|Capítulo 22|

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Al llegar  a la Universidad, estaba igual a cuando la visité el primer día que llegué para alojarme.

Al pasar por el campus, junto con mis cuatro nuevos amigos las miradas eran intensas y se escuchaban susurros mientras dabamos cada paso.

—Buenos días —saludó la secretaria, al vernos ir junto a ella.

—Buenos días —saludamos todos, excepto Joel quien estaba mirando embobado a una chica rubia y alta—. ¿Podría darme mi horario, por favor? —pedí con una sonrisa.

Ella asintió. 

 —¿De qué año eres? —preguntó.

—Primero —respondí, para luego recibir una hoja con las asignaturas y su horario correspondiente.

—¿Cómo estás, Mara? Que preciosa que te ves hoy —comentó Eros detrás de mí.

—Siempre tan halagador —dijo la secretaria Mara con un leve sonrojo y unos ojos brillosos, debe de tener unos cincuenta años. Se ve increíble con esos ojos claros y ese cabello rubio liso—. ¿Te quedaste en primero, cierto? —lo regañó.

Eros asintió como si estuviera avergonzado y recibió su horario.

—Pero nosotros no, así que necesitamos tres horarios de segundo —dijo Joel de mala gana.

¿Por qué tan maleducado?

—Sigo siendo tu madre aunque no quieras, yo te parí desagradecido —masculló Mara frunciendo el ceño, para luego tenderle tres hojas.

¿Madre? Verdad que sí se parecen.

—¿Puedes dejar de decir que eres mi madre? —cuestionó Joel rodando los ojos.

—Te has vuelto igual que tu hermana, que vergüenza —murmuró Mara.

—Te quiero, mamá. Pero no iré a vivir contigo, estoy bien en la casa del equipo —dijo Joel, para irse sin dejar a su madre responder.

El ambiente ya se puso tenso, genial.

—¿Y tú porque llegaste con ellos? —me preguntó Mara, trayendome a la realidad.

—Yo...eh...—balbuceé, por alguna razón me daba vergüenza que sepa que convivo con los chicos.

—¡Oh, no me digas que eres la chica que vive con el equipo! —exclamó con una sonrisa.

Abrí los ojos por la sorpresa de que ella sepa eso. 

¿Acaso todos sabían sobre mí?

Asentí penosamente y Mara iba a decir algo nuevamente, hasta que un timbré sonó por todo el pasillo. 

Era hora de ir a clases y llegaría tarde. Al voltearme, solo Eros estaba junto a mí, el resto había desaparecido.

Saludamos a Mara y Eros me guío a mi primera clase.

Biología, guau, que interesante.

—¿Te sentarás conmigo? —susurró Eros en mi oído al entrar a la clase.

—No sé. ¿te molestaría? —pregunté mirándolo a los ojos.

Él negó con la cabeza, para luego dirigirse hacía una de las mesas y sentarse allí. Yo me senté junto a él y el profesor llegó.

🏀

—¿Cómo fue la mañana de nuestra reina? —dijo Joel, mientras me filmaba con su móvil. 

Jack y Evan saludaron con un hola, en cambio Eros estaba en silencio.

Joder, serán pesados con eso del instagram.

—¿Es un vivo? —pregunté alzando una ceja.

Joel asintió.

Una idea se había pasado por mi mente.

Sonreí  maliciosa y comencé a hablar:

 —Para los que vieron el video que subió el idiota de Harvey sin mi consentimiento, quiero que sepan que él y yo, no somos nada y no lo seremos. Sé que no tengo porque aclararlo, pero no quiero perder candidatos —guiñé un ojo—. Y sobre Eros, el es un buen chico, solo me hizo compañía. Además, está soltero, así que chicas pueden llamarlo que el está más que disponible.

 Los cuatro me miraban sorprendidos.

—Bueno, ya saben, todos estamos disponibles —dijo Joel, terminando el vivo.

—Eso fue increíble —opinó Evan.

—¡Dejaste en ridículo a Harvey! —exclamó Joel.

—Bien hecho —dijo Jack, dándome una palmadita en la espalda.

—¿Es en serio, un buen chico? ¿solo eso? —dijo Eros en tono molesto.

Los chicos de Chloe | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICOWhere stories live. Discover now