|Capítulo 44|

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La noche en la que me abrí a Eros, fue realmente relajante. 

Dejar salir todo por una vez, fue como si un gran peso saliera de mí.

Joel se había mejorado, luego de tener una charla entre todos, me di cuenta que cada uno tenía una historia diferente. Un sufrimiento distinto, pero que no deja de causar dolor. 

Steve había vuelto a ser el mismo, se la pasaba en casa y ahora él se encargaba de la comida mientras el resto estudiaba o entrenaba. Además habíamos tenido dos partidos más y nos había ido increíble.

Y desde aquel beso con Eros creí que entre nosotros las cosas se pondrían incómodas, pero no fue así. Eros siguió con sus coqueteos y yo solo lo escuchaba, mientras reprimía las ganas de volver a besarlo.

Pero lo más complicado ahora era que, Eros me había pedido que me duche y me arregle. Al principio creí que bromeaba. Hasta que me cargó al baño y ordenó que le hiciera caso. Así que, me encontraba vistiéndome —de manera sencilla, claro. Ni que fuese Shawn Mendes para arreglarme tanto—. Me coloqué uno vaqueros negros junto mis vans y un top blanco. Recogí mi cabello como pude, y como me dió flojera maquillarme solo me coloqué un labial rojo.

Al salir del baño, Eros se encontraba apoyado en el marco. Mirando algo en su celular y al notar mi presencia, me observó detalladamente —y como era de esperarse—, también me permití examinarlo. Vestía una camisa rojo vino que estaba remangada en sus codos, junto unos vaqueros negros y su cabello estaba levemente despeinado.

—Te ves bien —comentó sonriente.

—Lo sé.

—Sí que tienes autoestima, eh.

Sonreí.

—También te ves bien.

—¡Nos vamos al bar! ¡Iremos a ver el partido allí! —exclamó Steve, acercándose.

Fruncí el ceño.

—¿Me hicieron ducharme para ir a ver un partido de fútbol? —cuestioné.

Eros ladeó la cabeza.

—No iremos a ver el partido —aseguró—. Tú te vienes conmigo.

Oh. 

¿A solas con él? 

—¡Diviertanse! —gritaron Joel y Evan al pasar por nuestro lado. Para luego, salir de la casa.

—Llegaremos tarde —comentó Jack alzando sus cejas. Para luego, dejar la casa. 

Steve seguía junto a mí, observándome con cuidado. Dió unos pasos acercándose y me dió un fuerte abrazo.

—Siempre olvidas tus cumpleaños, no sé si lo haces a proposito o no. Pero yo lo recuerdo bien —murmuró, dejándome algo en mi bolsillo trasero. 

Tragué en seco. Realmente esperaba que no se acordara de mi cumpleaños. Pero así es Steve. Y sin más, también dejó la casa.

—¿Nos vamos? —inquirió Eros. 

Asentí y lo seguí. 

Al llegar a la calle, me dí cuenta de dos cosas; uno no había tomado un abrigo y segundo, hacía muchísimo frío. 

—Necesito volver, tengo frío.

Eros rodeó sus ojos y me tendió su chaqueta negra.

—Lo que hago por ti es increíble. 

Le agradecí y me coloqué su chaqueta rápidamente.

—¿A dónde vamos? 

—Paciencia, Chloe. Paciencia. 

A los pocos minutos un taxi llegó a nuestro lado, Eros abrió una de las puertas traseras y me indicó que entrara. Para luego, adentrarse él junto a mí.


Los chicos de Chloe | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICOWhere stories live. Discover now