Aprende de tus errores

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Día 35.

-Hey-Me llama una última vez, parado en la puerta, a segundos y ganas de irse-¿Y si me das un beso?

-¿Por qué lo haría?-Cuestiono, no era algo que él acostumbraba hacer, eso de solo besarme sin ningún motivo aparente o que no sea una razón para seducirme.

-Porque me iré por un rato a traerte tu basura-Insiste y yo ruedo los ojos. Mis piernas tiemblan y mi corazón se acelera a 100 kilómetros por hora al ver que se está acercando a mí con decisión-. Dame un beso.

Niego

-No.

Sostiene mis brazos sobre mi cabeza y se acerca a mi oído, para dejar un beso debajo de ella

-Dame un estúpido beso-Repite en contra de mi cuello.

Afirmo mi negación.

No debo dejar que esto pase más de una amistad extraña y confidencial. Sobre todo después de su bipolaridad insoportable y sus idas y venidas-Solo vete.

Como has estado haciendo, pienso.

Él me mira. Está hablando en serio, no se irá hasta que lo bese.

Me acerco a su rostro y le doy un beso corto y sencillo en solo la mitad de su labio, "media luna", como los llamaba Ava. Una vez que lo hago no se mueve y le dejo otro rápido. Con tanta sequedad posible para que le quede claro que no estoy del todo a gusto con él en estos momentos.

Se levanta, yo bien agradecida de que haya terminado con su rabieta. Tiende su brazo para que lo tome para alzarme y sumisamente lo hago. Me empuja hacia él, debo sostenerme de su cuello porque me está presionando mucho en contra de su pecho. Pero parece que no es suficiente, porque aún empuja mi cadera en contra de él y comienza a besarme.

Al principio me niego, sin mover ni un diminuto músculo, pero lo escucho gruñir y esto me obliga  a que el beso fluya, llevándome a enredar mis mano en su cabello mientras siento sus manos recorrer mi espalda. Pero no limito mi toque, porque ese beso me está llevando a las estrellas, estoy viendo saturno y todos sus anillos.

Y lo odio, porque se supone que debo odiarlo, pero todo pasa por mi cabeza excepto desprecio.

Se aleja bruscamente y no quiero abrir los ojos. Deja un último beso y escucho como sus pasos se dirigen a la puerta y un golpe al cerrarla.

Mis piernas ya no pueden sostener mi cuerpo y me dejo caer al suelo, recuperando el aliento. No necesitábamos mucho para sentir tantas cosas.

¿Por qué me encuentro buscándole algo bueno?

En mi adolescencia me he dejado engañar muchas veces por besos mágicos, palabras bonitas y sensuales rostros. Y aún así parece que todas las lecciones que había intentado darme la vida habían sido en vano, porque me sentía como la chica nueva del instituto de nuevo.

Revivo los insultos, las notas en el casillero y los mensajes "anónimos" en mis redes sociales.

Cuando descubrieron que tenía claustrofobia, las más inteligentes me encerraban en armario que vieran cerca de mí todo el tiempo.

Estoy sintiéndome así de nuevo, asfixiada, como si alguien me estuviera apretando la cabeza y toda la habitación se estuviera encogiendo y cayéndose encima. Toda esa inseguridad está regresando.

Asher se volvió mi mejor amigo y esa lucesita que era lo único bueno entre tanta decepción y soledad. Y pensar en el hecho de que Asher no está conmigo, que ya no me quiere, que está con otra persona y lo más probable es que este buscándome con mi familia arrepentido de haber sido él el culpable de que yo haya desaparecido.

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