Para el terror, sirenas

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“¿Y ahora qué hago? ¿Qué hago? ¿Voy y la consuelo? ¿Y qué le digo? ¿Y si mejor no voy? ¿Qué tal si me arroja por la borda? Mejor me voy, si eso es lo mejor, me regreso a mi camarote y pienso en la prueba mortal y que posiblemente me deje en coma, sí sí sí, eso es lo más prudente. Entonces ¿Por qué sigo caminando hacia ella?”

Me quede de pie a unos pasos de donde Laila estaba, sin saber muy bien que decir o cómo reaccionar. De acuerdo la chica había sido una soberana patada en el trasero conmigo, pero ¡Hey, era una linda patada en el trasero!

Me quede un rato escuchándola, en realidad ni siquiera sabía por qué demonios estaba llorando. “Y si solo la abrazo y ya.”

-Idiota. Sniff. Idiota idiota IDIOTA- “Por eso decía que mejor me largo”

Pero no me moví. En realidad Laila se escuchaba muy mal. No entendía porque, y juzgando por la platica con su inútil novio, él tampoco. Las palabras de Yara me vinieron a la mente “Laila se siente culpable” Ok me parece perfecto, pero culpable ¿de qué?

Bien, creo que después de varios minutos debatiéndome en qué demonios hacer sin que se fuera corriendo, o peor aún, me diera una paliza (sabía de primera mano lo sería que podía ser en una pelea) puse una manos sobre su hombro (esperaba sinceramente que ella no notara que me temblaba el brazo, ni que me sudaba la mano ni que cerré los ojos esperando una inevitable llave de judo). Lo que paso me dejo de piedra y mucho más atontado que si me hubiera utilizado de diana humana con su ballesta. Puso su mano sobre la mía.

-Te dije que me esperaras dentro-

“Ah por supuesto, cree que soy don rubio idiota”

-Discúlpame, ya sé que debe ser difícil tener a una novia como yo, siempre haciéndose la fuerte. La verdad es que hay muchas cosas que me tienen confundida.- dijo entre sollozos - Ya sé que no debí arriesgarme así y apartarme de Edwin y los demás, pero tú sabes que los vampiros… no me agradan- “Amables palabras pera alguien que arriesga su vida solo para ver a un chupasangre muerto”- Desde que ellos… desde que eso… eso paso- dijo con voz quebrada –No quisiera que le pase lo mismo a nadie más. Edwin también siente lo mismo, no sé cómo puede seguir apoyando a ese idiota.- “Genial, más cambios de humor” Apreté suavemente su hombro - Si, lo siento, lo siento. Ya sé que no es culpa de Ed, también ha pasado por mucho, solo que aún no me creo que hubiera estado dispuesto a atacarte con tal de que no lo golpearas más.- “No necesitaba ayuda, casi lo tenía” Solté un bufido- Sigo enojada contigo por eso- exclamo -no tenías que tratarlo así- “O por fin chica, decídete quieres”.

-No puedo creer que haya elegido abandonar a su familia... si tu hubieras estado con nosotros en el tren, Miguel parecía de verdad preocupado por sus padres y sus hermanas.- Tuve que apretar los dientes en esta frase, pero ¿que les digo?, la historia se ponía interesante. Aunque eso no explicaba el porqué de toda la mala leche que me había tenido conmigo. “De no ser por tu borrachera de niño idiota” dijo una vocecilla malévola en mi cabeza. -Si yo tuviera esa oportunidad- prosiguió Laila apretando mi mano con más fuerza -No me importaría pelear contra la misma Masani y su corte de sanguijuelas yo sola- afirmó con fiereza. “¿Masani?, ¿Masani? Tssss, esssse nombre me suena de algún lado”.

-¿No me dices nada? Ya sé que parece una exageración, pero es la verdad, lo daría todo por verlos de nuevo y y y… ese chico simplemente los abandona, no lo entiendo, honestamente no lo entiendo.-

-¿Y si le preguntas al chico idiota neardenthal ese, antes de sacar conclusiones tontas?-

Casi se cae al mar de la sorpresa, de no ser por que aún la sostenía y pude atraerla “casualmente” hacía mí para que no cayera. “Jijiji que suerte tengo”

GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora