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28 de Febrero, Nameless.

-Por favor... por favor... no me mates- supliqué desesperada. Me pegué todo lo posible a la pared que tenía a mi espalda, pues no había escapatoria alguna.- Has destruido toda mi aldea... ¡Por favor! ¡Deja que al menos yo viva!-

-Silencio. Morirás. Yo, el Nigromante, beberé tu sangre y lograré la inmortalidad para siempre.-

-¡No! ¡Por favor!- aullé aterrada.- ¡Haré lo que sea!-

-No hay nada que puedas hacer. Vas a morir. ¿Tienes un último deseo?-

-¡Sí!- respondí, malhumorada y poniendo los brazos en jarra.- ¿Te importaría tomártelo un poco más en serio?-

Mi hermano, de pie frente a mí, ladeó la cabeza soltando el pergamino sobre la mesa de mala manera.

-Pues no. Resulta que esto es todo lo en serio que puedo tomármelo, Bree- me respondió.- Esta obra siempre me ha parecido una tontería. Y que tengamos que repetirla cada año en la escuela me parece una tontería aburrida.-

Sacudí la cabeza.

-¿Y por qué has aceptado ayudarme a preparar el papel, Aidan?-

-¡Pero si me negué! Papá me obligó-

Bueno, eso era relativamente cierto.

-No sé para que te molestas en ensayar y preparar el papel de Lucy. Todos los años te toca hacer de Mona, la muerta.-

Me contuve antes de contestar a eso porque todo lo que se me vino a la mente fueron insultos y no quería empezar una discusión con Aidan tan temprano.

Además debía mantener la calma y la concentración ¡Sobretodo la concentración! Era de vital importancia que este año consiguiera el papel de Lucy en la obra, porque seguramente Henry, como todos los años, interpretaría al héroe: Adrien Olc-Mirage, quien salvaba a Lucy del Nigromante en la batalla final.

A mí siempre me asignaban a Mona, la aldeana que moría asesinada en el primer ataque del Nigromante. Y Elizabeth siempre era Lucy. Durante tres años he tenido que ver como Henry salvaba a Elizabeth, la cogía en volandas en mitad del escenario y la besaba en la escena final ante la amorosa ovación de toda la aldea. Y después, encima, tenía que aplaudir.

Si tenía que soportar eso una vez más...

¡No! Este año sería todo distinto. Este era mi año y estaba preparada para hacerme con el papel protagonista. Nada impediría que lograra mi objetivo, ni siquiera la total falta de apoyo de mi hermano mayor. Era mi última oportunidad para lograrlo, pues la clase de Henry y Aidan se graduaría al acabar el año y no volverían a participar en la función.

-Este año las cosas serán distintas- le dije a mi hermano mientras me colocaba la capa de piel y me pasaba el bolso de cuero por el hombro.- Seré la protagonista y haremos una función que nadie en la aldea olvidará jamás.-

Sí. Realmente estaba convencida de mis palabras, como casi siempre que afirmo algo. A menudo tengo que soportar las bromas de Aidan porque no suelo acertar ni una. Mas aquella vez, mis palabras iban a cumplirse como si se tratara de una profecía.

Claro que aquella mañana no podía ni imaginar lo mucho que me arrepentiría de haberlas pronunciado.

Recuerdo que mi escuela tenía la maravillosa particularidad de generar temperaturas más bajas en su interior, de las que hacía en el exterior de ella. Y eso era algo que notábamos especialmente durante los crudos inviernos que azotaban la aldea.

29 de Febrero: El Día del NigromanteWhere stories live. Discover now