Capítulo XLIX

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Sabía que estaba cometiendo un error, pero mientras sus piernas corren e intenta llamar la atención de los Penitentes que la persiguen desde arriba de las murallas, le dio tiempo para analizar algo importante. No debe pensar, los creadores estarán al tanto, por lo cual, había logrado un cometido al decir que se entregaría a estas bestias. Pero aquello no era su intención, sino dar más tiempo a Thomas y Teresa para ingresar el código.

Sus piernas están pidiendo tregua. Vio a su alrededor, no captó la atención de las criaturas que aún siguen batallando junto a sus compañeros. Algo salió mal, no sabe qué. Quizás los Creadores no son tan estúpidos como ella había creído al pensar que se entregaría así de fácil, ya que por todo este tiempo, ella se resistió.

Los penitentes descienden por las murallas. Ella intenta agarrar todas sus fuerzas, para seguir su carrera, pero sus piernas ya no dan más. Su cuerpo no resiste.

-¡Indira! ¡¿Estás loca?! -escucha la voz de Newt a su espalda.

Da medio giro y ve como el segundo líder lanza aquel palo fabricado que dio a parar en un penitente llamando su atención. Detrás de él se acercaba Jung junto a Minho y Sartén, al parecer todo se está saliendo de control.

-C-créeme que s-sé lo que hago...

-¡No, maldita sea! ¡No sabes lo que...! -Newt se vio interrumpido por un Penitente que saltaba desde lo alto de las murallas.

Algunos habitantes no lograron escapar de las garras de los criaturas, y ellos en cualquier momento también estarían en esa situación.

Indira comienza a lanzar flechas en vano, estas no lastimaban a las bestias viscosas que de vez en cuando soltaban algún ruido perturbador junto al sonido de la maquinaria.

-Debemos pensar en otra cosa. Seremos comida de Penitentes y no es algo muy apetitoso -comenta Minho jadeante-. ¡Por que demoran tanto ese trío!

-No hay ni siquiera un botón de apagado -se queja Frypan lanzando una estocada, antes que esta se rompiera-. Eh... chicos, creo que necesitaremos un nuevo plan.

Muchos de ellos estaban quedando sin armas y sin compañeros. El grupo se ve reducido siendo acorralados en una de las paredes. Indira observa el lugar. Nerviosa, en búsqueda de algo resistente o por lo menos para ganar un par de minutos. Cuando su espalda tocó la muralla gélida, sus manos fueron apoyadas en unas fuertes lianas. Ella agarró algunas e intentó tirarlas, pero no tiene fuerza.

-¡Las lianas! ¡Podemos utilizarlas! -dice entre jadeos tratando de llamar la atención de sus compañeros.

-No creo que funcione, Indira -contesta Newt con el ceño fruncido-. Se romperán.

-¡Debemos intentar! Para ganar tiempo y correr por unos minutos más, confía en mí.

-¿Confiar? ¡Intentaste suicidarte! ¿Cómo quieres que confíe? -grita Newt enfurecido viendo que sus compañeros retirando las lianas.

-¡También intentaste suicidarte! ¡Solo hazlo, rubio! ¡El tiempo es oro! -bufa ella molesta logrando retirar en su totalidad la liana.

En ese instante, siente una fuerte puntada en su cabeza y a su vez, logra agacharse como reflejos al sentir el choque metálico en la muralla, proveniente de una de las armas de un penitente.

-¡Ya dejen de pelear, par de larchos! ¡Debemos actuar, ya! Después tienen sus discusiones de pareja -ordena Minho intentando esquivar los ataques de las puntas metálicas-. ¡Los pies, o sea lo que sea! ¡Podemos amarrarlos por debajo para que caigan!

-¡Seremos papilla, Minho! -se queja Winston aterrado ante la idea.

-¡Un grupo que se encargue de las extensiones! Cuando ataquen, enrollen las lianas lo más rápido que puedan! ¡Otro grupo se encargue de las piernas! -ordena Indira esquivando otro ataque.

-¡Minho, Frypan, y yo nos encargaremos de las armas! -ordena Newt accediendo a la estrategia de Indira-. El resto se encarga de los pies. No tenemos mucho tiempo.

Minho y Frypan fueron los primeros en detener los primeros ataques. Con rapidez, logran capturar un par de extensiones de los penitentes, enrollando la liana en ella. Jung e Indira corren por debajo para repetir el acto, esta vez en los pies.

En ese momento, cuando Indira hacía un nudo, una punzada se presentó en su cabeza, como la primera vez. Fuerte, potente, no alcanzó a quejarse, no le salía la voz. Intentó levantarse del suelo, no pudo.

Un penitente logra capturar a Indira y la lanza por los aires haciéndola caer en un pasillo, alejada del grupo. Su cuerpo se estrella con fuerza, su cabeza es golpeada en el cemento. Todo le da vueltas, tiene la vista nublada, sus extremidades la tiene adormecida. Solo escucha gritos, más de uno decía su nombre, pero no lo entendía ya que todo parecía desvanecerse. Intenta reunir fuerzas para levantarse, sin embargo su cuerpo ya no reacciona.

Su oído se agudiza, la voz de Newt se acercaba junto al resto. No estaban solos. Algo se acercaba a ella, mucho más rápido, más terrorífico, algo le decía que era su final. Los choques metálicos se aceleran al igual que su ritmo cardíaco. Vuelve hacer un intento para levantarse, es un fracaso.

Las criaturas la rodean con sus armas en el aire. Un par de lágrimas recorren sus mejillas. Eso querían los Creadores. No habían caído en su trampa, la conocían bastante. Ella jamás se entregaría a ellos.

-¡INDIRA! -Su nombre pronunciado de manera desgarradora por parte de Newt le rompe el corazón.

Las armas se acercan a ella. Indira solo cierra los ojos escuchando el aterrador sonido del metal.

Error in the Maze | Newt | Ac. LentasWhere stories live. Discover now