, antes de desbloquear Agata y ver el Atenas Mall que hacía mucho que no visitaba.

En esta época del año Atenas era bastante fría, casi podía sentir la presión de Kairós¹ sobre nuestros hombros, cambiando las estaciones a su gusto. Así era mi querido primo, de intenso y cambiante.

Ojalá pudiera verlo, pero mi condición semi mortal me prohíbe acercarme al olimpo.

Así que siempre me encuentro a mí mismo solo buscando por compañía mortal. Ojalá Adonis pudiera entenderlo.

Desde que Ada se fue mi vida dio un giro que me mantenía inconforme con cualquier distracción. Solo pensaba en ella, en su cabello rojo, en sus labios, en ese tatuaje estupido que tenía en la pelvis. Y en lo mucho que le tengo envidia al imbecil de su exnovio porque tuvo su perdón y yo no puedo decir lo mismo.

En ocasiones he pensado en acercarme a ella cuando la veo en las calles, fingir que soy un desconocido y coquetearle como cualquier otra chica. Pero es que sabía que ella no era como cualquier otra chica, que me rechazaría y me miraría como un ser despreciable y pervertido.

Además que no estoy seguro de que en el caso de que me dejara estar con ella podría limitarme a mí mismo a solo una noche. Siempre querría más de ella.

Y con el solo hecho de pensar que ese mismo día más temprano se la estaba pasando tan bien con él, mi ira no pudo ser oculta. Ni siquiera conocía bien al maldito y ya quería dejarlo sin vida.

Camino con paso firme en dirección a un pequeño bar con clase y me siento en la barra, pidiendo un chupito de ginebra y esperando que una chica sin precedentes conocidos por mí se acercara y comenzara el show.

Dos horas después y ya yo llevaba seis chupitos y tres chicas habían pasado por mi lado con intenciones perversas. Sin siquiera estar del todo consciente de ello, me negué rotundamente a cualquier impulso. Me parecían tan poca cosa.

Una mujer rubia se acerca a la barra y pide un chupito de Whisky.

Solían gustarme las rubias, antes de que una pelirroja con lengua larga hubiera aparecido en mi vida y hubiera vuelto mis gustos bastantes específicos.

-Agrega el trago de la señorita a mi cuenta-Le digo al bartender, quien espera una reacción.

-Gracias por tu interés, pero vengo acompañada-Me dice, delicadamente.

-Y podrías venir acompañada por mí-El alcohol seguía sin gustarme del todo. Aún no me acostumbraba a que mi cabeza de pronto se desconectara y anduviera en un limbo. Odiaba esa sensación, pero necesitaba desconectarme como fuera.

-Creo que estoy bien, pero gracias por el trago-Llevaba un vestido ajustado azul con un escote muy pronunciado.

Alzo una ceja y la sigo con la mirada hasta donde se supone que estaba sentada, supongo que con su susodicha cita.

Inframundo Where stories live. Discover now