Capitulo 6, Parte 1

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ESA MISMA NOCHE, MÁS TARDE, Ciardis estaba sentada ante su escritorio, estudiando. Tenía que repasar todo el material práctico que le había dado Damias.

El tema de las clases prácticas variaba todas las semanas entre lo mundano y lo mágico, cosa que alegraba a Ciardis, pues así nunca sabía lo que habría a continuación. Habían estudiado concentración mental para retención de memoria, cómo proteger la mente...

—Pues toma nota de que tienes que mejorar en eso. A Patricia no le ha costado nada leer en ti hoy —murmuró para sí.

Esa semana tocaban matemáticas, una materia que resultaba interesante a Ciardis.

Damias enfatizaba también la importancia de que pudiera ocuparse de las operaciones de la residencia de su padrino desde el primer día. En ese momento, ella tenía que repasar el libro de cuentas de una casa, el libro en el que se registraban todas las transacciones económicas. Allí estaba todo, desde el mantenimiento general del edificio, con el trabajo de albañilería, el de calafatear y sustituir suelos de madera, hasta la compra de grano para usar en el invierno y las pagas de los miembros del personal. A continuación tenía que revisar los cálculos de lo que costaría tapizar de nuevo todos los muebles de la propiedad, repetir todos los cálculos del comerciante, sumar el total y compararlo con los cálculos del mayordomo principal en busca de errores. Ciardis pensaba que aquellos nobles debían tener unos empleados muy astutos, pues los errores eran astronómicos y, a juzgar por las cifras infladas que veía después de comparar los cálculos de costes del comerciante con las cifras del mayordomo, estaba claro que este último se guardaba una buena suma para sí mismo.

Tardó casi dos horas en terminar las comparaciones y, cuando lo hizo, encendió una lámpara para practicar unos katas sencillos para sus clases de defensa. Trabajaba duro día y noche, no solo para impresionar a Damias y Serena, sino también para asegurarse de que sería elegida por un Padrino.

La idea de la selección atormentaba por igual sus sueños nocturnos y sus pensamientos diurnos. Todavía no se habían manifestado sus poderes de Weathervane y, por muchas veces que releyera la sección del libro que decía que sus poderes llegarían solo después de su dieciocho cumpleaños, suponiendo que llegaran, no podía reprimir la impaciencia. Las dudas nublaban su mente y hacían tensar su vientre de preocupación. Lo peor de todo era que cumpliría dieciocho años solo dos semanas antes de que empezara la Caza del Padrino.

Tenía dos semanas para dominar sus poderes... si es que llegaban. Aquello no resultaba muy tranquilizador.

Se dio cuenta de que la preocupación no le permitía lanzar bien los katas y decidió irse a la cama. Esa noche no podría lograr nada más.

A finales de la semana, durante una de las clases de baile, resultó evidente que Damias notaba que algo iba mal. Ciardis se dio cuenta, pero también parecía evidente que él quería esperar a ver si ella podía superar lo que le preocupaba antes de preguntarle al respecto.

Estaban practicando un baile complicado de cuatro personas. Serena había tenido la amabilidad de proporcionarles parejas fantasmas a los dos.

Cuando Ciardis vaciló por quinta vez bajo la guía impecable de su etérea pareja, Damias, siempre un caballero, hizo señas de que quería cambiar de pareja. Cuando Ciardis y él empezaron a bailar juntos, las parejas fantasmas proporcionadas por Serena se evaporaron como si nunca hubieran estado allí. El baile de cuatro se convirtió en un baile de dos con Damias guiando. Sujetaba alta la mano izquierda de Ciardis y le rodeaba la cintura con el brazo. Iniciaron un baile sencillo de dos pasos y giraron por el salón al ritmo de música mágica de violas. Serena, con su trabajo hecho y sus visiones etéreas evaporadas, había sacado un panfleto y se había puesto a leer.

Ciardis estaba segura de que el baile anterior se había inventado solo para lucir la riqueza de la ropa de los bailarines. Se alegraba de que hubiera acabado. El segundo baile era más relajado. En ciertas partes, cuando el baile requería que dejara de mirar a su compañero, la chica pudo mirar lo que leía Serena. Parecía un panfleto sobre polvos para la cara. "Tendré que preguntarle si puede prestármelo", pensó Ciardis. Y de pronto se dio cuenta de que solo unos meses atrás jamás se le habría ocurrido tal cosa, desear maquillarse y llevar vestidos y joyas. Todo eso habían sido solo fantasías de la imaginación de toda lavandera.

Pero junto con el doloroso deseo de continuar con aquel estilo de vida de lujo, llegó también la casi certeza de que sus poderes no se manifestarían. Eso, a su vez, devolvió el miedo a su mente y, a partir de ese momento, entró en una espiral emocional de caída libre.

—Lo has hecho bien —dijo Damias con una risita cuando terminó el baile—. Pero tienes que aprender a concentrarte en lo que dice tu pareja con su cuerpo. Cuando hagas, eso sabrás hacia dónde debes girar.

—Lo sé —contestó Ciardis—. Pero es muy difícil leer las pistas de mi pareja cuando esta es solo una forma fantasmal.

Damias sonrió.

—Si puedes aprender a dominar los bailes con una pareja visual que no tiene presencia física, podrás leer sin problemas las señales de una pareja de verdad.

Ciardis asintió y se preparó para la siguiente serie de instrucciones de baile. Mientras Damias las demostraba agitando las manos y con movimientos fluidos, Ciardis intentó fingir una sonrisa, pero cuando él se volvió hacia ella, una lágrima silenciosa traicionó los sentimientos de la chica.

Damias frunció el ceño y bajó las manos.


Juramento de Crianza (Libro 1 Luz de la Corte en Espanol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora