Capítulo N°32

2.9K 293 202
                                    


Cerveza

Jade se encontraba concentrada trenzando las suaves hebras del cabello de Marie, mientras tanto la chica se servía de un platón de palomitas que se encontraba posicionado entre sus piernas entrecruzadas, ambas habían decidido matar el rato pasando la noche en casa de Marie, pues ya habían pasado al menos dos semanas desde la última vez que se habían visto y todo gracias a la estúpida universidad de la que Jade se quejaba y veneraba por partes iguales.

—Entonces le dije: O entregas tú parte para mañana o te saco del equipo.

Marie abrió sus ojos inesperadamente ante el arrebato de su amiga.

—¿Y lo hizo? ¿Envió el trabajo? —preguntó curiosa, rellenando su boca con palomitas de caramelo mientras Jade gruñía y le robaba algunas. 

—¡Claro que no! El muy infeliz me dejó hacerlo todo sola y tuve que poner su nombre en la portada porque si no nos bajaban puntos a ambos. 

—¡Qué injusto!

—¡Lo sé! Y lo peor de todo no es eso, lo peor fue que la maestra me bajó puntos porque no le gustó mi introducción, pero a él le dió puntos extra por su conclusión y su gran entendimiento del trabajo. ¡Odio los trabajos en equipo!

Marie rió ante lo último, entendía la frustración de su amiga, sin embargo, Jade la malinterpretó y se lamentó porque nadie la comprendía.

—¿Y ya viste estas ojeras? ¡Estoy horrenda, Marie!

Marie trató de calmarla, pero Jade insistía en que la universidad la estaba matando y para aquello, la única solución era odiar juntas a la escuela. Aunque sabía que, dentro de unos días, Jade le mandaría un mensaje festejando con lo alto de sus notas o... llorando por lo bajo de ellas y entonces tendría que intervenir y decirle que la carrera si era para ella, que eran los profesores los que no funcionaban.

—En fin, ¿tú que me cuentas? ¿cómo va todo en la cafetería? —intentó desviar el tema y no solo eso, sino también fijar su atención a cualquier otra cosa. 

—¡Bien!

—¿Solo bien? Mujer, quiero mis detalles jugosos, cuando te pregunto por tu trabajo en la cafetería me refiero a Henry, ¿qué tal todo con él? —insistió. 

Marie sonrió casi de manera involuntaria y abrazó a su amiga cubriendo su rostro.

—¡Es tan lindo! —chilló contra su cabello y Jade soltó una risilla.

—Eso ya lo sé cariño, créeme —Marie sonrió aún más—. Pero ¿cómo va todo? ¿no se molestó por lo que dijo la imprudente de Fátima?

Marie se alejó y torció una mueca.

—Pues sí, sí que se molestó, pero ya lo solucionamos, es que Jade, hay mucho en el medio con ese asunto de Gabriel, pero estoy segura de haberle demostrado que le quiero muchísimo. Te juro que a mí misma me sorprende lo que siento, es tan... tangible. No digo que lo quiero solo por decir, porque realmente estando con Henry es más como ser yo misma, no temo a decir o hacer lo primero que me ronda por la cabeza, porque sé que en todo lo que haga él me va a seguir. Así como yo lo hago con él. 

Jade se limpió una lagrimita imaginaria.

—Son tan cursis, Dios mío. 

Marie se adelantó a lanzarse sobre su amiga, cubriéndose del bochorno y ambas rieron, cayendo juntas hacia un extremo de la cama. A Jade le hacía muy feliz ver a su mejor amiga de buen ánimo, mucho había pasado desde Gabriel y desde que Marie se había encaprichado con él, pero debía admitir, que jamás la había visto igual de contenta y enamorada de otro chico. Debía darle algo de crédito a Henry, pues tan solo había logrado aquello en un par de meses. 

AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora