IX "Un buen día"

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Nota: en esta novela no se usará el Creepypasta de Jane Richardson, por el hecho de que no se podría ligar su presencia en la historia.

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El resto de la mañana y parte de la tarde me dediqué a entrenar con mi hermano. Si me quejaba de que los Proxys eran demasiado, con Jeff no pude decir nada al respecto; no tenía una pizca de piedad hacia su contrincante, y para ser uno solo, me ha agotado más que los otros tres juntos...

Apoyé mi espalda en el barandal de la escalera y me deslicé hasta sentarme en el piso. Estaba asquerosa. Sudada y con algunos cortes en mis brazos y por mi ropa. Apenas pude esquivar un roce en mi mejilla, pero que dejó una marca visible.

-Levántate, aún no terminamos con tu castigo, _____-dijo con una amplia sonrisa en su rostro.

Me incorporé como pude, pero Jeff me volvió a derribar sin hacer un mínimo esfuerzo.

Odiaba sentirme débil, realmente lo odiaba. ¡Pero vamos! Dos horas con lo mismo, ya no puedo más.

Llegué a darle una patada en su rodilla, haciendo que pierda por un momento su equilibrio y me lancé sobre él, pero apoyó sus piernas en mi cuerpo y me lanzó hacia el otro lado del salón. Me llevé puesto el sofá, ya dañado por los años y ahora por mi culpa. Volvió a acercarse, balanceando el cuchillo en su mano y la otra extendida hacia mí.

La rechacé de un manotazo y me puse de pie, caminando hacia las escaleras con un paso seguro. Ya estaba harta.

-¡Si aún no hemos terminado! ¡Eres una caprichosa!-Exclamó con ambos brazos abiertos.

-¡Si no me sirve nada de lo que hemos estado haciendo!

-¡Apenas llevamos dos horas y media, _____!-Respondió con humor-Si así de sencillo te rindes, no sirve perder mi tiempo con escorias como tú.

Seguido de eso oí un desliz metálico. Di un salto hacia atrás, tomándome de la baranda de la escalera para no caer y frente a mi nariz el cuchillo de Jeff estaba clavado en la pared. Lo miré a él, atónita, y su rostro de satisfacción hizo que me enfadara aún más.

-¡¿Y ahora qué te pasa?! ¡Demente!

-Lo esquivaste. Me arriesgué a que atravesara tu bonita nariz, pero mira cómo tus reflejos sirvieron de algo.

Lo pensé por un momento y tenía sentido. No estaba prestándole atención y sin embargo esquivé su cuchillo. Sonreí levemente al final.

-Iré a ducharme.

-¿Y qué me importa a mí?-Contestó, subiendo las escaleras y sacando su cuchillo de un tirón de la pared-. Al menos dime un "Gracias, querido hermano, por gastar tu valioso tiempo en niñas torpes como yo".

Negué con la cabeza y subí al pasillo, dejando a Jeff hablando solo. Miré alrededor y nadie estaba fuera de sus habitaciones, algo un poco extraño. De repente unos golpes bruscos hicieron retumbar la puerta de Sally y varios gritos siguieron después. Comencé a temblar sin haberme dado cuenta, pues no tenía nada con qué defenderme o defender a la pequeña. Me acerqué cuidadosamente a la puerta, para abrirla y atacar con lo que fuera al maldito...

Pero abrieron la puerta de un golpe y de allí salió Ben, riendo a carcajadas y flotando con un peluche amputado en sus manos. Detrás lo perseguía Sally, gritando que le devolviera su peluche para continuar una fiesta de té...

Esto es ridículo.

La risa de Toby salió del cuarto de Sally. Curiosa, me acerqué a la entrada y lo divisé, sentado en una sillita de plástico sucia alrededor de muchos juguetes...rotos. Más bien, sus extremidades habían desaparecido, para estar colgadas por las paredes de la habitación de la niña.

Dos destinos. (Creepypastas y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora