|Capítulo 52|

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Al día siguiente, Donna vino por la mañana como prometió. Creí que vendría para hablar sobre el futuro, pero me sorprendió cuando me entregó una pulsera de plata, idéntica a la que le obsequié anoche.

«Poder femenino» leí.

—Nunca se trató sobre quien se quedaba con el chico, ni quién era más mala para vencer a la otra. Se trató de falta de seguridad y amor propio en dos chicas que estaban enamoradas de un idiota —comentó sonriente—. Me siento libre, me siento viva. No hay nada más increíble que entender que no necesitas a un hombre para conseguir lo que quieres.

—Eres la puta ama, Donna. Y serás una fabulosa jefa —aseguré abrazándola.

—Mis padres me corrieron de casa por haber arruinado la oportunidad de casarme —rió—. ¡Y vale una mierda!

Sonreí orgullosa.

—¿Dónde te quedarás? —indagué.

—Los abuelos de Steve me rentarán una habitación a bajo precio —comentó sonriente—. Y trabajo en la biblioteca desde hace meses, así que estaré bien.

—Cualquier cosa, me dices y lo solucionamos—dije seria.

—¡Nos volveremos a ver, cuando estemos graduadas y más empoderadas que nunca! —exclamó, dándome un beso en la mejilla y encaminándose para irse.

—¡Así será! —grité mientras me colocaba la pulsera que anteriormente ella me obsequió.

Los problemas, tienen solución. Solo debes saber encontrar la correcta y si no la encuentras, bueno...Investiga las cagadas que se manda el resto y chantajealos.

—¿Por qué tanto griterío? —preguntó Eros, detrás mío.

Al voltearme, me encontré con Eros vestido solamente con un pantalón de pijama. Mostrando todo su jodido abdomen.

Anoche, nos habíamos quedado hasta tarde tomando del vino que sobró. Mientras mi madre, desapareció en la madrugada —y que al parecer todavía no volvió—. Aún me pregunto porque su nueva pareja, no llegó a la cena.

Mientras tanto, Eros seguía esperando una respuesta de brazos cruzados.

Sonreí al verlo tan serio, por primera vez me sentía segura de querer estar con él.

Así que...suspiré y...

—Sé mi novio —solté de golpe, sorprendida.

Eros frunció el ceño y caminó hacía mí.

—Repite lo que has dicho, Anderson —ordenó.

Carraspeé nerviosa.

—¿Quieres ser mi novio? —pregunté apartando la mirada.

Eros sonrió, para luego tomar mis mejillas y juntar nuestros labios.

—Bebé, yo sería hasta tu esposo —respondió alejándose de a poco. Para luego dirigirse a la cocina y comenzar a preparar el desayuno—. Me alegra que te amigues con Donna, ella no tiene la culpa de lo que hizo el idiota de... ¿Noah?

Sonreí.

—Lo sé, me tomó tiempo darme cuenta —admití—. Y Noah...así se llama Harry realmente. No es que se llame Harry Harrison, eso sería patético.

Eros me tendió una taza de café y me senté. Esperando que él terminará de preparar el desayuno. Realmente podría acostumbrarme a esto.

Segundos más tarde, las tostadas y mermeladas estaban frente a mí. Al igual que el increíble y sexy novio que tengo ahora.

Los chicos de Chloe | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICOWhere stories live. Discover now