Israel, Jerusalem

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Nota: Durante la madrugada el tráfico de la calle no me dejaba dormir y he sacado unos tapones (con la luz apagada) de cera y me los he puesto.

Al levantarme no escucho nada por el el oído derecho. Trato de quitarme el tapón pero no hay manera. Lo intento una y otra vez y nada. Me fijo en la cajita blanca que está sobre la mesita de noche de mimbre y descubro que los tapones venían acompañados de un algodón con el que había que envolverlos. Trato de quitarme el tapón pero no hay manera. Parece como si un trozo pequeño de cera se me hubiera quedado atascado. No tengo bastones ni nada con lo que sacármelo. Trato con un papelito pero nada parece que lo tengo bien metido. No le doy más importancia, me ducho y bajo a recepción.

Hablo con el responsable para que me guarde la maleta durante el día pero apenas le oigo, le explico lo del tapón pero me trata como si fuera un rarito (Ahora sé cómo se siente la gente sorda, por lo menos por un rato). Mientras mete mi maleta en la rebotica veo como dos chicas portuguesas salen al pasillo. Me pongo a hablar con ellas y les explico lo del tapón pero no hablan muy bien inglés, es más desconocen la palabra “earplug” y entienden algo como “tengo tanta cera en el oido que no puedo escuchar nada” entre risas me sacan unos bastoncillos y empiezo a tratar de sacármelo pero nada.

Cuando me quiero dar cuenta  el minibús que me tiene que llevara a Jerusalem esta fuera pitando desde hace rato. Salgo corriendo. Durante el viaje voy con el bastoncillo tratando de despegarlo. Cuando creo que la única opcion ya es ir a urgencias consigo sacármelo, resulta ser del tamaño de medio garbanzo. Al parecer trataba de extraer algo pequeño y resulta que todo lo que tocaba era el tapón.

Conclusión: no uséis tapones de cera, son peligrosos. Y si los usáis no penséis que el algodón que los acompaña es como el corcho que acompaña la televisión.

En el autobús una señora judía nos va explicando lo que vamos viendo. Lo hace en inglés y en español, pero en español ya es todo muy resumido. Cada 4 palabras que dice en inglés dice una en español y de mala gana. En el grupo casi toda la gente son personas mayores, es un turismo religioso.

Nos enseña el arpa de David de Calatrava desde el bus y luego ya paramos y nos metemos en el barrio judío. Es un barrio realmente original y que vale la pena ver. Parece que estés en otra época totalmente.

Empezamos a callejear por un zoco y acabamos en una tienda de souvenirs que pertence a un amigo de la señora que nos da el tour. La señora nos dice que aquí podremos comprar muy buenos recuerdos y a buen precio. Luego  poco menos que nos encierran bajo llave en la tienda.

Nos ofrecen café gratis para que estemos bien cómodos y podamos comprar sin que nos falte de nada. La señora va animando a la gente a que compre y al cabo del rato me ve a mí que estoy en la puerta de la tienda tratando de salir. Me engancha y me dice.

–Vente que te veo un poco despistado !Te tienes que llevar una cruz de David!

Me lleva a la vitrina.

-Mira aquí hay muchas, llévate una y así te la bendicen luego en la iglesia.

Miro los precios. La cruz más barata vale 200 dólares. La verdad es que por ese precio podrían venir ya bendecidas. Mientras me hago el sueco engancha a un pobre argentino que por poco le da un pasmo al ver los precios. La señora le presiona un poco apelando a su espíritu religioso.

 Antes de salir con menos doscientos le digo que voy a ver los de madera que parecen más bonitos. Estoy un rato curioseando y compruebo que los de madera valen 10 euros.

Nos vamos al santo sepulcro. Luego a comer. No me queda otra que ir al restaurante que la señora me dice porque el taxista que parece compinchado con ella no me quiere llevar a Tel Aviv de vuelta. Dice que primero coma, que él tiene que hacer un “break”.

Me quedo allí a comer. La comida israelita muy buena por cierto. Después me despido de la señora (una persona cuyo único objetivo desde que pisé el autobús ha sido desplumarme).

–Dale una buena propina al taxista, aquí es costumbre- me dice con una amplia sonrisa.

En fin, cuidadín con los viajes organizados.

Diario de un español en el mundoWhere stories live. Discover now