Capítulo N°41

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Caramelo


Acompañar a su hermana a reinstalarse había sido solo una excusa perfecta para conseguir transporte gratis financiado por sus padres.

Henry tenía todo el plan elaborado.

Dejaría a su familia en Londres y acortaría camino y de paso pasaje hasta llegar al campo universitario.

Ya había conseguido durante su semana libre una lista de candidatos que se encontraban arrendando departamentos cerca de la zona, pero cuando llegó y visitó a un par de ellos, supo que no tenía el dinero suficiente para rentar ni siquiera una silla; ni contando los depósitos de Harry llegaría a completar tanto la matrícula, como los libros médicos ni mucho menos un sitio para alojarse con todos los gastos que éste incluiría. O era una cosa o lo era otra y pedirle dinero a su padre ya no era una opción viable.

Por lo que recurrió a un plan C, que no era igual de genial a los dos anteriores, pero no estaba en posición de quejarse. Revisó la dirección un par de veces y entonces tocó la puerta de color marrón rojizo que se ubicaba a un costado de una ventana que daba una vista muy precaria del interior. Tocó una vez más y entonces, para su bendición, alguien le escuchó y abrieron la puerta.

El interior de aquella casona era exactamente la respuesta al por qué no hay que juzgar un libro por su portada.

Un chico moreno le recibió con una ceja alzada y entonces Henry procedió con las formalidades y le explicó que había enviado un mensaje con anticipación para revisar la habitación en renta.

—Su sitio en internet dice que tienen una habitación disponible. Les envié un mensaje hace un par de días.

—Oh, ya recuerdo que algo menciono... —se cortó a sí mismo cuando notó que solo se estaba enrollando y le ofreció una amplia sonrisa de dientes blancos, haciéndose a un lado. —¿Quieres echarle un vistazo? Vamos, pasa.

Henry asintió y el moreno le dejó ingresar al interior.

—Ahora mismo la dueña no se encuentra, pero yo me alojo en la habitación vecina a la que está rentando.

Henry asintió, mientras continuaba admirando la mobiliaria que de barata tenía poco. Sin embargo, el costo del cuarto era bastante accesible. No entendía por qué.

Quizá le iban a dejar dormir en el armario.

Incluso el armario sería un sitio que no podría rechazar parados en aquel punto.

Cuando el moreno, que se presentó pocos minutos después como Florián le mostró la habitación, su mandíbula tocó el suelo. La cama, el escritorio, el baño, todo parecía ampliado a cien píxeles. Era aún más espaciosa que su propia habitación.

Tenía que darle crédito a Harry, tenía buen ojo para las publicaciones de internet. A él solo le aparecían pop ups en cada sitio web en que entraba a mirar habitaciones estudiantiles.

Florián, al tanto de que el pelirrojo parecía sorprendido, le continuó mostrando el resto de lo que parecía una casa muy bien restaurada. Quizá, si conseguía arrendar la habitación, Madison le podría dar una parte del dinero como comisión, era gratis soñar.

La cocina no estaba nada mal tampoco y la sala de estar parecía un buen sitio para pasar el rato e incluso para estudiar. Y eso que Henry odiaba estudiar; pero, en un sitio así, hasta ganas daban.

—Solo estamos mi compañera y yo, así que no tendrías que lidiar con más personas. Y te puedo asegurar que tanto mi baby y yo somos de confianza, puedes seguir pensándotelo si gustas. El semestre empieza en un par de meses, ¿cuál es tu especialidad?

AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora