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¡Feliz miércoles, hermosos seguidores!
Como sabrán hoy es día de resultados, en primer lugar queremos felicitarlos por los buenos relatos que han compartido con nosotros. Hemos disfrutado de leer cada uno de los singulares y especiales inicios de amistad que crearon.
También queremos aprovechar para reiterarles que deben seguir al pie de la letra las instrucciones del desafío, recuerden que no deben excederse del número de palabras y su historia debe girar en base al disparador que les proporcionamos. El día de hoy por vez única hemos decidido dejar pasar algunas historias que excedían por poco las 500 palabras, pero en próximas entregas lamentablemente ya no se considerará y se le restarán puntos a su participación.
Ahora sí, démosle un gran aplauso a los microrrelatos ganadores del desafío #95:
*La forma en la que se muestra los participantes no tiene un orden específico.
La chica miró al muchacho dibujar, no sabía qué pintaba ni lo que hacía, solo sabía que era apasionado en su trabajo. Siempre se imaginó haciendo algo así, sus padres eran artistas, pero ella no había heredado el talento. Pasaba la mayoría del tiempo mirando como otras personas lograban aquello que alguna vez deseó.
Su familia decía que era un fracaso y así lo creía de tantas veces que lo oyó.
Así que por su parte tomó su cuaderno, se dedicó a escribir la manera en que su alma se sentía. Desnudar todo aquello que no podía contarle a nadie más. A ningún ser humano sobre la tierra. Su voz debía ser guardada de cualquier alma que vagara en la vida debía saber los secretos que llevaba arraigados muy profundamente en su corazón.
El chico debió de notar su presencia porque alzó su mirada y se encontró con sus ojos. De inmediato ella se ruborizó, por lo que quitó sus vista y se enfocó en el esquema del cuerpo humano que estaba detrás de él. Hacer como si no la hubiese cachado mirándolo como una acosadora.
Se suponía que a esa hora ella debía de estar en casa, pero se encontraba en detención y cuando sus padres lo supiesen la iban a matar. Pero no podía luchar contra lo que ocurrió ese día. Había tenido de tratar hablar en público y no pudo. Nadie podía oírla. Sintió que alguien se acercaba a ella y al alzar la cara era el muchacho que había estado mirando desde hace rato. Este le dejó en su mesa un dibujo. Uno que cuando lo miró logró que su corazón latiera muy acelerado. Ella no imaginó posible algo así. De todas las cosas que creyó que él podía estar pintando, ella no era una de las opciones.
Mirar el carboncillo de su perfil casi la hizo llorar. Porque no se parecía en nada a la imagen que tenía de sí misma.
No era la chica que estaba allí, pero a la vez sí, siendo lo más confuso de todo, porque eran sus rasgos, pero la belleza, dulzura que irradiaba la mirada del dibujo no era como ella. Estaba tan perdida.
