Capítulo N° 8

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Cherry Coke II

Henry admiró la figura de Marie por unos segundos más antes de acercarse, aprovechando la estupenda vista que le estaba proporcionando, viendo como las puntas de su corto cabello se balanceaban de un lado a otro al ritmo de sus movimientos y chocaban contra sus mejillas. La manera en que mantenía sus labios entre abiertos y sus manos sobre su cabeza, disfrutando del sudoroso ambiente con los ojos cerrados.

Admiraba su valentía al plantarse a bailar frente la gente a su alrededor, tenía que admitir que la chica no tenía ni jodida idea de cómo moverse, pero aun así se veía condenadamente adorable y a la vez caliente. Era hora de enseñarle a la niña pequeña algo de ritmo.

Tomó desde lo alto ambas de sus manos y Marie abrió los ojos alarmada, cuando reparó en que era Henry quién la sostenía, intentó desarmarse de él y alejarle, pero él fue más rápido y tomó de sus caderas para acercarle, inconsciente de sus actos Marie alzó las puntas de sus pies y quedó frente a frente suyo.

—Viniste —canturreó Henry, peligrosamente cerca de sus labios, Marie miró hacia otro lado, avergonzada —Me alegra que lo hicieras —admitió él y ella volvió su vista, encontrándose con una arrebatadora sonrisa dibujada en sus labios.

—Y a mí —admitió ella, dejándose llevar de nuevo, ahora al ritmo de los movimientos del chico.

Henry aprovechó su disposición y la hizo girar sobre su eje, dejándola de espaldas y apretándola contra su pecho.

Jade reparó en que su amiga no se encontraba junto a ella y la buscó a su alrededor, encontrándola finalmente en manos de un chico pelirrojo condenadamente caliente. Marie le vio y sonrió al recibir un guiño de su parte. Jade se alejó de nuevo dirigiéndose hacia la barra con intención de distraer a Jason de cualquier contratiempo.

—Esos chicos son muy buenos —mencionó Marie, al haber terminado el primer grupo su presentación.

Henry bufó, indignado.

—Si te gusta la mala música...

Marie soltó una risita molestándole.

—¿No eran acaso ellos de tu grupo? —preguntó risueña —¿The mental Gaps? —adivinó, está vez sin equivocarse, para su fortuna.

—No, nosotros salimos después.

—¿Me vas a presentar a la banda?

Henry admiró la emoción reflejada en su rostro y suspiró al tiempo que una segunda sonrisa se deslizaba sobre sus labios y asentía, complaciendo a la chica voltereta.

—De acuerdo —cedió —. Pero habrá que quedarnos hasta el final de la noche.

Marie dejó de sonreír.

—¿A qué hora será eso? —inquirió preocupada.

Henry rodó los ojos.

—¿Por qué? ¿Papi y mami no te dejan salir hasta tarde? —se burló, tentando a su suerte. Marie le miró con mala cara.

—Vine aquí con mi hermano y mi mejor amiga, no creo que quieran quedarse hasta tan tarde y mucho menos dejarme a mí aquí sola.

—Y yo no existo —ironizó él —. Puedo acompañarte a casa, si decides quedarte —se ofreció, restándole importancia al asunto.

Marie negó.

—Apenas y te conozco —reconoció, bajándole de la nube.

Henry tenía que admitir que era una chica lista y eso le agradaba.

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