Capitulo LXIX: No Soy Yo, Es Él

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He hecho un poco de trampa respecto a los temas que toco en Ficcionando; después de todo, si lo recuerdan (al menos aquellos que han leído la obra desde el comienzo), la premisa era de analizar la ficción que se creaba en este sitio, pero eso duró como tres episodios porque me pareció más interesante englobar desde la literatura clásica hasta Disney (y porque seamos sinceros: si le hubiera dedicado la mitad de esfuerzos a analizar las obras de Wattpadistán, hace años que me hubiera pegado un tiro).

Ahora volveremos con algo que no es necesariamente oriundo de esta plataforma, pero se expresa muy bien en ella.

Sería para mi apalear a un caballo muerto quejarme del estado de la ficción en este lugar; no lo haré, para esos corajes hay muchos otros mejores que yo, pero quería detenerme y observar con un poco más de detenimiento y paciencia una particularidad, y es que al revisar algunos títulos populares, podemos ver nombres que más o menos suenan a lo mismo: El vecino es mi niñero, Novia de un Playboy, Amante de un mafioso, o combinaciones similares.

Decir que son historias que difícilmente ganaran un premio Príncipe de Asturias es más que evidente; no, mi objetivo no es humillarlas o burlarme de lo obvio, sino al menos hacer el esfuerzo de encontrar la raíz de un patrón.

Muchas de esas historias, desde el titulo nos dicen algo: son protagonizadas por mujeres, escritas por mujeres, y dirigidas hacía un público predominantemente femenino. Eso no es malo en absoluto, todo tiene un mercado meta y tomando en cuenta la potencia que es el mercado de las mujeres en el mundo de la literatura, parece algo lógico.

Pero muchas de esas obras empiezan por definir a la protagonista no tanto por quien es, sino en razón de con quién está relacionada; vemos, como ya mencioné, la esposa, la novia o la amante de un mafioso o la última estrella por la cual las jovencitas babeen, pero casi nunca es una mafiosa, o una estrella por si misma: la fantasía no parece incluir tanto la capacidad de poder o de estatus como el de adherirse a alguien que tenga tal poder, que tenga tal estatus.

Dicho de ese modo, no es difícil ver los tintes sexistas e infortunados de esas historias, y muchos tienen claro está, derecho en criticarlos, como cualquier otra persona tiene derecho de someter a escrutinio, artístico o moral a cualquier obra de ficción.

Sin embargo y aunque considere que tales historias no son precisamente de la mejor calidad, no me gustaría ir por los blancos fáciles y las frutas más bajas del árbol; una vez más, esa labor ya ha sido ocupada por casi todo tipo de personas y mi objetivo no es ser otra cámara de eco de opiniones que de seguro, ya habrán oído o leído antes.

Recuerden: el ejercicio aquí es tratar de ir más allá que la mayoría siquiera conciben, y la verdad es que no creo que sea justo ni indicado juzgar a escritoras novatas la gran mayoría que apenas están dando sus primeros pasos en el mundo literario como perpetuadoras de clichés y modelos de relaciones y de género nocivos para nuestra sociedad.

Quisiera dar un pequeño ejemplo, fuera del mundo de las letras, para mi siguiente punto: los videojuegos.

Durante los años 90, conforme la industria iba creciendo en popularidad, también lo fue haciendo la atención de los medios respecto a un tema en particular: la violencia en estos. Pronto se definieron dos campos, casi marcados por cuestiones generacionales. Muchos en el campo de los mayores sentían que tales productos producían un efecto nocivo en las mentes de los jóvenes, y cada cierto tiempo se le culpaba de alguna tragedia criminal, como digamos, alguna balacera en una escuela.

Del otro lado los jóvenes fanáticos, en su abrumadora mayoría, personas decentes y pacificas que argumentaban que solo se trataba de otro hobby, y que en realidad no se producía efecto nocivo alguno.

Si bien yo considero que la idea que cualquiera que juegue un videojuego es un asesino en potencia a punto de estallar, también siento que la segunda posición es algo ingenua: el efecto está exagerado, pero no creo que no exista de todo porque cualquier medio a los que seamos expuestos (televisión, cine, música y demás) deja en mayor o menor medida algo en la audiencia.

Del mismo modo, creo que la mayoría de las lectoras de esas historias basura en la que la fantasía es una en la que la posición de la mujer sea denigrada y dominada saben a la perfección que se trata meramente de eso: una fantasía, y no volveremos a conservadurismos de antaño solo porque 50 Sombras de Grey sea un éxito de ventas. Respeto mucho la inteligencia de tales lectoras para suponer que cualquier material les lavará el cerebro, algo que lamentablemente muchos críticos sostienen sin darse cuenta de lo condescendiente que suenan.

Mas al mismo tiempo, tampoco puedo ser de la posición que sea algo completamente inocuo, porque algunos libros en el sitio no hacen daño a persona alguna, pero indican un patrón. No, esas señoritas no son la raíz del sexismo que todavía resentimos en la edad moderna, pero si bien no son la enfermedad, creo que son un síntoma. ¿Y cuál es la enfermedad en cuestión?

He ahí el gran reto: el diagnostico. ¿Una falta de autoestima para que millones de mujeres puedan definirse como seres independientes? Es posible: los medios y la sociedad están en un constante estado de retroalimentación en los que unos influyen a los otros, así que es difícil discernir si las ideas preconcebidas respecto al valor de una mujer surgen de los medios a los que nos aficionamos y son sembradas en la cabeza de millones, o si los millones en la sociedad responden a lo que quieren ver y en respuesta, los creadores de contenidos se acatan a tales indicaciones.

Ni idea, creo que lo único que podemos hacer es, como autores y lectores, subir el estándar; no, esas historias no son el demonio, y sus fans no están cometiendo crimen alguno, pero si queremos productos de mejor calidad, podemos empezar por demandar productos de mayor calidad, porque al final del día, la fuerza más poderosa de la Tierra no es el amor, no es Dios, sino el mercado: pide algo, y pronto tendremos a gente interesada en crear ese algo.

Falta ver si Wattpad está más allá de un punto de salvación, pero me gusta pensar que al menos yo hago mi granito de arena.

Shalom camaradas.

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