Capítulo N°39

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Fish and Chips



Había pasado ya un tiempo desde la última vez que ambos se habían encontrado solos en la habitación de la chica, sin embargo, esta vez no tuvieron la misma privacidad que la vez anterior, pues Marie tuvo que dejar la puerta de su cuarto entreabierta a petición casi ruego de su padre.

Henry se recostó contra el respaldo, poniendo varios cojines a sus espaldas, después, cuando se hubo acomodado, invitó a Marie a sentarse junto a él. Marie suspiró, echó un último vistazo al espacio que había dejado la puerta abierta y finalmente se rindió, recargándose contra el hombro del pelirrojo. Henry la rodeó con un brazo del hombro y juntaron sus manos por encima del abdomen de ella. Ninguno quería ser el primero en hablar, pero tenían que romper el silencio de una forma u otra, había que aclarar de una vez por todas lo que había estado ocurriendo la última semana.

—¿Desde cuándo te quedas con Harry? —la chica rompió el silencio.

Marie se había dado cuenta de que Henry no estaba viviendo con sus padres cuando fue a buscarlo y solo entonces, Henry se apareció por primera vez en el día luego de no haber respondido mensajes ni llamadas. No le reprochaba no haber mantenido el contacto por un día, pero si el preocuparla y después no encontrarlo en su hogar había sido el detonante a más estrés. Hasta que al fin tuvo indicios suyos.

—Desde... el fin de semana pasado —admitió, notando cómo Marie se tensaba y se deshacía de sus brazos para enderezarse y quedar frente suyo.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Porque no quería preocuparte y porque no es importante.

Marie le miró con reproche y Henry dejó de fingir.

—De verdad no es importante —repitió ahora con un tono más serio.

—Ahora entiendo porque tu mamá le ha estado hablando a Gabriel para que cuide de ti.

—¿Y él como hará eso? —se enfadó Henry—¿Cuidando a mi novia?

Marie rodó sus ojos, era un dramático.

—Sí Henry, a mí —ironizó ella, tal vez no era un buen momento para decirle que su primo se le había confesado, se lo guardó por un poco más y prosiguió: —quería que no trabajaras esta semana, por eso él te insistió tanto en que fueras a estudiar a casa.

—Lo sabía —lo había adivinado desde un inicio, su madre siempre metía las manos al fuego por él, incluso con el trabajo de la cafetería. Si no fuera por ella, no habría conocido a Marie.

—¿Y entonces que fue lo qué pasó?, ¿por qué no te estás quedando en casa de tus padres?

Marie volvió a recostarse contra su pecho, reconfortándolo, dándole el tiempo y la seguridad suficiente para que se aclarasen ambos de nuevo y que el chico le contara lo que había sucedido, porque, estaba segura de que algo habría tenido que pasar para dejar la cafetería y su hogar simultáneamente. A eso, aunado a su repentina desaparición del día.

Henry se tomó un breve momento, mientras tanto acariciaba con su pulgar la pequeña mano de la chica, que se encontraba sobre su pecho.

—Luego de la fiesta de mi tía, las cosas en casa se pusieron algo intensas y admito que yo también las exageré. Pero tenía mis motivos para enfadarme, te lo prometo —se excusó y Marie le instó a continuar cuando intuyó el motivo y él se encargó de verificárselo—, y todo porque papá no tomó muy bien mi elección de carrera.

AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora