Capitulo 3, Parte 3

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A partir de aquel momento, el día de Ciardis fue un remolino de movimiento constante. Sarah la tomó por su cuenta y le explicó rápidamente la burocracia y las reglas de vivir en el Gremio de Compañeros.

—En primer lugar, tienes que saber que el Gremio de Compañeros está dirigido por el Consejo de Compañeros. El consejo consiste en siete individuos, cinco hembras y dos varones, todos los cuales son compañeros activos con padrinos bien establecidos.

"¿Compañeros varones? Eso no lo sabía. Me pregunto si los entrenarán para trabajar con mujeres o con hombres", pensó Ciardis, sorprendida.

Mientras caminaban a lo largo del pasillo, observó los hermosos jardines que se veían entre una columnata.

—El Gremio lleva registros detallados de todos los compañeros que están vinculados con un Padrino —continuó Sarah—. Y se les conoce como Compañeros de Padrino. Esos Compañeros de Padrino pueden proporcionarle al Gremio de Compañeros ayuda política y económica para que el Consejo se aventure en algunos terrenos. Nunca se sabe quién puede resultar útil. Quien sea tu padrino determinará lo que seas tú —explicó cuando cruzaban un pasillo ancho de baldosas.

Sacó un manojo de llaves del cinturón e introdujo una en la gran cerradura metálica de una puerta gruesa de madera que había ante ellas. Cuando se abrió la puerta, Ciardis vio un largo pasillo lleno de puertas, presumiblemente habitaciones o salidas a otros pasillos.

—Aquí hay veintiséis habitaciones —dijo Sarah—. Suficientes para todos los reclutas de la lista. Por supuesto, esperamos que nuestros reclutas pasen a la siguiente fase del proceso y se conviertan en aprendices de pleno derecho. Aunque eso lo decidirá el Consejo de Compañeros.

Ciardis asintió.

—Por supuesto.

Se detuvieron en mitad del pasillo, en la habitación Cinco B.

—Este es tu cuarto —dijo Sarah—. El lado este del pasillo está reservado a compañeros reclutas y aprendices sin magia, como tú. Las habitaciones A, situadas en el oeste, están reservadas para aquellos con talentos mágicos.

Ciardis abrió mucho los ojos, sorprendida.

—Pe... pero Serena dijo que eso no era posible. Los compañeros sin magia... —tartamudeó.

—Estoy segura de que no dijo eso —respondió Sarah, con rotundidad—. Tal vez dio a entender que los compañeros con magia tenían más éxito, y tiene razón. Los padrinos prefieren compañeros que sean útiles. Pero eso no quiere decir que no haya algunos padrinos, en particular los que ellos mismos no tienen ese don, que prefieran una compañera que sepa llevar las cuentas, organizar la casa e incluso dar clases a sus hijos.

"Llevar las cuentas, organizar, dar clases", pensó Ciardis.

—Eso no es una compañera, es una esposa —murmuró.

—¿Qué? —preguntó Sarah con brusquedad, abriendo la puerta.

—Nada —se apresuró a decir Ciardis—. Hablaba sola.

Entró en su nuevo aposento detrás de Sarah y miró a su alrededor con ojos muy abiertos. Aquella habitación era más grande que la cocina de la posada de Vaneis. Había una cama con cuatro columnas, un armario, un escritorio, una alcoba para guardar cosas y algo que hizo dar un respingo a Ciardis. ¡Un cuarto de baño anexo! Sarah la siguió mientras Ciardis lo exploraba todo admirada, tocando objetos y mirándolos maravillada.

Cuando miró con aire interrogante las cinco manijas de varios tamaños y formas que había encima del hueco forrado de baldosas que había para bañarse, Sarah le mostró cuál debía girar para tener agua y le explicó los símbolos encima de cada manija: jabón, jabón para el cabello, perfume y limpiador facial.

—Todo esto está muy bien, pero debes saber que tiene un precio —dijo Sarah—. Tienes que ser aceptada como aprendiza y después has de tener éxito en la Caza del Padrino. Solo entonces podrás ser contratada en nombre del Gremio —entrecerró los ojos—. Sea como sea, nos aseguramos de que se pague todo lo que cuesta alimentarte, entrenarte y vestirte. O te cobraremos una suma cuando firmes tu contrato con un Padrino, o tendrás que pagarle al Gremio de Compañeros cuando termines el entrenamiento de compañera.

Aquello sonaba un poco duro. Ciardis asintió sin decir palabra.

Sarah se sentó en la cama y la miró.

—Dime, ¿qué estudiaste en Vaneis? ¿Lo básico? ¿Instrumentos? ¿Idiomas?

Ciardis, avergonzada, negó con la cabeza.

—Solo sé un poco de aritmética, señora, y lavar ropa.

Sarah se frotó los ojos con un suspiro de irritación.

—Oh, querida. Serena tiene fama de dejarse llevar por una cara bonita, pero ni siquiera ella puede ser tan idiota. Debe haber algo que...

Se movió para meterse la mano en el bolsillo y se giró hacia Ciardis con un medallón metálico en la mano.

—¿Sabes por qué soy la jefa de archivadores del Gremio de Compañeros? —preguntó.

Ciardis aventuró tímidamente una respuesta.

—¿Porque sabe leer y escribir muy bien?

—Sí —replicó Sarah con una sonrisa irónica—. También tengo buena memoria y un tacto empático. Ese último rasgo es el que más útil nos resulta en este momento.

Ciardis se mordió el labio inferior y tiró con nerviosismo de su vestido.

—¿Qué es un tacto empático? —preguntó.

Sarah extendió el brazo, le hizo soltar el vestido y lo alisó con la mano.

—Querida, esa es una muestra de nerviosismo que tienes que controlar —dijo con sorna—. La empatía es la habilidad de percibir recuerdos y habilidades. No se suele hacer a través de sensaciones físicas, pero yo solo puedo valorar los recuerdos mediante el tacto. No soy una sanadora mental, soy más bien una visualizadora.

—Bien —murmuró Ciardis.

Sarah asintió.

—Normalmente, eso significa que puedo tocar un libro o un pergamino en la librería y su esencia se imprime en mí. Tendré instantáneamente una vaga idea de su contenido. Es mejor si lo leo, por supuesto. El Gremio de Compañeros descubrió hace poco que también puedo leer visualizaciones humanas para ver cuáles son o cuáles pueden ser sus habilidades.

Apartó un momento la vista.

—Lo probamos con un no humano. Un kialis, que es prácticamente un humano, pero no salió muy bien —hizo una pausa—. De todos modos, puedo decir qué talentos posee una persona, si es que posee alguno. Normalmente es un arte, tal como la habilidad para tocar uno o varios instrumentos o para bailar. O a veces es un don para los números y las cifras. Ese es siempre un favorito entre los nuevos ricos.

Ciardis juntó las manos delante del pecho.

—Entonces puede leerme a mí —comentó con entusiasmo—. Quizá tenga algún talento.

—Sí —repuso Sarah con aprobación—. Siéntate, por favor.


Juramento de Crianza (Libro 1 Luz de la Corte en Espanol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora