Mala propuesta, en un día equivocado.

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 Me levanto acalorada, media soñolienta, y miro hacia mi cama. ¿Dónde está Jade? Bostezo y veo la hora. ¡Las 3 de la mañana! Decido ir a buscarlo.

Bajo las escaleras silenciosamente y lo escucho en la cocina. ¿Con quién habla por teléfono a estas horas?

-Ya te dije que no… -se rasca la cabeza

- ¡porque no! ¡Simple y sencillamente no!

-Pero… ¿Es que no lo entiendes? –suena molesto e irritado. ¿Quién será?

Suspira

–Está dormida. -¿Quién? ¿Yo?

-Mira… -Se calla un rato, escuchando la voz misteriosa. –Ashley ¡CALLATE DE UNA MALDITA VEZ! –grita y tira el teléfono. Me sobresalto y pego un grito de susto. Me tapo la boca, pero es inútil. Me ha escuchado, y está mirándome detenidamente.

No sé si salir corriendo o preguntarle ¿Quién carajos es Ashley?

Me muerdo el labio inferior, lo miro decepcionada y salgo de vuelta al cuarto.

-Espera, April. –sigo corriendo silenciosamente al cuarto, pero me alcanza justo en la puerta. Me hace virar cogiéndome del brazo.

Me suelto de su agarre y sigo de espaldas a él. ¿Pensará decirme que fue lo que pasó o me seguirá mintiendo?

-April…

Me giro rápidamente y lo miro.

-¿Me vas a decir quien es Ashley? –lo fulmino con la mirada.

Su respiración cambia, y se muerde el labio. ¡Está nervioso!

No responde. Me giro y entro a mi cuarto. Me sigue.

-April, espera.

-¿Qué? ¿Qué espere qué? –Me giro molesta -¿Qué espere otra maldita eternidad para que te sinceres conmigo? ¿Para qué confíes e mí? ¿Para qué? Si siempre me has mentido. –Traga saliva y se queda en silencio. Nos quedamos viendo por un rato, hasta que rompe el silencio.

-April… - mira la suelo -antes de ti yo era una mierda con todo el mundo. –traga saliva suspira –Yo no tomaba nada serio… todo el mundo me importaba un comino, en especial las mujeres. Y creen que sigo teniendo la misma mierda de vida que antes. –alza la cabeza y me mira. Puedo ver su sinceridad en los ojos. Está asustado y preocupado.

-Hasta que te conocí. –Me quedo en silencio y lo observo. Son pocas las veces que él se sincera conmigo. Siempre después de una pelea, el habla. Y no quiero que sea siempre así. Tiene que contarme las cosas que pasan, sin que sea yo la que tenga que sacárselas.

-April… me he tirado a medio mundo en toda mi maldita vida. Y nunca, nunca me he obsesionado tanto con alguien, hasta que llegaste tú y lo cambió todo. -¿Obsesionarse? ¿También está obsesionado conmigo?

Después de un momento de silencio, cambio el peso de mi cuerpo, y suspiro.

-Y yo que pensé que era la única obsesionada. –me mira, y aparece un inicio de sonrisa. No llega hasta arriba, pero la mía tampoco. Seguimos absortos de nuestros pensamientos, hasta que se acerca despacio hasta mí.

-Hablando con Ashley… pude notar algo que verdaderamente quiero. –lo miro confundida. Me acerca a su cuerpo, cogiéndome de mi cintura, y sostengo su cara con mis manos. Apega su cara a mis caricias, y me sonríe con ternura.

-Te amo tanto que… no pudiera vivir sin ti un solo segundo, y quiero estar contigo todos los segundos de mi vida. Compartirlos contigo, amarlos contigo… que lo completemos juntos hasta el final de nuestros días. –una lágrima rueda por mis mejillas, y la aleja con sus pulgares. Me da un tierno beso en los labios y vuelve a mirarme. –Cásate conmigo April. -¿Qué? ¡No puede ser! Aún ni estamos en la universidad. Me río despacio y lo miro. Me mira confundido y vuelvo a reírme. ¡A reírme de verdad!

-¿Qué es tan gracioso? –se ríe.

-Tú

-¿Yo? –Pregunta confundida -¿Acaso he dicho algo gracioso?

-Oh sí, has dicho algo gracioso –tuerzo los ojos en forma graciosa y regreso a la habitación riéndome.

Siento que me sigue, y cierra la puerta detrás de él. Se queda frente a la puerta, y me giro a observarlo. Está gracioso.

Me mira y vuelve a reírse, así que nos terminamos riendo fuerte.

-Creo que tengo que hacer una mejor propuesta. –Avanza riéndose hasta mí, y se acuesta a mi lado.

-Creo que sí. –arrugo la nariz mientras le respondo.

 

Nos quedamos tumbados en la cama, mirando al techo y riéndonos. Su risa es mi melodía favorita, casi nunca se la escucha, y cuando tengo suerte, es un gran placer casi sexual. 

Jade Wilde  Una idiota obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora