Capítulo 5: Port Angeles

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--- ¡Vamos Ambre! ¡Despierta! ¡Vamos! -esa voz, ya conocida, resonaba.

Alguien zarandeaba mi brazo forzando mi completo despertar.

--- Cinco minutos más, Alice -dije somnolienta.

Me di la vuelta hacia el otro lado huyendo de los rayos del Sol mañanero y esperando conseguir un poco más de dulce sueño.

--- Venga dormilona. Tenemos el tiempo justo para que te levantes y te vistas. Rose ya ha preparado el baño para peinarte. ¡Así que arriba! -dijo esto último retirando la colcha de encima mío.

Me estremecí al notar el frío. No es que fuera muy friolera, de hecho, mi cuerpo tiene una temperatura más alta que la de un humano para poder aguantar el frío, pero me había pillado desprevenida. Mi temperatura corporal ronda entre los 42° y 48° grados, dependiendo del clima donde me encuentre.

Me levanté aún medio dormida, fui al baño y me lavé la cara y los dientes. Una vez terminé de asearme, me puse la única muda que había traído y mis botas militares. Al acabar alguien picó a la puerta.

--- Adelante, ya estoy lista -dije.

Revisé mi imagen en el espejo y no pude reprimir una mueca al ver mi cabello desordenado. En ese momento entró Rosalie.

--- Vamos a ver que hacemos con esa preciosa melena rubia tuya -dijo sonriendo.

Siempre nos habíamos llevado muy bien. Ambas nos quedamos destrozadas cuando yo me fui con mi padre. En esos cuatro años la había echado mucho de menos, a ella y a sus mágicas manos capaces de domar fácilmente mi melena.

--- No te esmeres mucho, con un peinado sencillo ya está -le dije.

Sabía que si la dejaba a su aire saldría pareciendo una reina de la belleza. Con lo que ya de por si me costaba pasar desapercibida, no quería tener que sumar eso también.

--- Tranquila, déjame a mí. Ya verás lo guapa que vas a quedar -aseguró.

Sonrió y me hizo sentar en una silla que había traído. Los suaves tirones a toda velocidad no se hicieron esperar.

En dos minutos, más o menos, ya había acabado. Me quedé alucinando con el resultado. Había rizado mi pelo formando diferentes tirabuzones y recogido, un mechón de cada lado, formando dos finas trenzas que se unían en la parte posterior de mi cabeza. Sonreí al ver el resultado. Me levanté y le di un abrazo y un beso en la mejilla.

--- Gracias Rose, eres la mejor -dije.

--- Lo sé.

Se encogió de hombros y sonrió con satisfacción.

Le devolví la sonrisa y me encaminé hacía la puerta. Bajé las escaleras y ahí me encontré con toda la familia. Nessie vino corriendo hacia mí y se tiró a mis brazos para que la cogiera.

--- Buenos días Ambre, ¿has dormido bien?

Me puso la mano en el cuello para enseñarme lo que había estado haciendo mientras esperaba a que me levantara. Desde luego, el tiempo le cundía bien.

--- Muy bien, anoche estaba agotada así que me dormí enseguida.

Eso pareció complacer a la niña gratamente, pues así me lo hizo ver.

--- Bueno, vamos, vamos. Se nos está haciendo tarde -dijo Alice.

No paraba de dar saltos mientras me apremiaba con sus prisas. Puse los ojos en blanco y sonreí. En todo ese tiempo no había cambiado nada.

--- Vale vamos.

Dejé a Nessie en el suelo y me dirigí al perchero, donde había dejado mi abrigo rojo. Me fui hacía la puerta seguida de Alice, entonces Nessie se puso a mi lado y me cogió la mano para retenerme.

--- ¿Tía Alice puedo ir con vosotras? -dijo la pequeña haciendo pucheros.

--- Claro que sí. Bella, ¿también te apuntas? -dijo ella girándose hacía la aludida.

--- No gracias, Edward y yo aprovecharemos e iremos a cazar -dijo Bella.

Parecía aliviada por no tener que ir, eso me hizo mucha gracia y se me escapó una risilla. Ella se dio cuenta y me sonrió. Alice, sin embargo, murmuró por lo bajo algo que no pude entender del todo. Algo sobre el poco sentido de la moda de la vampiresa.

Salimos de la casa y nos dirigimos al garaje. Era increíble la cantidad de coches caros que tenían. Parecía una niña rodeada de sus juguetes favoritos, cosa que, al parecer, a Alice le hizo mucha gracia y no pudo contener una risita. Nos montamos en un Volvo plateado. El menos llamativo. Jasper conducía, de copiloto se puso Alice y Ness y yo nos sentamos detrás. Durante todo el viaje estuvimos hablando de los chicos de La Push. Me habló de Seth su imprimado y de Jacob, su padrino, al que no había visto en el último año. También me habló de las fiestas con fogatas que hacían en la playa. Cuando escuché que en La Push había playa me alegré, llevaba tiempo sin meterme en el mar y eso para una sirena no era muy agradable, así que quedamos en que iríamos juntas ese fin de semana.

El viaje fue corto, claro que apenas me percate de cuando nos detuvimos. Había estado muy entretenida con la pequeña. Al llegar enseguida comenzamos con las compras. Alice me había asegurado que no me preocupase por el dinero, que lo pagaría todo ella, pero a mí eso no me hacía ninguna gracia. Pero no me dejó elección, tuve que rendirme y dejar que lo pagara ella todo. Recorrimos varias tiendas por todo el centro de la ciudad. Al final encontramos una muy chula con ropa muy bonita que encajaba a la perfección con mi look. Después de coger varias cosas me fui al probador.

--- Ambre. Ten, pruébate esto. Estoy segura que te va a encantar. Yo voy a buscar unos zapatos a conjunto -me dijo Alice pasándome un vestido de gasa rojo ajustado.

No era muy corto, llegaba un poco más arriba de la rodilla. Era todo ajustado hasta la cintura y luego dejaba una caída. El cuello era caído y formaba un escote prominente. Me gustó.

--- A ver cómo te queda. ¡Oh Dios mío! Te queda mucho mejor de lo que me imaginaba --exclamó Alice. Puse los ojos en blanco tras esa reacción tan exagerada-. Mira que zapatos te he buscado.

Me encantaron nada más verlos. Me los probé para ver si eran de mi talla. Me iban como anillo al dedo. Sonreí con satisfacción.

--- Gracias. Alice eres la mejor buscando zapatos y complementos -dije sonriendo.

Ella me devolvió la sonrisa y me hizo quitarme el vestido y darle la ropa para ir a pagarla. Salimos los cuatro de allí y fuimos a mirar tiendas infantiles para la pequeña Nessie. Se compró un vestido estampado que elegí yo y otro elegido por Alice. Así dimos por terminadas las tareas.

Después de estar toda la mañana de compras acabamos cargados de bolsas. Jasper me daba pena. A pesar que no se había comprado nada, cargaba las bolsas de las tres. Claro que la fuerza de un vampiro no es comparable a la de un humano. Aun así, era un expectaculo verlo con todo.

Yo tenía hambre, ya que me había saltado el desayuno con las prisas, así que decidimos ir a comer algo en un restaurante de comida rápida. Después nos dirigimos al coche y emprendimos el camino de vuelta.

Mareas Misteriosas {#Libro 1} [EDITANDO]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora