Capitulo 8 Parte 3

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En la pared empezaban a formarse imágenes movibles de personas.

Esas imágenes, tan vibrantes y coloridas como las de personas vivas, cambiaban a menudo. Vio la figura llena de gracia de una mujer bailando en un salón de baile y, a continuación, la de un espadachín que atacaba en un campo. Ambos tenían los ojos dorados característicos de los Weathervane. La bola de la memoria fluía de una escena a otra a medida que los antepasados iban ganando poderes. A juzgar por las arrugas y la edad que mostraban sus rostros, a muchos parecía ocurrirles eso mucho tiempo después de su dieciocho cumpleaños.

Ciardis vio a una mujer con una stolla, un vestido largo estampado atado en la nuca, que jugaba con un niño cerca del mar. La mujer de pronto cayó de rodillas con las manos extendidas sobre la arena. Sus ojos resplandecieron un momento con una luz amarilla tan brillante como el sol y Ciardis supo que, al igual que en los demás casos, acababa de producirse la transición de sus poderes.

Cuando apareció la siguiente escena, Ciardis se acercó a la pared e intentó tocar la imagen movible que parecía muy real a pesar de ser plana. "No son como las proyecciones multidimensionales de Sarah", pensó. "Pero son hermosas".

Cuando tocó la pared, esta ondeó con luz, apartándose de su dedo como las ondas pequeñas de un lago después de arrojar una piedra. Ciardis oyó otro sonido a sus espaldas procedente de la esfera y se volvió rápidamente a investigar, pero antes de terminar el movimiento, una ola de luz y sonido la golpeó con tanta fuerza que se desmayó.

Mientras yacía tumbada en el suelo, soñó con todos los antepasados que le había mostrado la bola de la memoria Weathervane y conoció sus pensamientos, sus hazañas, sus sueños y sus historias. Cuando hubo repasado los recuerdos de todos los antepasados, su mente quedó en blanco. Se movió a la deriva por un éter negro, sin nada delante de ella ni a su alrededor, hasta que empezó a caer.

Cuando despertó, notó tierra debajo de los dedos y una brisa que recorría el aire. Abrió los ojos y allí estaba la mujer a la que había visto en la playa jugando con el niño. Su antepasada. Entonces Ciardis vio donde estaba... o mejor dicho, donde no estaba.

Ya no estaba en la habitación en la que se encontraba antes. El paisaje era plano, oscuro y premonitorio. Se extendía durante millas en cualquier dirección, sin árboles ni edificios a la vista, solo hierba que se mecía gentilmente. "Hasta mi ropa es diferente", pensó sorprendida. Tocó vacilante la stolla suelta de los clanes, que había sustituido al vestido formal de día que llevaba antes.

La mujer rio con gentileza cuando Ciardis la miró con ojos cautos.

—No debes tener miedo de mí, hija —dijo—. Soy tu muchas veces tatarabuela Artis.

Ciardis estaba temblando.

—Yo me llamo Ciardis —dijo.

La otra mujer volvió a reír.

—Que significa "Hija de Artis" en la lengua antigua. Muy apropiado —dio unas palmadas de alegría.

Ciardis, que no sabía eso, sonrió ampliamente y le hizo una reverencia.

—¿Y dónde estamos, lady Artis? —preguntó.

La mujer alzó el brazo para señalar las vastas llanuras.

—Estamos en un recuerdo de mi vida temprana, antes de que me uniera al clan de mi esposo y cambiara todo lo que sabía. Pero lo más importante, estamos en tu mente. Tú has abierto la bola de la memoria ancestral.

Ciardis se lamió los labios.

—Es verdad. He sido aceptada por el Gremio de Compañeros. Mi Caza del Padrino tendrá lugar dentro de dos semanas y todavía no he accedido a mis poderes.

Artis asintió.

—Con nuestras mujeres es así. Aunque no siempre es nuestro camino ser una compañera atada a un lord —continuó con una sonrisa burlona—. Yo fui... soy... una líder guerrera para un clan, además de Consorte.

Ciardis alzó la barbilla, decidida a no amilanarse.

—Puede que eso sea así, mi señora, y yo espero alcanzar un rango así algún día. Pero yo me he criado pobre y huérfana, a menudo sin comida y con muy poca intimidad.

Artis suspiró.

—Sí, tu infancia ha sido desafortunada... y es tu decisión seguir adelante. Pero nos queda poco tiempo. Has visto los recuerdos de las transiciones de tus antepasados, ¿no?

—Sí, los he visto —repuso Ciardis, mirándola a los ojos.

—Muy bien. Ahora te en cuenta que no son más que recuerdos, ni más ni menos. Pero algunas de las visiones pueden serte útiles en el futuro —extendió ambas manos hacia Ciardis con las palmas hacia arriba—. Pon tus manos en las mías.

Cuando sus pieles se tocaron, fue como si dos mentes se fundieran en una sola. Ciardis sintió a Artis revoloteando por su mente y buscando recuerdos en ella. Cuando le preguntó qué hacía, Artis gruñó:

—Esto fortalecerá tus defensas cuando llegue el momento.

Ciardis vio cómo usaban sus antepasadas su poder de ampliación para entrar en el núcleo de sus compañeros elegidos. En el campo de batalla producían enemigos formidables, no solo aumentando el poder de la magia de la otra persona, sino también permitiéndoles afinar mejor sus ataques. Vio una bola de fuego de batalla que alguien sujetaba hasta el momento exacto y lanzaba después sobre el blanco con tanta fuerza y poder que eliminaba a una legión de soldados al explotar. En otra visión vio a una compañera incrementar la cadencia suave y sutil de la voz de un músico que cantaba en una cena que tenía lugar en una casa elegante.

—Ya está, querida —dijo Artis con un susurro cansado después de un rato largo—. He liberado tu don. Esta noche no puedo hacer más. Vuelve a por más lecciones, ¿sí?

Su voz se fue haciendo más suave con cada palabra hasta que ella desapareció del paisaje y Ciardis se alejó también flotando.


Juramento de Crianza (Libro 1 Luz de la Corte en Espanol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora