Los cinco tronos

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La sala de Tronos, el lugar donde los ancianos, los "mandamás" del lugar, los cinco más poderosos Protectores de la sede, estaban por decidir mi destino.

Ese lugar era... sobrecogedor, imponente, increíble, impresionante... podría seguir citando adjetivos y aun así no podría describirlo con claridad.

Una vez dejamos atrás la casa de los desertores (quería evitar pensar en la foto de la pareja y el hecho de que podían ser los clones de mis padres) llegamos a la explanada. Los rastros de la ceremonia eran aún visibles.

-¿Me pregunto adonde irán en su luna de miel?- dijo Laila

-Creo que mencionaron algo del jardín de las Nébulas- dijo Yara

-¿Enserio? Yo escuche que irían al lago de Ohkarin-

-¿Tal vez a Paris?- pregunte.

-¿Lo dices enserio? - Pregunto Yara - con tantos lugares a donde ir propones que vayan a un pueblucho nihil.

-Déjalo, nadie puede ser menos sensible-

-Vaya que se lo toman muy exagerado- dijo Edwin -Los nihil no son tan malos, aunque ni yo te recomendaría para luna de miel. ¿Paris, de verdad?-

Decidí sabiamente quedarme callado, mientras ellos hablaban de una ciudad élfica construida con marfil. Me perdí un poco en mis pensamientos, divagando sobre ciudades que serían interesantes de conocer y si los elfos también eran esos enanitos con orejotas. La verdad me sentía fuera de lugar, pero tenía admitir que en otra situación menos del tipo "Guerra Apocalíptica" este lugar sería, cuando menos interesante. Escuchaba algo fascinado como describían ríos de fuego y palacios encantados bajo el mar con el mismo entusiasmo que cualquier persona normal. Era un poco raro ver como combinaban lugares mágicos, símbolos místicos de unión y poderes elementales con algo tan coloquial como una boda o una luna de miel.

De verdad el cambio de ambiente fue un alivio, ellos consideraban la audición con los ancianos un asunto mucho más serio de lo que yo mismo creía, se les había notado más tensos y nerviosos, pero ver a la pareja, fue un bálsamo para sus nervios que se encontraban a flor de piel. Era casi normal, casi... casi como en casa.

Pensé en mi familia, pensé con ellos con fuerza, sin que nada me privara de mis pensamientos desde que llegue a la sede. No solo algo relajante de la ducha, todo en mí alrededor era tan... sobrecogedor, que mi mente se afano por absorber toda la esencia del lugar, sin querer aceptar que era real. Ahora con una charla normal "Casi" podía por fin calmar un poco mi cerebro.

En unas horas mi autobús saldría rumbo a la playa... y yo no estaría en él. Me preocupaba la reacción de mis padres, incluso mis hermanitas sabrían que algo no andaba bien. Mi papá querría comunicarse conmigo para darme el regaño de mi vida y decirme que ni me molestara en aparecer, una sonrisa forzada se me escapo cuando pensé que contestarle

"Lo siento pa' de verdad, es que salve a una chica de un asqueroso vampiro chupasangre, no fue mi culpa"

Imagine la expresión preocupada de mi mamá.

"Enserio, estoy bien ma' solo casi me desangro y muero envenenado, tuve que ir a un hospital mágico y he estado a punto de morir algunas veces más... pero te juro que no pasó nada"

Mi hermana seguro que pensaría que aún estaba borracho.

"No creo que el veneno de vampiro cuente como bebida alcohólica"

Y Belén seguro que se burlaría "estas en problemas, estas en problemas" esta vez sonreí con sinceridad.

"Solo van a decir si me quedo aquí por el resto de mi vida o me matan" La sonrisa se me esfumo

"Gracias por recordármelo, cerebro estúpido" pensé. "Bien, si sirves para recordarme el maldito problema necesito que me des una solución. Piensa". Pero no se me ocurrió nada.

Tan concentrado estaba en... bueno en nada que no note que Yara me hablaba.

-¡Oye zoquete! ¿Has escuchado algo que te he dicho?-

-¿Qué? Eh... no perdona- Respondí apenado. Nos encontrábamos al final el túnel, frente a una pared de pierda, tan alta como una casa, con una línea recta por la mitad. Una puerta.

-Ash... eres imposible- dijo exasperado -No lo repetiré, pon atención si no quieres que te maten enfrente de un montón de monstruo asesinos- "Bien tienes toda mi atención."

-En cuanto lleguemos, nos situaremos de pie frente a los cinco tronos. Nada de bromas. Tú tienes que estar al centro. La sesión iniciara en cuanto llegues. Solo estaremos los ancianos, algunos testigos y nosotros. No hables, no te muevas, no respires sin su permiso. Contestaras a todas sus preguntas y luego cerraras la boca. En este lugar no puedes mentir entiendes, no lo intentes, solo harán que desconfíen de ti. Hazlo y puede que salgas en una pieza.-

Y antes de cualquier comentario de mi parte (algo como "Me puedes repetir desde En cuanto lleguemos") puso una mano en la roca. Como si fuera un panel, la pared brillo un momento como en las entradas de alta tecnología que leen las huellas digitales para accesar. En ese momento Yara dijo con voz clara.

-Yara, Ventus-

La línea de la puerta emitió un resplandor verde unos segundos, una voz suave se escuchó entonces "Ingreditur concessa" y Yara atravesó la pared como si nada. Y me refiero a que paso a través de la roca solida

-No pongas esa cara tontorrón- dijo Laila a mi lado -Significa permiso de entrar en latín, no te sorprendas tanto-

Si claro, porque de todo lo que había visto, lo que de seguro más me iba sorprender es que la pared hablara latín

"¿Y porque latín ahora que lo pienso?" Dios, creo que si me sorprendió un poco.

Laila lo hiso a continuación.

-Laila, Aqua- Del mismo modo la rendija emito el mismo fulgor verde y Laila atravesó la piedra.

Le siguió Edwin.

-Los veo dentro, Edwin, Terram-

-Solo di tu nombre y tu elemento- dijo Alain.

-¿Cuál es tú elemento? Pensé que aún no te habían asignado uno-

-El elemento no se asigna, te elige a ti- y luego dirigiéndose a la pared -Alain, apprenticium-.

No resistí la tentación y puse mi mano en el panel, piedra o lo que fuera. "Bueno si funciono en el tren..."

-Miguel, Aqua- La línea se volvió amarilla esta vez y la voz se escuchó nuevamente, pero esta vez dijo "Ingreditur negari. Nominis Ignotum".

"¿Qué raro? ¿La magia también tiene fallas de programa?"

-Miguel, aqua- dije con fuerza.

"Ingreditur negari. Nominis Ignotum"

-Qué raro...- dije en voz baja -MIGUEL, AQUA- repetí con fuerza.

"Ingreditur negari. Nominis Ignotum"

-Estúpida roca solo estoy llegando tarde a mi juicio de muerte, si por tu culpa agregan desacato...- murmure. -SOY MIGUEL ROCA ESTÚPIDA Y ME ESTÁN ESPERANDO- le di una patada (que me dolió más a mi)

"Ingreditur negari. Nominis Ignotum. Adversus incedam"

La línea brillo de color rojo escarlata.

"Mierda, eso no puede ser bueno"

La roca atrapo mi mano, y me refiero a que en un momento se volvió como lodo y mi mano se hundió hasta el codo, tras lo que la roca se solidificó nuevamente, dejándome atrapado. Lo mismo hacía con mis pies.

-Genial, primero me pone nombres raros y ahora me quiere comer, que le pasa a esta piedra estúpida, ¡Déjame ir estúpi...!-

"Nombres raros ¡pero claro! Seré imbécil"

-ISMERAI, SOY ISMERAI MALDITA ROCA, EL GUARDIÁN O ESO... ¡LO QUE DIJERON! AHORA SUÉLTAME-

"Nominis acceptus. Ismerai Custos. Ingreditur concessa" La hendidura de la pared se volvió verde.

La roca me libero el brazo. "Maldita piedra la ropa era prestada y ahora la traía...Que extraño, ni siquiera me mancho el saco" Decidí pensar en ello más tarde.

-Bueno ahora... no voy a quedar en medio de esta maldita pared.-

Atravesar algo no es algo tan extraño como parece, curiosamente fue lo más normal del día. La sensación fue parecida a atravesar un baño de vapor, aunque solo duro lo que un par de pasos, después de eso, llegue al otro lado.

No bien hube atravesado, Yara me golpeo en la cabeza.

-Inútil cerebro de puré, te dije que sin causar problemas-

-¿Qué porque?- dije sobándome el chichón, demonios esa chica tenía mucha fuerza. De verdad me había dolido.

-¿Cómo fuiste a hacer sonar la alarma?-

-No reconoció el comando de voz-

-¿El qué?-

-La cosa extraña que dicen para abrir-

-La cosa extra... oh espíritus, ¡eres imposible! Mejor apresúrate para la visita-

-Está bien, que humoooooowwwWOW-

-¿Impresionado?- dijo Edwin. Pero eso era quedarse corto.

El lugar era tan grande como una catedral. Incluso mayor. Subterránea, no había duda de eso, pero increíblemente amplia. A comparación, la pared a mi espalda parecía una puertita para perros.

Estábamos arriba de una larga escalinata que conducía a la cámara. Al centro de la cueva estaban los cinco tronos. Cinco sencillas sillas de piedra, nada más y nada menos que simples sillas, sin siquiera reposa brazos... aunque con un detalle interesante, sus respaldos llegaban hasta el techo (unos muchos metros por encima), como si fueran los pilares de la caverna. Con eso quiero decir que sus respaldos eran realmente enormes, como las columnas de un templo griego, o un mástil de un enorme barco.

Detrás de ellos, al fondo de la caverna caía con un suave murmullo, una cascada de agua cristalina. Incluso desde la distancia podía sentir una leve brisa y el olor de humedad en el aire. Tanta fuerza debería ser atronadora en un recinto como ese pero como dije, parecía un susurro tranquilo. El agua formaba un pequeño lago en su caída, de ese lago se habían creado dos canales de agua que rodeaban los tronos junto con un espacio amplio frente a ellos. Ambos canales terminaban al pie de la escalera, dando suficiente espacio para que un pequeño desfile del día de la Independencia pasara, dejando los tronos en el medio de una isla dentro de la cueva.

"Una arena, un juzgado, un escenario" pensé.

En ambos lados de la caverna, se levantaban gradas enormes donde se podía ver algunas personas ya sentadas, todas siguiendo nuestros pasos mientras bajábamos.

A lo largo de las paredes laterales, se encontraba una hilera de llamas que iluminaban la estancia, llamas ingrávidas que mantenían su posición. Cambiaban de tonalidades sutilmente, entre naranja, rosa y rojo. Tanto fuego, sería normal que la estancia estuviera sofocándose, pero no era el caso. Era como una habitación con calefacción, cálida y agradable. Combinada con la brisa de la cascada, resultaba relajante.

Debajo de aquellas luces crecían hermosa plantas, enredaderas que adornaban las paredes por debajo del fuego. Árboles y arbustos se esparcían a lo largo y ancho de la Sala. Flores hermosas de olores exquisitos abundaban alrededor de la cascada, las gradas y la escalera. Casi todo el suelo estaba cubierto de suave y verde musgo, a excepción de la isla central. Las flores y las llamas daban una variedad incontable de formas y colores.

Dentro de la caverna también podías sentir el aire corriendo, podías ver como el viento movía las antorchas suavemente y acariciaba las ramas de los árboles. Se sentía como un soplo de aire en la playa: cálido con el olor del mar, reconfortante. O puede que fuera más como el de una selva, con el olor a tierra húmeda, tropical y salvaje, podía alborotar el cabello o mover un poco la ropa, sin embargo era una sensación placentera, como correr y sentir la brisa en tu cara. Refrescante.

El cúmulo de sensaciones, la calidez del fuego, la brisa húmeda y el suave viento combinaban de una forma imposible. Cálido pero fresco... Húmedo y sin embargo como pasear bajo el sol. Sonidos tan sutiles, además de la caída de agua, el crepitar de las llamas o los pasos al caminar eran sólo una parte, el viento llevaba suaves murmullos de aves o grillos incluso, si prestabas atención, de alguna voz cantando.

Pero lo más sorprendente era el techo, era por entero un cosmos miniatura. Como en un planetario. Podía ver galaxias, cometas y estrellas. Arremolinándose y cambiando continuamente. Tan pronto una galaxia en espiral se deshacía en miles de puntos de colores y estos formaban distintas figuras, como el león, el escorpión u otras constelaciones conocidas... e incluso algunas desconocidas como un castillo, un campamento, una pareja... era un show de luces soberbio, como si el mismo universo cobrara conciencia de sí mismo y se pusiera a bailar.

No se cómo podría explicar algo tan bello. Ahora entendía porque le llamaban palacio. Incluso en esa cueva que tenía la entrada llena del desastre de una boda, no encontrarías un lugar que irradiara tanto poder y belleza en ningún palacio de los más grandes reyes de la historia.

En ese lugar podías sentir como la Tierra palpitaba viva, el Agua correr atreves de ella alimentándola y refrescándola, percibir el Aire como el aliento mismo del planeta y el Fuego que salía del mismo interior.

Ver la danza de las estrellas, la luz y la oscuridad, girando, creando, transformándose... No es posible describirlo con palabras.

La inmensidad de la sala era sobrecogedora.

Podía escuchar algunos murmullos y notaba como los demás bajaban a la sala, sin ser del todo inmunes a la grandeza del lugar.

En los tronos se encontraban cinco personas sentadas. Del lado derecho estaba la Dr. Pema, mirándome de forma estricta. Seguía vestida con la bata del Hospital. Junto a ella se encontraba un hombre mayor, calvo y rechoncho, con pobladas cejas y una pequeña barba plateada, pero con una mirada bonachona y alegre.

Del lado izquierdo, con su estilo militar estaba Andros, su mirada era dura, pero más al estilo "fájate bien la camisa muchacho" que del tipo "estas muerto". A su lado estaba una mujer muy muy pero muy mayor. Su pelo era completamente blanco y contrastaba con su tez morena. Parecía una abuelita inofensiva, incluso traía un par de pantuflas, al lado de Andros, se veía diminuta. Creo que estaba durmiendo pero sus ronquidos no me dejaban asegurarlo.

Al centro un hombre como de unos cuarenta y muchos años se encontraba sentado muy serio, una cara de póquer impecable. Su cabello era largo y de un gris oscuro, más cercano al negro que al blanco. Completamente lacio. Su rostro era más bien elegante. Con una barba de candado perfectamente recortada. Parecía como el dibujo de un personaje de la nobleza.

Edwin y Alain se situaron a mis costados y las chicas a los extremos. Como si fueran una escolta de honor o yo fuera... un prisionero.

Uno de los ancianos dijo.

-Su sentencia es ¡La muerte!-

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