Capítulo 5

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Christian

No! ¡No! ¡Quema!

Despierto al sentir como Ana me da pequeños golpes en la cara para que reaccione.

Siento que mi corazón late muy deprisa y por un momento creo que puedo sufrir otro infarto.

-Ya tranquilo solo fue una pesadilla.-escucho a lo lejos la voz de Ana.

¿Cuando dejaré de tenerlas?

¡Dios! si existes acaba con mi sufrimiento.

Estoy tan perdido en mi propio dolor y sufrimiento que no me percate en el momento que Ana se sentó detrás de mi abrazándome.

Mi cabeza está recostada en su pecho y me mece como si fuera un niño mientras habla cosas que soy incapaz de entender.

Siempre es lo mismo cada noche desde hace años: las pesadillas, el miedo y el dolor me ciegan por completo dejándome ajeno a todo.

Ella me abraza durante media hora hasta que siento que se levanta de la cama y vuelve a recostarme, dirijo mi vista al ventanal de la habitación y observó en la penumbra de la noche aquellas vistas tan perfectas, son lo único aparte de mi esposa que suelen acompañarme en noches cómo estás.

Que irónico es  tener una mujer a mi lado tan perfecta y ser incapaz de amarla como se merece y ese paisaje hermoso que anhelo  recorrer  y explotar está tan cerca pero a la vez tan inalcanzable.

Algo que aprendí de mi discapacidad es a conformarme con ver e imaginar todo eso que ya jamás tendré. Vivo aunque esa no es la palabra correcta, la que si es correcta es sobrevivir. Sobrevivo día a día por ella y por esos dos pequeños que hacen mi dolor un poco más  aceptable.

Muchos pensaran que me rendí que soy un un tonto por no aceptar mi realidad pero solo yo sé el dolor que siento, solo yo se lo que es tener todo y luego no tener nada.

Con el pasar de los días poco a poco la cosas fueron decayendo empecé a odiar tener que estar sentado todo el tiempo, el cuidado constante para no desarrollar más problemas de salud, los medicamentos, tener que usar el catéter 24/7, los dolores de espalda y cuello a causa de la silla, pero el  problema más grande es tener que perder mi intimidad, Taylor, Ray y Cárter en muchas ocasiones tuvieron que verme desnudo para poder realizar mis cuidados cuando Ana no podía, quise protestar pero era inútil y también muy injusto. Ellos solo querían ayudarme y mi condición no podía darme de él lujo de pelear con medio mundo solo porque no quería que me vieran en esa situación.

Soy consciente que hace años le prometí nunca rendirme a la mujer que amo, luche el primer año sin descanso, en menos de 8 meses ya movía a la perfección mi brazo derecho y comía solo, me comunicaba con el dispositivo de lenguaje que fabricaron especialmente para mí, también intenté mover mi brazo izquierdo y mis piernas y aunque no lo logré seguí luchando, entonces me concentre en ya no usar oxigeno y al fin pude hacerlo.

En ese tiempo no les mentiré, si tuve muchas recaídas una de la más grandes fue no poder dirigir mi empresa, cuando salí del hospital sabía que tardaría tiempo para regresar pero cuando descubrieron la magnitud del daño en mi cerebro y yo ya no era capaz de resolver cierto tipo de cuestiones de lógica eso me devastó por completo.

Yo funde esa empresa y no saber cómo llevar a cabo una adquisición y fusión  me hizo sentirme tan inútil. Creí que dejaría mi empresa hasta cuando tuviera unos 60 años y no a los 28. Después de eso no quise hablar del tema de tener que renunciar a lo que un día me hizo feliz, perder mi empresa fue igual de duro que perder el movimiento de mis piernas, esa empresa fue mi vida entera pero sabía que si me empeñaba a intentar dirigirla lo único que podría provocar era que se fuera a la ruina y con todo el dolor en mi corazón le tuve que decir adiós. Ana no hizo preguntas y agradecí eso, de igual forma no podía hablar y si lo hacía podía escribir una evasiva con el dispositivo de lenguaje. Durante ese tiempo también supe muchas cosas acerca de mi familia, cosas que me negaba a creer pero que eran ciertas.

Amanecer Contigo Where stories live. Discover now