Prólogo

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Henry Wentworth tenía todo lo que hacía falta para que cualquier chica se enamorara de él. Bueno, quizás todas sea demasiado exagerado. Es más apropiado decir que le amaban todas menos una.

El problema era que Henry amaba a la chica equivocada: Elizabeth Macha. A ella no es que no le interesara Henry, es que no le interesaba en absoluto el amor, ni nada relacionado con él. Ella solía decir que eso eran tonterías.

Siempre que la oía decir cosas como esas me daban ganas de pegarle un puñetazo en su perfecta naricilla.

A Elizabeth solo le importaba trabajar, estudiar y ser una muchacha respetable en todos los sentidos. Por eso no se fijaba en ninguno de los chicos de nuestra aldea. Ni siquiera en Henry Wentworth. ¡Eso era impensable! ¡Todas se fijaban en él! ¿Cómo no hacerlo?

Henry Wentworth era el chico más guapo de toda la aldea Nameless. Llevaba trabajando en la herrería de su padre desde antes de los doce años y el trabajo duro con el hierro y el metal habían moldeado sus brazos volviéndolos fuertes y resistentes. Era alto y ligeramente delgado, a pesar de sus músculos. Pero lo que lo hacía tan atractivo para todas las chicas de Nameless era su rostro.

Henry era de los pocos de la aldea con ojos claros y su cabello castaño también era claro, tanto que a veces parecía más rubio oscuro que castaño. Su nariz era redondeada y sus labios gruesos. Tenía la tez algo más pálida de lo normal porque pasaba poco tiempo al aire libre, pero cuando te sonreía era como si cayera sobre ti un inesperado chaparrón de lluvia fina y cálida.

Habría sido ingenuo no pensar que algunas de esas chicas "enamoradas" no se vieran, en realidad, atraídas por el hecho de que Henry era el futuro heredero de la única herrería de la aldea. Algo muy a tener en cuenta, pues eso le aseguraba una vida acomodada y una posición de importancia en el Consejo de Nameless.

No es por pensar mal, solo digo que es un dato a tener en cuenta. Y el hecho de que Henry debía andarse con cuidado.

Pero Henry estaba enamorado de Elizabeth, o eso era lo que parecía. Para hacer honor a la verdad, el herrero era demasiado reservado tanto con sus palabras como en sus actos y resultaba difícil estar seguro.

En cualquier caso, así es como comienza esta historia: Henry Wentworth estaba enamorado de Elizabeth Macha. Elizabeth Macha no amaba a nadie. Y yo, Bree Thomas, estaba enamorada de Henry. Pero esta no es mi historia aunque sea quien la vaya a contar. Tampoco es la historia de Henry, aunque sea el primero al que he mencionado. ¡Y desde luego, no es la historia de la boba de Elizabeth!

Esta es la historia del 29 de Febrero: El día del Nigromante.

29 de Febrero: El Día del NigromanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora