La muerte

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Media escuela habla sobre la fiesta que se llevará a cabo el viernes en casa de quién sabe quién. ¿Por qué siempre hay tanto alboroto cuando se trata del alcohol? No lo sé, yo misma me la vivía pensando en las fiestas y en el baile, pero después todo aquello pasó a segundo plano y me centré en cosas más importantes.

Ahora las chicas hablan de sus atuendos, de quién asistirá y de la razón por la que esa fiesta puede ser la fiesta del semestre, aunque apenas llevemos tres semanas de clase. Tal vez por eso les emocionan las fiestas, porque apenas vamos iniciando y no estamos atascados en tareas, exposiciones y exámenes.

Como debí imaginar, a mí nadie me informa de la fiesta por lo que supongo que tampoco fui invitada a esta. Lo bueno es que no me interesa, prefiero salir con Germán a cualquier lugar donde la paz y tranquilidad reinen.

He llegado a pensar que presentarle a mamá a Germán es una buena idea. Podría llevarlo al cementerio, pero además de que es demasiado pronto, podría pensar que soy rara porque no es muy agradable llevar a tu nuevo... ¿Amigo? A la tumba de tu madre. Una cita con los muertos no es la mejor forma para conocerse.

Entro al salón y me encuentro con Aiden de frente. Yo iba entrando y él saliendo. Me quedo sin palabras por un momento. Últimamente sus humillaciones solo son sonidos de burla cuando entro al aula, después de la escena de las ITS ha estado tranquilo. Estoy preparándome mentalmente para cualquier comentario vergonzoso que me haga querer largarme de este pueblo para siempre, pero simplemente me toma de los hombros y me hace a un lado.

—Fíjate por donde caminas.

Y entonces desaparece por la puerta. ¿Eso es todo? Vaya, hoy está de buen humor.

Tomo asiento en mi preciado lugar y saco un bolígrafo y la libreta. Echo un vistazo al salón: Dado que hoy llegué temprano, lo encuentro poco concurrido. Hay cuatro personas: tres chicas y un tipo con capucha que mira su teléfono; seguramente está jugando algo. Dos de las chicas están tomadas de la mano, supongo que son las que vi besándose el primer día. La otra juguetea con su bolígrafo mientras lee unas hojas que tiene sobre la banca.

¡Mierda! Golpeo mi pierna con la palma de la mano. El maldito ensayo no lo imprimí. Eso es lo que sentí que se me olvidaba esta mañana cuando Valentina me deseó un buen día y me recomendó sonreírle a la vida. El lunes en la noche apenas dormí por hacer ese jodido trabajo para literatura y ahora resulta que olvidé imprimirlo.

Me levanto de un salto, tomo la USB de la mochila y corro hacia la biblioteca de la universidad. Seré obsesiva, pero cualquier dato/archivo que me parezca importante, lo respaldo y guardo una copia en mi memoria. Ser humano precavido vale por dos y claro que sí pues ahorita me sacará de un apuro.

Corro a la biblioteca en el último piso. Llego jadeante y corro hacia una computadora. Más vale que la impresora no sepa que estoy apurada, esas cosas huelen el miedo, olfatean tu desesperación y se tardan en imprimir.

Meto la memoria en la computadora y espero a que esta la lea. Una vez que se abre la carpeta de archivos, encuentro mil cosas que probablemente ya no me servirán. "Trabajos de Cálculo, Ensayos de Biología, Fotos de la pijamada". Ugh, recuerdo aquella noche con Haziel, nuestro "desfile de modas" fue un desastre, qué vergüenza. Pronto que depuraré esto, nada más ocupa espacio.

Encuentro el archivo correcto y le doy imprimir. Bien, aún tengo tres minutos, puedo hacerlo. Mientras el trabajo se imprime, le echo un vistazo a los archivos que tengo, varios son tonterías o cosas de la escuela: Prácticas de laboratorio, algunas reseñas de libros, algunas son fotos con Haziel y así. Entonces llego a una carpeta que me llama la atención: "Halladas y reconocidas." ¿Qué carajo? Eso no es mío, o al menos no recuerdo haber creado una carpeta con ese nombre.

Lo que fui sin tiWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu