Islandia Capítulo 3

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Poco antes de despertar llegué a un albergue donde la ONG asociada al voluntariado tenía su cuartel general. Era una casa grande de madera pintada de blanco. Las ventanas estaban desconchadas y la vivienda estaba bastante destartalada lo que me confundió al principio. El timbre no funcionaba y decidí dar la vuelta a la vivienda. Caminando a través del jardín alcancé la parte de atrás. Había un pequeño huerto, flores y hierba por todas partes. También una pequeña vivienda de invitados que parecían haber convertido en una sala de estar.

Seguía dudando de haber llegado al sitio indicado porque no veía a nadie. Sin embargo los grandes grafitis que adornaban las paredes traseras de la vivienda me hacían pensar que debía ser allí. Llamé a la puerta y me abrió una americana con un fuerte acento del medio oeste. Como si hubiera repetido la historia un millón de veces me explicó que trabajaba allí de voluntaria desde hacía seis meses y que coordinaba a la gente para que cada persona llegara al voluntariado que tenía asignado. Me comentó que empezaban más de veinte voluntariados ese fin de semana y que ella tenía que encargarse de mandar a cada grupo a una región distinta del país. Le di mi nombre y la confirmación con el código del voluntariado y me dijo que al día siguiente llegaría allí un minibús que nos llevaría a Eskifjorour, un pequeño pueblo de pescadores, donde tenía lugar el voluntariado.

Me dijo también que no le quedaban camas y que tendría que dormir en otra de las casas que tenían. No obstante, por el momento podía pasar la tarde allí para conocer a la gente y enviar un email a mi familia diciendo que había llegado. Me comentó que por la noche había una fiesta de bienvenida y que me pasara.

Pase al salón donde había algunos ordenadores con acceso a Internet. Estaban todos ocupados y me puse a esperar. En los sofás había cuatro personas. Una de ellas era un chica morena de piel pálida. Tenía unas grandes ojeras, una palestina en el cuello y el pelo enredado. Les hablaba a los demás sin parar. Sin embargo ninguno de las tres personas restantes parecía escuchar. En concreto una chica de aspecto español y unos ojos perspicaces miraba directamente a otra parte aburrida.  

Diario de un español en el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora