Islandia Capítulo 9

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Más tarde nos tocó fregar y estuve rascando las sartenes con la pechugona. Desde luego el pichabrava había tenido la peor idea del mundo, después de estar toda la tarde liado cocinando ahora tenía que fregar. Se había quemado el fondo de la olla y habían quedado cuatro dedos de pescado y caldo solidificado totalmente apelmazados. La pechugona se había tranquilizado y había comprendido que su pataleta no tenía sentido. Me había pedido disculpas sonriéndome al tiempo que me decía que ella se iba a ocupar de casi todo.

Después de la cena nos subimos y hubo gente que se quedó por la cocina hablando o tomando una cerveza. Arriba se había montado un pequeño motín, Nacho y Don Julián no parecían haberse cambiado de calcetines en toda la semana y la suiza y las italianas estaban quejándose y proponiéndole a pichabrava que hubiera una habitación de chicas y otra de chicos. El pichabrava junto con la alemana mala tenía habitación propia, unos pequeños habitáculos que se habían agenciado el primer día por el hecho de haber entrado en la casa un poco antes que el resto y  tener rango de monitor. Circulaba ya el rumor de que la suiza iba por las noches al cuarto de pichabrava y volvía antes de que nos levantáramos.

Pichabrava puso orden y le pidió a Nacho y Don Julián que fueran más ordenados.

Después, se marchó y las chicas se fueron a la ducha, me puse a hablar con Don Julián y nacho.

-Ya veo Julián que os han puesto la etiqueta de repelente para las mujeres je, je. Eso me deja más margen.

-Cabrón el pestazo también viene de tus calcetines. Qué jeta tiene el pichabrava, como le gusta colgarse medallitas con las tías, le ha faltado decirnos en nuestra cara que somos unos cerdos -concluyó Don Julián.

-Julián que esto va a mermar tus posibilidades con las italianas - empezó a pincharle Nacho.

-Ya te digo cabrón, la ropa que apesta más es la tuya y ahora me han metido en el mismo saco que a ti.

-Bueno, tus calcetines tampoco huelen a rosas.

Don Julián se sentó con la espalda apoyada en la pared.

-Madre mía es que están tremendas. La rebeca esa tiene unas piernecitas así morenas y tostaditas. Parecen muslitos de pollo.

-Ja, ja ya te digo- continuó nacho.

-Y la otra es que le encanta pasearse en braguitas y ponernos a todos enfermos.

-Habría que hacer una fiesta o algo y así las emborrachamos- comentó Nacho.

Después de hablar con los chicos la gente fue acostándose y me quedé dormido.

A la mañana siguiente, a las 8 ya se estaban escuchando gritos. La alemana mala parecía sentirse un poco desplazada ya que había por un lado perdido el mando del campo de trabajo y por otro no parecía haber ningún chico interesado en ella. De esta manera, a grito pelado descargaba sus frustraciones. Yann que seguía furioso por la historia de la bola iba tras ella como una escoba asegurándose de que todo el mundo se despertaba.

María, en un tono de extrarradio, dijo que estaba hasta el coño de que la levantarán de esa manera. Ojeras dijo: Este noi m´esta tocant la moral” e incluso el alemán bueno que era hombre de buena voluntad pronunció unas palabras en alemán que no llegamos a entender pero si entendimos que sólo denotaban hastío y muerte en vida.

María y la francesa avispada, que ya la llamaban la francesa loca porque gritaba en sueños como si estuviera poseída, dijeron que estaba lloviendo y que era una locura salir a trabajar. Alguien comentó que ese era el clima normal por las mañanas de agosto y algunos prefirieron no pensar como era allí el invierno. La alemana mala que empezaba a escuchar críticas comentó que teníamos chubasqueros y que todo el mundo se preparase para ir a limpiar una playa cercana.  

Diario de un español en el mundoWhere stories live. Discover now