Ceremonia

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-¡Bienvenidos!- dijo la voz de Sarda -Esta noche nuestros iniciados probaran su valor entrando a nuestra mina. Para todos los protectores de esta Sede ha sido y será siempre una prueba que medirá su voluntad ante lo que se consideran por cada uno de nosotros nuestro más grande desafío. Serán probados por los Espíritus guardias que fundaron nuestra Sede desde el inicio. Y si logran salir airosos, serán reconocidos por esos mismos espíritus.-

La gente aplaudió entusiasmada mientras nosotros estábamos al centro de todo. La magnificencia del lugar no se había reducido ni un poco, pero en las gradas, tantas  y tantas personas nos observaban. Si de por si el lugar era apabullante, ahora era simplemente abrumador. Lo curioso es que en el salón de tronos, los tronos habían desaparecido, ahora de las escaleras a la cascada, no había más que tierra. Sarda hablaba desde el centro del lugar. Su vestimenta era curiosa. Era un traje de karate, se llaman dobok, totalmente negro. Sin marcas o costuras notorias. Era por entero negro. Pero lo que llamaba la atención era el cinturón, De primera vista pareciera un listón cualquiera, pero visto más atentamente, ondulaba de una manera siniestra, y no era uniforme en los bordes, estos parecían moverse, como si no fuera hecho de tela sino de algo… diferente

-Se dice que desde tiempos inmemoriales los Guardianes han existido, dando vida al mundo desde su nacimiento, pues nacieron con el mundo.-  conocía esa voz, era uno de los hermanos avatares, negro como carbón y vestido con un pants negro y una playera sin mangas

-Y desde que el mundo es mundo, existieron los Guardianes, y crecieron con el mundo- La luz se esfumo entonces, las antorchas quedaron a un nivel muy pequeño y el cielo se volvió como una noche estrellada. Solo el centro del lugar era visible. Andros fue el que se adelantó primero.

-Tierra le dio forma a lo que existe, representa toda la materia que existe en el planeta. Es el símbolo de vida y firmeza. Quienes tienen un vínculo con el espíritu de la Tierra son firmes de carácter y diversos como la tierra misma. Trabajan duro y siempre son un apoyo para sus compañeros. Esta es su expresión.-

Andros entro al círculo, salido de Dios sabe dónde. Llevaba un dobok sin mangas de color verde y amarillo, con un tono café en sus hombros y piernas. Su cinturón estaba hecho de… ¡madre mía! Su cinturón era de piedra, gris y dura piedra que se novia cuando lo hacia él. Flexible como tela pero joder, era una maldita piedra.

Hiso una inhalación profunda y acompaño el movimiento con los brazos al pecho, luego exhalo lentamente bajando los brazos. Su posición era la de un maestro de artes marciales…. Que está por iniciar un ejercicio asombroso. No me equivoque.

De pronto una música con un ritmo veloz comenzó a sonar, era pegajoso y daba la sensación de que tu corazón aumentaba rápidamente su pulso, en ese instante Andros hiso un ademan con ambos brazos y los levanto con las palmas hacia arriba, seis pilares de tierra, del grueso de un gran árbol, salieron del suelo, cada uno tenía encima a un protector con vestimentas similares a Andros, con la excepción de que tenían mangas y los cinturones eran de tela. Las columnas salieron a ambos lados de Andros, tres por lado. Sin dejar de moverse, los protectores comenzaron a girar las manos, como si danzaran o pelearan al ritmo, siempre como si levantaran las manos, las rocas de las columnas fueron desprendiéndose, como si las quitaran a pedazos, todas directas a Andros, quien las golpeaba todas sin fallar una, pero no en cualquier dirección, las recibía y arrojaba al centro en donde él se encontraba, estaba formando una pirámide, para cuando termino, los protectores ya no estaban en pilares, si no a ras de suelo y Andros, se balanceaba en un pie sobre la pirámide, tenía los brazos cruzados y expresión serena. Para finalizar, todos los estudiantes (pues me di cuenta de que eran chicos no mayores a veinte años) extendieron sus brazos y la pirámide comenzó a llenarse de una enredadera verde que la cubría. LA música ceso cuando la enredadera termino de crecer justo en la punta. Tras unos segundos todo quedo en silencio, luego todo se apagó y Andros desapareció, Nereo estaba en su lugar. Su dobok era de un tono azul verdoso y, como podrán imaginar, su cinturón era agua atada a su cintura. El hombre podía parecerse a Santa Claus, pero en ese momento su aire era digno. Como la de cualquiera que pueda pararse en la punta de una pirámide sin siquiera balancearse.

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