Contra París

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Miro a mi alrededor, la gente me empuja y me dan codazos.

Todo el mundo quiere entrar al estadio.

Cuando por fin llego al sito correspondiente, me doy cuenta del cambio.

El cambio entre la otra noche, cuando las únicas personas que había aquí éramos Lucas y yo. Y que el eco de nuestras voces resonaba por todo el lugar, y el de ahora que no puedes oír ni la conversación de la persona que tienes al lado.

La gente está eufórica, todos quieren ver el encuentro entre su equipo y el rival.

Muchos vestidos con los colores del Real Atlético Español, mientras que otros tantos van vestidos con los colores del F.C. París.

Me siento en mi sector correspondiente, mientras espero con ansias que empiece el encuentro, a diferencia de los de aquí, por un motivo totalmente diferente.

Cuando el partido ya le falta unos minutos para terminar con un dos a uno, a favor del Real Español, y la seguridad del estadio se ha relajado bastante, me levanto de mi sitio, y entre empujones y algún que otro insulto que me dedican, me abro paso hasta llegar de vuelta dentro del estadio.

Saco el plano, que noches atrás, he preparado de antaño.

Corro por los pasillos, con cuidado de no ser cogida in fraganti. Bajo escaleras y corro por pasillos, doy vueltas hasta toparme con la puerta de los vestuarios.

Empujo la puerta y me meto dentro.

A diferencia de la otra noche, el vestuario está lleno de cosas de los jugadores del equipo, las bolsas de deporte y las chaquetas están desperdigadas por los bancos que hay, las taquillas están abiertas y otras cerradas.

Camino hasta llegar a la taquilla que queda delante de la puerta, justo al entrar.

Saco unas esposas de mi bolso y, me encadeno a la taquilla, justo a tiempo cuando oigo que se acerca gente, seguramente los jugadores, ya habrá acabado el partido, espero que a favor del Real Español.

La puerta del vestuario se abre, revelando el feliz rostro del capitán del Real Atlético Español. Cuando me ve, frunce el ceño y luego ahoga una risa.

—Ribeltta. —Le llama, sin que sus ojos abandonen los míos y sin dejar de sonreír. —Creo que aquí hay alguien que quiere verte. —Me guiña el ojo. Lucas aparece detrás de él y frunce el ceño al verme. Suelta un soplido y me mira con el ceño fruncido.

—¿De qué va esto? —Pregunta. Los jugadores siguen apareciendo, y todos ponen cara de confusión, menos Dani y Mark, que sus caras divertidas, no dejan de seguir la escena.

—Lucas. —Le digo. —No pienso irme de aquí hasta que aceptes la entrevista. —Declaro.

—Llamaré a seguridad. —Declara. Los jugadores al empezar a entender de qué va la cosa, empiezan a soltar sonrisitas cómplices y risas divertidas.

—Llama.—Me encojo de hombros. —No sabes donde he dejado las llaves. —Muevo la mano para que pueda ver las esposas. Él suelta un bufido, se acerca a mí, se saca la camiseta.

—Me da igual. —Dice, dispuesto a irse a la ducha. Oigo silbidos por parte de sus compañeros, cosa que no hace más que hacerme sonreír.

—Bueno...—Alargo la última letra.—No sabes si hay una cámara en el vestuario, y te aseguro que Lucas Ribeltta desnudo, será mejor primicia que una entrevista. —Ahora sí que el vestuario se llena de risas. Lucas les dedica una mirada de advertencia. Sus compañeros sin hacerle caso, empiezan a alentarle para que acepte la entrevista, "quejándose" de que se quieren duchar, Lucas bufa.

—Estás de farol. —Me dice Lucas. Me encojo de hombros.

—Prueba. —Le digo. Lucas sacude la cabeza derrotado, esboza un sonrisa. Es la primera vez que le veo sonreír. Y no sé porque no lo hace más a menudo, es una sonrisa preciosa.

—Entendido. Acepto. Vamos a tener esa entrevista. —Me dice. Suelto un chillido emocionada, sus compañeros empiezan a soltar risas, burlas y silbidos.

Yo muevo un poco las esposas y me deshago de ellas. Lucas me mira curioso.

—Eran esposas de mentira, no necesitan llave. —Le saco la lengua. Él sacude la cabeza divertido.

—Entonces tampoco hay una cámara. —Apunta.

—No, no la hay. —Me río.

Él bufa. Saca una tarjeta y me la tiende: —Este es mi número, llama aquí, cuando quieras concretar la entrevista.

Sonrío con alegría.

—Eres una horrible periodista.—Apunta.

—¿Qué otra periodista había conseguido una entrevista contigo, antes? —Le pregunto.

Touché. —Señala.

—Pensaba que eras italiano y no francés. —Apunto, mientras guardo mis cosas, él asiente.

—Las preguntas para la entrevista. —Contraataca.
Me encojo de hombros sin darle demasiada importancia, me da igual.

¡He conseguido una entrevista con Lucas Ribeltta!

—Ya nos veremos. —Sonrío.

Camino fuera de los vestuarios despidiéndome del equipo, y felicitándoles por la victoria. Ellos me sonríen cómplices, sabiendo que he logrado algo que no mucha gente haya logrado.

Y yo misma me siento infinitamente orgullosa de haber logrado algo así, aunque no tenga ninguna redacción donde publicar la entrevista, el solo hecho de que se corra la voz que he conseguido la entrevista va a ser algo muy bueno para mi futura y todavía inexistente carrera periodística.

Mientras salgo del edificio, le envío un mensaje a Natalia diciéndole que lo he conseguido. Ella contesta en el acto, pero no leo el mensaje porque al salir por la puerta que da a la zona mixta me abordan muchos periodistas a la vez, creyendo que soy algún jugador, se quedan un tanto desconcertados al ver que solo es una chica con la camiseta del equipo y nada más. Seguramente piensan que soy alguna fan, no saben que acabo de conseguir algo que ninguno de ellos conseguirá.

Lo sé, estoy demasiado egocéntrica, pero la ocasión lo vale.

Leo el mensaje de Nati.

¡Bien! Esta noche me cuentas como lo has hecho, salimos a celebrarlo y de paso me cuentas que tal es el señor Ribeltta de cerca;))

Me río por su respuesta, pero no esperaba menos de ella.

Miro de nuevo el número que me ha dado Lucas, algo que este chico no sabe es que nunca debe de darle su número privado a ningún periodista, al fin y al cabo no somos de fiar.

Suspiro.

Aunque no vaya a hacer nada con su teléfono, él debería tener más cuidado.

Eso es si me ha dado el número real, claro.

Como no sea así, no sabe lo que podría desatar.

Guardo su número en la memoria de mi móvil por si acaso pierdo el papel, lo que faltaría.

Cuando tenga todas las preguntas preparadas del todo y esté preparada mentalmente por cualquier de sus respuestas evasivas, le llamaré. Aunque ahora toca celebración con Natalia.

La respuesta no es la huidaWhere stories live. Discover now