Capitulo XLII: Cómo Dejé de Preocuparme y Aprendí a Amar las Listas de Clichés

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En Ficcionando disfruto de hablar de tropos y clichés porque, vale, he disfrutado de eso desde que era pequeño; no es broma, por algún motivo, he encontrado en el sobre-pensar lo que veo tanto disfrute como lo que se supone que estoy consumiendo (en ocasiones, incluso más), y desde infante, enumerar lo gastado y lo trillado ha sido una caso obsesión de mi persona.

Por supuesto, no soy el único; en el propio Wattpad se pueden ver las llamadas listas de clichés que intentan, en ocasiones con una intención humorística, en otras con una de critica verdadera, y en tantas otras un punto intermedio combinado con algo de frustración, dar a conocer y resaltar aquellos puntos que son tan recurridos y abusados dirían algunos en cuánto a la creación de una historia.

Las personas que crean tales tratados, ensayos o criticas no están haciendo algo nuevo, sino seguir una orgullosa tradición que se remonta mucho más atrás en el tiempo de lo que se pudiera pensar, y no hablo de algunos años, o quizá unas décadas, sino de siglos, milenios se puede hablar, con obras como “Poética”, de Aristóteles, en la que el gran pensador griego analiza y enumera algunos de los clichés, tropos y recursos narrativos de la ficción de su tiempo.

En su obra, Aristóteles ya nos advertía de la importancia de dar la menor cantidad de explicación posible (no usar el “coro”, es decir, actores que contaban la escena o daban explicaciones antes o después de una determinada acción) dado que la aclaración debía provenir de la trama y de los personajes (“Show, don't tell”); advertía sobre las limitaciones del teatro (comentando que hay escenas que suenan impresionantes en escrito, pero se ven ridículas montadas en un escenario); nos decía que cualquier trama que no pudiera ser conectada a la historia principal y que no añadía algo en especial o realmente importante o relevante debía ser evitada. Muchos de esos consejos pueden ser aplicados en la creación de ficción moderna y siguen siendo de gran utilidad para la caja de herramientas del autor contemporáneo tal y como lo fueron para el periodo clásico.

Es posible que algunos se desconsuelen dado que parece confirmar la vieja frase “no hay nada nuevo bajo el sol”, mas por otro lado, yo lo considero justo lo opuesto: me parece algo genial, casi una experiencia de tipo espiritual el hecho que lo que estoy haciendo es una práctica tan antigua como la propia ficción en sí.

Por ejemplo, viajemos al siglo XII, y hablemos del “Arte del Amor de Corte”, un ensayo por el escolar Andreas Capellanus, que parece ser una rara serie de consejos que van de la etiqueta a la filosofía, especialmente su sección más celebre, las “31 Reglas del Amor”, que se supone son lineamientos para el apropiado comportamiento de las personas enamoradas.

Excepto que no es el caso.

La lista es más bien una enumeración de, bueno, clichés y tropos de la ficción de su tiempo, entre ellos:

* Aquel que no está celoso no ama (respecto al tema que los celos son muestra de amor)

* El amor raramente dura una vez que es revelado (Cuándo la tensión entre dos personajes se resuelve, su relación se vuelve menos interesante)

* Nada previene a una mujer de ser amada por dos hombres, o a un hombre de ser amado por dos mujeres (respecto a los triángulos amorosos).

Bueno, pero, ¿cómo se relaciona esto con el precio del arroz? ¿Qué tiene qué ver con ustedes, o conmigo, y respecto a las listas de clichés en Wattpadistán?

Hay algunos aficionados al sitio que, mitad en broma y mitad en serio dicen que hacer listas de cliché es un cliché en si mismo; podría decir eso, pero no lo haré, porque yo soy un ferviente creyente de la idea que, a pesar de que un género, concepto o tropo esté sobre-usado, si se aplica bien, si se le inyecta algo fresco, un nuevo giro puede seguir funcionando.

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