No sigas a extraños

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*

Mi nariz se arruga con ternura después del beso. Besarle derretía mi corazón.

—¿Quieres otro?—Pregunta Asher, mirándome con el mismo brillo en sus ojos que seguro se reflejaba en los míos.

—Por supuesto—Respondo justo antes de acercarme a su mejilla y darle un beso antes de abrir distancias—. Ni siquiera sé por qué me preguntas, tanto tiempo juntos y aún no captas que no me como solo dos trozos de pizza.

—Lo sé—Su tono burlón fue poco llamativo.

La verdad es que no había dormido la noche anterior.

Porque él había estado raro desde hace meses. Me evitaba, salía de noche sin mí y sus mensajes siempre congelaban mi corazón.

Pero no quería creer que algo malo fuera a pasar. Aunque tengo que poner una mano en mi pecho pases detener el ardor que la ansiedad por esta cita me está provocando.

"Tenemos que hablar".

Que frase tan sencilla, casi no parece afilada como miles de espadas.

Miré a mi alrededor, la pizzería era bastante amplia y con colores claros que en otro momento me  gustarían y ahora me agobiaban.

La expectativa comenzó a rasguñar mi garganta así que carraspeé.

Pude ver como Asher llegaba con el otro trozo de pizza y se sentaba frente a mí con el celular en la mano.

Nunca había sido insegura.

Pero hoy lo estoy.

Asher había sido el centro de mi vida todo este tiempo. Mi lugar seguro.

Mi afirmación de que podía ser amada.

Y sentía que se escurría entre mis dedos como la arena.

Sin previo aviso, sin señales.

—¿Qué pasa?—Pregunté tras un suspiro. Era mejor que hablara ya.

Nada podía ser peor que los escenarios en mi cabeza.

—Necesito que me escuches y al final opines, ¿sí?—Un nudo se  formó en mi garganta y me paralicé, deteniendo el camino de mi mano cuya intención era tocar la suya—Por favor.

Por favor dicen todos los rehenes antes de ser asesinados. Hago un mohín, buscando como escapar de la tensión. De repente me dio mucho frío y mi vello se erizó.

—¿Te cuento un chiste? Así se alivia la tensión un poco—Le pregunté en un intento fallido de mejorar la situación. No culpen mis métodos, estaba a punto de llorar.

Suelo ser así de patética con él, pierdo hasta mi feminismo ancestral en ocasiones con tal de no perderlo.

Que decepción.

Levantó la mirada algo fastidiado.

—Está bien.

—Un señor le pregunta a su vecino "Señor, ¿ha visto a mi hija?" Y el vecino le pregunta "¿Cómo se llama su hija?" Y él le responde "Esperanza" y el vecino le responde "Señor, la esperanza es lo último que se pierde".

Mi cara ardió por reírme y mis ojos se cerraron por las carcajadas. Estaba esperando que frente a mí me  encontrara de  nuevo una sonrisa en su rostro y este sufrimiento acabara.

El chiste era realmente malo, ambos lo sabíamos, pero esto... siempre había sido lo nuestro. Pensé que era algo que siempre nos uniría.

—Adabella.—Dejé de reír, él nunca me llamaba por mi nombre completo—Te dije que quería verte hoy porque debo hablar contigo, déjame terminar con esto ya.

Inframundo Where stories live. Discover now