Desafío #41: Resultados.

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Chicos y chicas, ya están aquí

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Chicos y chicas, ya están aquí.
Como todos los miércoles les traemos los resultados de nuestro último desafío, en esta ocasión como solo recibimos 5 postulaciones solo habrán dos ganadores.

Nos vemos este viernes 25/09 para un nuevo desafío en el perfil.

*La forma en la que se muestran los participantes no tiene un orden específico.

***

LaChicaAnonima18

Heterocromía

—Andrea, llegarás tarde al instituto. —Escucho que dice mamá detrás de la puerta—. Date prisa.

Suspiro y desvió la mirada hacia el espejo que tenía detrás de la puerta.

—Voy —respondo, escaneándome de arriba abajo una vez más.

No me siento a gusto, una grandísima parte de mí me grita que no lo haga y que me ponga la maldita sudadera. Incluso mis padres me lo han rogado, pero ya era tarde. Había decidido hacerlo. La culpabilidad me mataba lentamente, tengo miedo de acabar como la última vez. Las voces vuelven a aparecer mientras que los recuerdos inundan mi mente.

Meneo la cabeza, intentando que todos esos malos recuerdos se vayan. Pero no funciona. Me dejo caer al suelo y me abrazo las piernas haciéndome un ovillo.

«No llores, no llores...», me digo una y otra vez. Pero ya es tarde, el torrente cálido que bañaba mis mejillas fluye sin control. Siento que me ahogo, que me falta el aire. El nudo en mi garganta se aprieta cuando vuelvo a recordar aquel momento.

Soy patética.

Mi corazón late con furia, juro que podría salirse de mi cuerpo en algún momento. Cierro los ojos y tomó una bocanada de aire para intentar calmar el maldito ataque de pánico que es posible que esté sufriendo.

—Andrea vas a... —La puerta de mi habitación se abre y veo a mamá mirándome desde arriba con preocupación.

Se acerca y se agacha, me abraza y deja que llore en silencio en su hombro. Acaricia mi espalda y me tranquiliza con sus bonitas palabras. Hace que la mire, me coge la barbilla con dos de sus dedos y me obliga a escucharla.

—Tú no eres esta, Andrea. No intentes ser alguien que no eres —me dice.

—¿Y si...? —me callo cuando hipo debido al llanto—. ¿Y si... y si me hacen... hacen daño?

Mi madre se relame los labios.

—No lo harán, cielo —murmura—. Eres auténtica, única. Una chica muy especial.

—¡Soy el bicho raro! —Grito con desesperación señalándome los ojos—. ¿Crees que esto es normal? Volverán a meterse conmigo.

A regañadientes, me quito la camiseta que deja el ombligo al aire y me pongo una sudadera de Harry Potter. Mamá me saca de casa y me lleva al instituto. Me manda un beso y se esfuma por la calle dejándome sola. Con la cabeza gacha, entro a mi clase y me siento atrás del todo. Sin embargo, alguien se acerca.

—Hola, ¿eres la chica nueva? Levanto la vista y asiento. —Sí. Sus ojos se abren como platos, sorprendida al observar mis ojos. —¡Qué pasada! —exclama—. ¡Tus ojos son la caña! Soy Tania, por cierto. Algo dentro de mí hace click, sonrío sin intención.
—Soy Andrea, y tengo heterocromía. 

¿Cambiar? Nunca. Mi heterocromía, ese problema que me causó años de sufrimiento por mis antiguos compañeros de instituto, había acabado siendo la fuente de mi nueva confianza. 

Andrea había vuelvo para quedarse.

***

Ralluu12

El reloj suena nuevamente, lo apago y decido quedarme unos cuantos minutos más en la cama. La puerta de la habitación se abre suavemente y veo a mi madre asomarse lentamente por él marco de la puerta.

—Cariño ya se te está haciendo tarde, tienes que levantarte —mi madre se acerca a la ventana, la abre para que entre el frío aire de septiembre, había olvidado como se siente el clima de otoño.

Me dedico nada más a mirarla como va saliendo de la habitación sin poder articular una sola palabra, odio levantarme por las mañanas por eso hago casi un esfuerzo sobrenatural para empezar el día.

Me miro al espejo y casi no me reconozco, ya no vea a la chica de antes, la que se vestía con lo que pillaba, la que estaba en contra del maquillaje excesivo, la que llevaba siempre una coleta alta de caballo y las típicas sudaderas raspadas de diferentes bandas de música. Antes no me importaba para nada mi aspecto físico, estaba feliz con mi apariencia con mis amigos con todo, nadie juzgaba, todo el mundo era igual. Pero ahora que soy la nueva, tengo que hacer una buena impresión, es un instituto privado donde solamente la gente de elite va allí. 

¿Cómo llegue yo aquí?

Pues quiero decirles que gracias a mi padrastro, es un importante magnate de la zona, gracias a él me han dado una beca en una de las mejores escuelas del país y claramente tengo que estar a la altura. Se ha encargado de sacar de la pobreza a cientos familias sin hogar podríamos decir que es tal y como el buen samaritano.

Estoy realmente harta de este mundo de estereotipos, de ver perfectas caras por donde sea, estoy harta de todo esto, quiero que este horrible cuento de hadas se termine, quiero volver nuevamente a ser la pobre cenicienta.

Bajo rápidamente las escaleras. Mi padrastro me mira encantado y orgulloso por lo que ve, me había puesto la ropa que él entrego a hacer a uno de sus famosos diseñadores. Nada que ver con mi estilo pero es lo que tengo que hacer por encajar en su perfecto mundo.

—Me encanta ver que usas el conjunto que pedí a Fabritzio que te haga, ¡te queda estupendo! —se podría leer el entusiasmo en la cara de este hombre. Mi madre me abraza por detrás y me susurra.
—Estas preciosa en cualquier ocasión, cariño —me susurra lentamente al oído.
—Ya, pues parece que para encajar aquí tendré que cambiar más cosas no solo la ropa y el maquillaje —rechiste un poco agresiva.
—¡Cariño, no tienes que hacer nada de eso, eres una persona maravillosa, fuerte y única! Nada de esto tiene que influenciar en ti, eres perfecta tal y como estas. —parecía que hoy estaba de buen ánimo.

Agarró mi mochila favorita y me la entregó.

—Toma, enséñales la verdadera tú, la que está detrás de esta faceta perfecta. ¡Sé tu misma y quiérete tal y como eres! —me sonríe. 

Este día es mi día, les demostraré TODOS quien soy realmente.

Desafíos de Novela JuvenilWhere stories live. Discover now