Marruecos Capítulo 3

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Nos despertó el trasiego de huéspedes que pasaban por delante de nuestra puerta. Me levanté y cruzando a oscuras la habitación abrí la puerta. Un fuerte rayo de sol inundó la habitación. Jesús y Jaime se incorporaron sorprendidos. Había que moverse. No teníamos mucho tiempo. Después de ducharnos subimos a la terraza de arriba.

Cubierta de ladrillo rojo te permitía observar Marraketch desde lo alto. Un amasijo de cables eléctricos y telefónicos enganchaba unos edificios con otros. Un caos arquitéctonico perfecto para perderse en la ciudad y encontrar algo de aventura. Todas las esquinas de la terraza estaban cubiertas por alfombras y cojínes y nos tumbamos al sol con la intención de relajarnos y decidir quien era el encargado de ir a buscar algo de desayuno. 

De repente apareció por allí una joven con una bandeja. Nos traía té y pastas. No pudo ser más oportuno. Estabamos muy relajados y aquella joven marroquí con una amplia sonrisa nos ofreció un té buenísmo. Se trataba de un té a la menta hecho con hierbabuena y azúcar. (Más tarde descubrí que en España se llama "Té moruno"). Aquel té fue la primera muestra de hospitalidad. Algo que es muy típico de Marruecos, donde en cualquier lugar te pueden invitar a degustar su té sobre una alfombra. Las antiguas costumbres dicen que has de tomarte tres. El primero amargo como la vida (sin azúcar), el segundo dulce como el amor (con azúcar) y el tercero, suave como la muerte. Y entre cada tacita te puedes tomar un dulce. Muchos provienen de la cultura hispano-musulmana porque lo que nos eran familiares: dulces de almendras, pistachos, nueces, miel y los de coco que no me gustaron.

Bajamos a la calle y tras saludar al joven que nos había abierto la puerta nos dirigimos al Gran Bazar. Un mercado donde puedes encontrar casi de todo y donde es obligado el regateo. Por la calle empezamos a ver las cosas de otra manera. Con la luz del día despareció  aquella impresión siniestra que tuve la noche. Simplemente había un caos de tráfico y gente cruzando la calle por cualquier. Con nuestras cámaras y forma de vestir llamábamos la atención. Nos identificaban como turistas y a cada metro recorrido había alguien ofreciéndote alguna cosa que comprar. (Para el que le cansen este tipo de situaciónes mejor no visitar Marruecos porque es un no parar. )

De repente justo cuando iba a cruzar la calle pasó por delante de mí una joven realmente preciosa. Me giré a su paso para señalarle a mis primos que no se perdieran a esa belleza. Sin embargo,  cuando me quise dar cuenta Jaime ya la había parado y hablaba con ella. Escuché que le preguntaba cosas como: ¿por dónde había bares para salir por la noche? Y cosas así. Después ya para nuestra sorpresa le dio el teléfono y se marchó. Nos quedamos flipados. En España no es sólo que esa chica no se hubiera detenido si no que le hubiera mandado a freir espárragos. La joven se llamaba Azeeza y Jaime había quedado en llamarla esa misma noche. 

Con mi primo Jaime y su sonrisa de oreja a oreja continuamos el camino. Había muchos puestos de comida pero no daba ganas de probar nada. La carne estaba al sol y había muchas moscas. Es recomendable buscar un restaurante o algo mejor que un puesto callejero.

Cuando entramos en el Gran Bazar empezó la locura. Había gente por todas partes. Incluso algún pirado se metía por dentro con su shutter. Los comerciantes te gritaban para llamar tu atención. Querían que echaras un vistazo a su tienda. Nos interesamos enseguida por la ropa. Estaba lleno de imitaciones baratísimas de Tommy Hilfiger, Ralph Lauren etc..y estuvimos allí negociando precios. Como me habían comentado te piden siempre tres veces más de lo que vale y tienes que que conseguir bajar el precio al menos una tercera parte. Una buena técnica resultó hacer como si te marchases. Así iban bajando el precio bastante más rápido. El regateo es algo divertido, a pesar de que al final del día, ya estas cansado de regatear y ya vas pagando casi lo que te piden. Después del mercado nos fuimos a comer.

Encontramos un restaurante con una terraza en lo alto y allá que fuimos. Pedimos varios platos para compartir y así probar más cosas. Cuscus de pollo, Tahin y Zaaluk. Nos chupamos los dedos. Está todo buenísimo y la comida es muy saludable. Nos saltamos el postre y pedimos una cerveza. Había que disfrutar del sol y las vistas a una plaza cercana. Jaime escribió un sms a las chicas españolas y éstas le contestaron que estaban en una plaza cercana. Justo la plaza que queríamos visitar.

Diario de un español en el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora