6.

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El cambio de temperatura con respecto al exterior fue increíble. Nada más poner los pies dentro, el calor del fuego fue tan intenso que tuve que quitarme la capa. Me daba calor tenerla simplemente en las manos, así que la solté en el suelo.

Henry cerró la puerta y regresó al fuego para vigilar el estado del metal.

-¿Y cómo es que tú has renunciado al papel de Adrien?- le pregunté.

Se encogió de hombros con desinterés y cogió de nuevo el martillo.

-Creo que me vendrá bien probar un papel nuevo. Aunque sea el de Leñador 3- respondió. Levantó el martillo y golpeó un par de veces, cosa que me sobresaltó.- Además, así le dejo el camino libre a alguien para que sea el protagonista. Aunque no creo que tu hermano me lo agradezca.-

Después de decir eso, descargó varios golpes seguidos con bastante fuerza. Sí, yo también tenía ganas de golpear cosas cuando pensaba en Aidan.

Me coloque a su lado con cuidado para que pudiera oírme por encima del ruido.

-Siento que mi hermano sea tan… desagradable contigo- le dije. Aidan no se merecía que me disculpara por él, pero no estaba dispuesta a que Henry me viera de forma diferente por su culpa.

-No importa, Bree-

-¡Sí, claro que sí! Tú nunca le haces nada y él siempre intenta molestarte- Entonces detuvo los martillazos y me miró.

-Si se comporta así conmigo, será que sí he hecho algo que le ha molestado ¿No crees?- Hizo una pausa como si esperara que yo dijera algo, pero no supe el qué.- Aunque no sepa qué.-

Pues por el modo en que dijo eso sí que parecía saber algo.

-Estoy segura de que no- me empeñé de todos modos. Y lo hice porque Henry era tan bueno que intentaba justificar a mi hermano, cuando el único motivo para su comportamiento era que es un idiota.- Sé que tú nunca le harías nada malo a nadie.- Me acerqué más a él sin darme cuenta, pero logré pararme antes de rozarle el brazo.- No me gusta que Aidan te trate así, pero lamentablemente a la familia no la elegimos.-

Entonces, Henry frunció el ceño y apretó los labios en una mueca de furia tan repentina como desconcertante para mí.

-Sí y que lo digas- gruñó justo antes de golpear el metal con tanta fuerza que retrocedí unos cuantos pasos, sorprendida.

Durante varios minutos no paro de estrellar el martillo contra la pieza que estaba moldeando, sin parar un momento. En sus ojos llameaba el reflejo del fuego de la fragua como si se hubiese prendido de verdad.

De haber estado un poco más atenta, a estas alturas ya me habría dado cuenta de que Henry no estaba como siempre. Ya era extraño que hubiese rechazado el papel de Adrien y él nunca seguía trabajando cuando yo iba a verle, porque era imposible hablar así.

Pero ese extraño ataque de furia fue lo que me hizo reaccionar.

Acabó por partir el metal y tuvo que detenerse. Dejó el martillo y se pasó las manos por la cara. Intenté esperar todo lo que pude a que se calmara, pero la curiosidad me devoraba.

-Henry… ¿Estás bien?-

-Sí-

-Pero ¿Te ocurre algo?- insistí.- ¿Esto es por mi hermano?-

-No, claro que no- respondió rápidamente apartando las manos. Le dejaron dos graciosas marcas de carbón en la frente, pero la seriedad de su mirada me impidió sonreír. ¿Qué diablos le tenía tan alterado?

Henry solía mostrarse siempre tranquilo, aunque sospechaba que a veces se esforzaba más de lo que debía por ocultar sus problemas. Era inquietante para mí verle así porque me hacía pensar que lo que le pasaba era algo realmente grave.

-¿Qué pasa Henry?- le pregunté. Movió la cabeza de un lado a otro y no respondió. Intentó alejarse pero esta vez sí le cogí del brazo y tiré de él para que me mirara.- Cuéntame que te pasa ¡No se lo diré a nadie! Y si puedo ayudarte, lo haré.-

-Tú no puedes ayudarme, Bree-

Esas palabras me asustaron.

-¿Por qué no?-

Se giró hacia mí, así que le solté. Tardó en levantar la mirada y yo sentí un extraño pálpito en el pecho que me advirtió de algo en silencio.

-Es mi padre- soltó al fin. Pero no lo entendí ¿Le pasaba algo a su padre? O sea que Henry estaba bien ¿No?- Mi padre quiere deshacerse de la herrería para dedicarse por completo al Consejo de la Aldea.-

Intenté pensar deprisa en lo que eso significaba pero ya estaba demasiado nerviosa como para concentrarme.

-Creí que tú te harías cargo de ella cuando te graduaras.-

-Eso pensaba yo también, pero no será así.-

-¿Y qué harás cuando acabes la escuela?-

Por un instante se me pasó por la cabeza la idea de que Henry quisiera hacerse cazador también y me pareció lo peor del mundo.

-Mi padre quiere que marche de la aldea y me busque un futuro en algún lugar mejor del Continente.-

-¿Qué?-

Estaba equivocada. Eso sí que era lo peor. Me quedé sin respiración por un instante que nunca acababa. Perdí la fuerza de los brazos, de las piernas y probablemente del cuerpo entero; de hecho, no sé como hice para no caerme al suelo.

-Pero no puedes irte- murmuré. Mi voz sonó aguda, casi histérica y tuve que hacer una pausa para controlarme.- Además tú no quieres irte ¿Verdad?- Henry dudó. Estaba vacilando, lo vi en sus ojos y experimenté una mezcla de pesar e irritación.- Habrá algo por lo que quieras quedarte ¡¿No?!-

Henry dio un respingo, extrañado. Sin querer había alzado demasiado la voz y puede que también golpeara el aire con el puño. ¡Estaba muy asustada!

-Pues claro, Bree. Tengo cosas… realmente importantes- Se detuvo y miró a su alrededor.- Pero ¿Qué puedo hacer? Si mi padre vende la herrería… esto es todo lo que sé hacer. Soy herrero. Eso es todo.-

¡¿Qué tonterías estaba diciendo?! ¡Él era mucho más que eso! ¡Y no podía irse! Si Henry se iba… ¡No! No iba a pensar en eso porque no pasaría.

-¡Díselo! ¡Habla con tu padre! ¡Dile lo que piensas!-

-Ya lo he hecho. Esta mañana hemos tenido una pelea horrible por ese tema.- Le vi coger de nuevo el martillo aunque ya no parecía furioso. Y eso me asustó más, porque si no se enfadaba es porque quizás ya se había resignado a la idea de irse.- Mi padre no quiere escucharme. Nunca lo ha hecho…-

-¡Pues oblígale a que lo haga!-

-Bree, te aseguro que yo deseo quedarme- me dijo muy serio.- Quiero que lo sepas.- Añadió en voz baja. Sostuve su mirada hasta que fue él quien la retiró.- He intentado que me entienda pero mi padre y yo no… nunca hemos estado muy unidos. Lo que más le importa es el Consejo y… yo ya no sé qué más hacer.-

Se estaba rindiendo… si es que no lo había hecho ya. Fue tan evidente que lo que sentí fue un dolor físico, en mitad del pecho. Y crecía increíblemente rápido cuanto más le miraba.

Tenía que irme.

Me coloqué la capa sobre los hombros de mala manera y me dirigí a la puerta. Necesitaba salir, respirar; ese calor asfixiante me ahogaba.

Henry me siguió cuando yo salí por ella sin dirigirle una palabra, pero se quedó dentro de la herrería.

-Bree… no quiero que te enfades conmigo.-

-No me enfado.- No era cierto. Estaba furiosa, pero no quise preocuparle también con eso.- Te veré en el ensayo.-

Asintió con cierto aire ausente, supuse que eso era lo que menos le importaba en esos momentos. Y a mí tampoco, la verdad.

Empecé a caminar sobre la nieve y agradecí el aliento gélido que encontré a mi paso. No me giré a mirar atrás ni una sola vez.

29 de Febrero: El Día del NigromanteWhere stories live. Discover now