La respuesta no es la huida

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Haber hecho lo que hice ayer hace que me sienta bien y a la vez mal.

Bien porque por fin he cerrado todos los cabos sueltos que había en mi vida, nada de seguir sintiendo algo por alguien imposible, nada de tener una amistad con ese alguien imposible, e intentar algo con el chico que si me quiere, el que si quiere tener una relación, el que no tiene secretos.

Y mal, porque sé que no voy a volver a ponerme en contacto con él, aunque quiero verle todo el rato, aunque quiero hablar con él todo el rato, no puedo hacerlo, fui muy clara, y por el hecho de que él no se haya puesto en contacto conmigo todavía, es porque ha pillado lo que intentaba trasmitirle ayer.

Este día está siendo relativamente tranquilo, ya que cuando enciendo la tele no veo noticias de Lucas como siempre suele haber, y eso pude deberse que desde el dieciocho de diciembre que fue la comida navideña del club no ha habido noticias ya el paradón de navidad ha empezado hoy y seguirá hasta el veintiocho.

Suspiro mientras intento concentrarme en Marcel que está sentado delante de mí contándome alguna cosa a la que no estoy prestando atención.

Ayer después de volver de la boda, estuvimos hablando largo y tendido, hasta terminar por solucionar todos nuestros problemas, y para terminar de cerrarlo, me invitó a cenar hoy.

—¿Me has oído? —Pregunta con una sonrisa Marcel, asiento devolviéndole la sonrisa para que no note que en realidad no le estaba escuchando. —Raúl dice que también baja a Toledo mañana. —Me avisa. Asiento ya que no lo ignoraba, ya me lo había comentado la semana pasada.

—Sí, ya habíamos quedado en bajar juntos. —Le explico mientras me llevo el tenedor a la boca. —¿Tú que harás? —Pregunto, ya que no sé si en realidad quiere irse a pasar la noche buena y la navidad en casa de sus padres en Toledo o va a ir a pasarlas con su hermana y sus amigos en Barcelona.

—Bajo también a Toledo, Anna también baja. —Me explica, nombrando a su hermana también. —Eso sí, por año nuevo sí que subo a Barcelona. —Dice.

Pongo un puchero.

—¿No pasaremos el año nuevo juntos? —Pregunto haciéndome la ofendida.

—Siempre puedes venir conmigo a Barcelona. —Me ofrece guiñándome un ojo.

—Paso, los catalanes me ponéis nerviosa. —Bromeo ya que en realidad no es verdad. Marcel me dedica una sonrisa.

Empieza a sonar mi móvil y cuando veo el nombre que parpadea en la pantalla, trago saliva nerviosa, me disculpo con Marcel y me levanto a contestar antes que me pregunte quien es.

—¿Diga? —Pregunto.

Hola, Verónica. —Me saluda la voz cantarina de Nikki. Suspiro antes de contestar.

—Dime Nikki. —Contesto, me parece raro que me llame, sobre todo teniendo en cuenta lo que ha ocurrido entre su hermano y yo, y conociendo la confianza que se tienen dudo mucho que no lo sepa.

—¿Qué haréis para navidad? —Me pregunta. Frunzo el ceño tanto por su pregunta cómo porque hable en plural.

—¿De quién hablas? —Pregunto.

De ti y de Lucas, para variar. —Se ríe como si fuera la respuesta más obvia. Cuándo abro la boca para replicarle que de que habla ella sigue hablando. —Llevo desde ayer sin hablar con Lucas, no me coge el teléfono, pero sospecho que es porque no le gustan éstas fechas, pero deberíamos de ir hablando que hacemos para navidad, solemos pasar las Navidades juntos en París. —Me explica. —Pero si tú te unes, podemos pasarlas en Madrid. —Me dice.

La respuesta no es la huidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora