Islandia Capítulo 8

521 14 3
                                    

Después de un rato, a pesar de quedar trabajo por hacer, todo el mundo estaba hambriento y con ganas de acabar. Las dos españolas hacía un rato que habían buscado una excusa para volver a la casa, aduciendo que iban a cocinar, y Don Julián y yo nos dimos cuenta de que cada vez que mirábamos montaña abajo había una persona menos. A la media hora el barrendero dio por finalizado el trabajo y volvimos andando a casa.

De camino nos encontramos con gente nueva que llegaba a nuestro campo de trabajo. Les mostramos el camino y charlamos un poco con ellos. Formaban un grupo bastante variopinto. Para empezar dos francesas. La primera, una pequeñita y rubia con cara angelical parecía una chica muy tímida. Daba unos pasos inseguros y evitaba nuestras miradas mirando al suelo constantemente. La otra totalmente opuesta, alta y avispada, se percataba de todo lo que ocurría a su alrededor. En pocos segundos vimos como para todo tenía un chiste con doble sentido y una risa socarrona. También les acompañaban un chico y una chica taiwaneses que se habían conocido casualmente en el autobús. Y por último un japonés con una gran cámara de fotos que parecía no entender una palabra de lo que decíamos. Extrañamente llevaba, atado con una correa como si se tratara de un perro, un hurón.

Entramos en la casa y las españolas estaban cocinando unas salchichas. Don Julián y yo hambrientos nos armamos con un plato y un tenedor. Tras darle un poco de coba a la gaditana accedió a darnos una salchicha a cada uno. Nacho también se acercó con su plato y por el hecho de ser español completó lo que más tarde sería el grupete. La gente comenzó a llegar hambrienta por todas partes, algunos que habían subido a cambiarse bajaban por las escaleras, otros entraban por una puerta de la cocina que daba al exterior, y otros venían del comedor donde se encontraba la puerta principal. Las españolas empezaron a estresarse. Todo el mundo quería comida pero no había para todos. Nacho aprovechando que Don Julián y yo le contábamos a María la historia de la bola fue el primero en pinchar una salchicha.

-Nacho espera que haya acabado- dijo Elvira nerviosa.

-Vale, vale. Pero ésta ya esta bien.

Nacho dejó la salchicha en el plato y se fue a por ketchup a la nevera. Cuando no había ni abierto el frigorífico pasó por allí ojeras y pinchó su salchicha devorándola en cuestión de segundos. Julián y yo, viendo entre risas la cara que se le quedó a nacho al volver, cuidamos de nuestra salchicha y tratamos de conseguir un poco de pan. La gente revoloteaba alrededor de la cocina, ya no había espacio, todo el mundo buscaba comida y trataba de cocinar algo por su cuenta. Las españolas se volvieron locas, todo el mundo se arremolinaba alrededor de ellas empujándolas y en cuanto un plato quedaba sin vigilancia era desvalijado.

Con la comida que había comprado la monitoria alemana mientras trabajábamos no se podía cocinar nada coherente y la gente estaba haciendo los platos más rocambolescos del mundo.

Después de la comida y tras una breve siesta el pichabrava nos reunió en las mesas del comedor para darnos la primera clase de fotografía y comentarnos cómo iban las cosas. Le gustaba escuchar su propia voz y hablaba de manera pausada. Comentó que la comida había sido un desastre, quedaban restos de pan por todas partes y prácticamente se habían utilizado todas las sartenes y enseres de la cocina. A pesar de mancharlo todo, casi todo el mundo había quedado hambriento. La fregada, de la que se había hecho cargo de organizar, había sido bastante traumática para los dos desorientados que había pillado por banda para que fregaran los platos, el alemán bueno y el japonés. Los menciono un par de veces en agradecimiento y el japonés que se sentía aludido pero no entendía mucho  de que se hablaba saludaba con su mano, todavía arrugada por el agua caliente, pensando que lo estaban presentando. Después de insistir en que la cocina parecía haber sido usada por unos salvajes, comentó que convenía también hacer un turno de cocineros.

Diario de un español en el mundoWhere stories live. Discover now