El metro, un lugar mágico

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Soñé con mis amigos. Todos ellos se encontraban en la cafetería del instituto sentados en una sola mesa. Escuche las risas y supe que estaban hablando de algo divertido, aunque no sabía exactamente de qué.

Todos ellos bebían lo que parece ser jugo de uva, en vasos de vidrio. Gab me miró y por señas pidió que me acercara, con gusto lo hice. Me dejé caer en uno de los asientos. Disfrutaba del bullicio escolar que me rodeaba, las risas tranquilas de los chicos del instituto, La paz me invadía. Este era mi mundo, era a donde pertenecía. Jhon me ofreció un vaso de jugo. Lo acepte con una sonrisa. Un olor dulzón llegó a mi nariz, aunque no era precisamente jugo de uva lo que olía... era algo diferente. Tenía un olor familiar, pero no sabia exactamente a qué.

Bebí un poco, y escupí enseguida el contenido... efectivamente no era jugo, era.... SANGRE.

Mis amigos seguían hablando como si nada, sin notar mi reacción ni el creciente horror que se reflejaba en mi cara. Ya no escuchaba el bullicio de hace unos momento, solo había silencio, la estancia se oscurecía, el único lugar que poseía algo de luz es la mesa en donde estábamos. Mis amigos charlaban y bebían. Tenían colmillos, como en las películas de vampiros en el cine, con la sangre escurriendo por la comisura de sus bocas. El olor me golpeo de nuevo. Normalmente no soy muy sensible a la sangre, pero aun así me mareé. Me levanté bruscamente, tirando la silla al suelo, y me alejé corriendo. No llegué muy lejos. En el suelo vi a Laila, pálida como cadáver. "No, no, no". Laila esta muerta pero...

El cadáver volteaba a verme, me gire para correr, pero allí estaban ellos dos. El cadáver de Edwin y Yara me impidieron seguir adelante, literalmente, me sostuvieron por los brazos y me empujaron hacia atrás. Me solté de algún modo y salí corriendo a toda pasta. Vi a mi familia. Corrí hacia ellos.

Me miraron, "Ellos están bien, están a salvo". Me saludaban con la mano. Traían ropa de playa. Estaba ya muy cerca. "Si, es allí donde debo ir. Con ellos. Allí seguro estaré a salvo." Sus miradas cambiaron, de pronto todos ellos empiezan a sonreír pero su sonrisa se sigue ensanchando, mostrando una larga fila de colmillos. Su boca se alarga hasta parecer un hocico. Sus cuerpos crecen y.... "¡¡MAMA, PAPA, HERMANAS!!" No...por favor... no. Solo es una pesadilla, solo es una pesadilla" Cadáveres, licántropos y vampiros me caen encima. Desperté.

Mi garganta estaba seca, no podía mover un solo musculo. Estaba envuelto en un abrigo de varias mantas, y pese a todo moría de frio. Notaba el rugido del motor. Al parecer me encontraba recostado en el asiento de un auto, tan agotado que ni siquiera grite por el mal sueño. La pesadilla me había aterrorizado, no lo niego, pero no tenía fuerzas ni para moverme ni para emitir cualquier sonido más alto que un leve quejido. Mi respiración es agitada, pero las mantas, o lo que sea que me cubra, no permite que se note.

Sentía la brisa en mi rostro. Escucé el viento en mis oídos. Juzgando por la sensación y el sonido, íbamos a gran velocidad. No quería abrir los ojos. No tenía idea de donde estaba, pero no importaba. Poco a poco el recuerdo de la pesadilla se difuminaba, dejando el terror en segundo plano, sustituido por el cansancio. Un aroma dulce invadió mis sentidos. Aún en mi estado de debilidad reconocía ese perfume, "Laila." Sonreí imperceptiblemente. No quise abrir los ojos, si ese aroma era un sueño, quería seguir dormido.

Me empezaba a relajar nuevamente, sumiéndome en la inconciencia.

-Oh ya has despertado- Dijo una voz masculina, familiar y molesta. Edwin.

"Que te den" pensé con amargura, quería seguir durmiendo. Sin embargo pronto comprendí que no me hablaba a mí, cuando otra voz respondió a la pregunta.

-Sí, aunque todavía me siento débil.- La voz de Laila se escuchaba fatigada, pero no había dolor ni frialdad en su voz. Me alegre por ello. Y más porque su voz se escuchaba justo a mi lado

GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora