Capítulo 29

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Persecución, apuesta y confesiones: Parte I.

El viernes doce de diciembre Demon por fin apareció en clases, me alegró un poco verlo aunque nuestra situación no había cambiado en lo absoluto. Durante todo el tiempo que pasamos en la preparatoria en ningún momento giró a verme, yo por otro lado parecía una acosadora.

Cuando salimos de clases caminé hasta la camioneta de papá, que milagrosamente me había dado por esa semana, ya que había estado cumpliendo con mi castigo al pie de la letra. Ese día hacía un frío infernal, no me extrañaría si esa noche nevaba hasta más no poder y a pesar de usar varias camisas y un sweater sentía que el frío me llegaba hasta los huesos, en verdad necesitaba recuperar mi otro sweater y mi abrigo. Cuando me senté en el puesto del conductor, divisé al otro lado del estacionamiento a Demon que estaba por partir.

Solo me bastó unos segundos para decidir qué haría una locura.

Era momento de quebrantar mi castigo...

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Llevaba más de veinte minutos conduciendo y ya iba en camino hacia el pueblo vecino, esto era una locura, además de una tontería, pero necesitaba saber qué hacía y hacia dónde se dirigía Demon, lo seguí desde que habíamos salido del estacionamiento y a esas alturas no podía retractarme, pasado un tiempo llegamos al pueblo y Demon tomó un cruce hacia la derecha, en todo momento mantuve mi distancia y le rogué a Dios que Demon no me descubriera. Me detuve cerca de un bulevar, ya que lo había perdido de vista, me bajé de la camioneta al fijarme en que su moto estaba aparcada no muy lejos de donde estaba.

Entré a varios comercios tratando de encontrar a Demon, tardé como quince minutos buscándolo, pero no había ni rastro de él.

En el camino tropecé con un hombre grandulón que se asemejaba a un gorila.

—Fíjate por dónde vas niña —gruñó aquel hombre.

Ni loca le respondí, no sabía que hubiese hecho ese grandulón si le hubiese respondido, solo seguí mi camino.

Al final del bulevar había una taberna, era el único lugar en el que no había buscado, me dio algo de temor entrar allí y si mi padre me estuviese viendo ahora mismo estoy más que segura de que le hubiese dado un infarto, pero no podía detenerme ya había llegado hasta allí. Me armé de valor y me adentré al lugar.

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Demon.

Víctor me había dicho que los mareara, que hiciera tiempo mientras él conseguía los refuerzos, pero maldita sea este juego del gato y el ratón estaba comenzando a frustrarme.

—Es tu turno, amigo —el tipo frente a mí, me ofreció un intento de sonrisa amistosa, pero la forma en que masculló "amigo" me decía que no era bienvenido.

Eso me importó poco, ya que a estos imbéciles los estaba usando solo como distracción, pero jugar póker con semejantes idiotas no era nada divertido, arruinaban el juego.

—Claro, voy y doblo —coloqué trescientos dólares en la mesa. El resto de los hombres en la mesa arrugaron sus caras y comenzaron a lanzar sus cartas sobre la mesa, eso me dijo que ya había ganado el juego. Arrogante tomé todo el dinero de la mesa.

—¡Suélteme! —Exclamó una voz cerca de la entrada, maldije para mis adentros no era necesario que mirara hacia la entrada para saber de quién se trataba, podría reconocer su voz hasta en el lugar más bullicioso.

Si me giraba a verla y ella se daba cuenta de mi presencia, todo estaría jodido, porque no solo podría arruinar el plan, sino porque ella tal vez se vería involucrada en la situación y por más que me costaba admitirlo, me preocupaba por ella, debido a que esa chica podía atraer los problemas como el polen a las abejas.

Sweet Peril. (The Sweet #1) [EDITANDO]Where stories live. Discover now