Capítulo 33

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Comencé a gritar.

—¡No! Mirla, ¡no! — Entonces me levanté, y desenrosqué su bufanda. Ella cayó encima mío, y ambas terminamos en el suelo, pero no me importo.

Solo tenía una cosa en mente: Quería que mi amiga se despertara.

—Tienes que despertarte. ¡Debes hacerlo! — La zarandeé, pero no hubo reacción alguna. — Por favor. — Tomé su rostro y pude ver que toda su cara estaba llena de golpes. —¿Quién te hizo esto? Dios, no. — Estaba llorando incontrolablemente, pero no podía parar. —Mirla, ¡debes vivir! —Grité. — Tienes que hacerlo. — Susurré. Sabía que estaba muerta. Lo supe desde el momento en que entré a la habitación, pero aun así, no dejaba de zarandearla, esperando que de alguna manera volviera conmigo. — Eres mi mejor amiga. — Musité — Te necesito.

No había nada que pudiera hacer para ayudarla. Absolutamente nada. Y eso me estaba matando.

Con mi mano temblando lentamente cerré sus ojos. No podía soportar verlos así.

Esos ojos que hasta hacia unas horas estaban llenos de vida, ahora eran parte de un cascarón vacío.

Mi mejor amiga ya no estaba, y nunca iba volver.

La abracé aun llorando y tomé su mano, que estaba muy fría. Le di un apretón.

Entonces, de entre sus dedos cayó algo.

Era una nota.

Tratando de frenar el incontrolable temblor de mis manos, lo leí.

"Marie, perdóname, pero no puedo seguir. Él arruinó mi vida, y ya no hay vuelta atrás. Por favor, dile a Blaze que lo amo. Gracias por... demostrarme que aun hay gente buena en este mundo."

El papel cayó al suelo en el momento en que termine de leer, porque una nueva oleada de sollozos sacudía todo mi cuerpo.

—Lo siento, oh dios, lo siento tanto. — La volví a abrazar y enterré mi rostro en su hombro.

Así fue como me encontró Mark.

—¿Marie? — Su tono de voz cambio de curioso a preocupado en un segundo. — ¿Qué sucedió? — Luego, seguramente se fijo en Mirla porque sonaba completamente alterado cuando volvió a hablar.

No me moví de donde estaba, por lo que tuvo que agacharse y tomarme por los hombros, hasta que desenterré mi rostro del hombro de Mirla y le miré.

—Está muerta. — Susurré, tan bajito que pensé que no me había oído, pero lo hizo.

Intercalo la mirada entre mi rostro y el de ella. Y por fin pareció comprender.

—Santo dios, llamaré ahora mismo a la policía.

Asentí con la cabeza, o creo que lo hice. No importaba a quien llamara, eso no iba a hacer que mi mejor amiga volviera.

Mi mejor amigo desapareció y volvió minutos después pero seguí sin moverme. Comenzó a hablarme pero yo no entendía sus palabras. Solo cuando empezó a tirar de mi brazo comencé a prestarle verdadera atención.

—Marie, tienes que soltarla para que pueda abrigarte. No dejas de temblar y te hará mal.

Tiró de mí con más fuerza pero no iba a dejarla ir.

—¡Déjame en paz! No puedo abandonarla.

—Cariño, lo sé. — Mark me habló con mas suavidad. — Se lo doloroso que es para ti, pero...

—¡No! ¡No lo sabes! ¡No sabes absolutamente nada! — Grité. — Vete, por favor. — Sollocé. — Necesito estar para ella. Tengo que cuidarla.

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