Capitulo 5, Parte 1

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CUANDO CIARDIS SE DESPERTÓ, encontró a una desconocida atareada en su habitación.

—¡Arriba, dormilona! —dijo la mujer, animosa, quitándole el polvo al armario.

Ciardis se incorporó con un sobresalto y se frotó los ojos con cuidado. Miró con el ceño fruncido a la mujer, que llevaba lo que era claramente un uniforme de doncella y blandía un palo con un grupo de plumas atadas en un extremo.

—¿Qué está haciendo? —preguntó con curiosidad.

La mujer le lanzó una mirada divertida.

—Obviamente, estoy limpiando el polvo —contestó.

Ciardis decidió no hacer más preguntas y sacó los pies por el borde de la cama.

—En los jardines comunales tiene el desayuno —dijo la mujer.

—Gracias —repuso Ciardis—. ¿Cómo llego allí?

—Al salir por la puerta, gire a la derecha, baje por el pasillo, gire a la izquierda, baje la escalera de caracol y saldrá justo a los jardines. No tiene pérdida.

Ciardis se vistió y siguió sus indicaciones, así como el aroma que la llevó directamente a la mesa cargada con el desayuno. Mientras caminaba hacia él, admiró la belleza de lo que la rodeaba. La distribución del jardín seguía un patrón de cuadrantes, con hierba muy cortada y piedras pequeñas marcando los límites. Un seto alto rodeaba todo el jardín, con excepción de una larga apertura situada enfrente de la escalera.

Ciardis tomó fruta fresca y pan frito y se acercó a la apertura que había en el seto. Bajó la vista hacia la playa que había visto el día anterior y lanzó un respingo al contemplar la vista sorprendente de las olas color turquesa lamiendo la arena. Después de un rato, regresó a la mesa y eligió la silla más próxima al océano.

Una chica con trenzas gruesas que le cruzaban la cabeza y le caían por la espalda, se reunió con ella en la mesa poco después.

—Hermoso, ¿verdad? —preguntó.

—Sí —repuso Ciardis con suavidad—. Sí que lo es.

—Por mucho tiempo que pase aquí, sé que nunca me cansaré de esta vista —dijo la chica—. Soy Terris, me patrocina Vera —dijo, tendiéndola la mano a Ciardis.

Esta la miró sorprendida y le estrechó la mano. Reconocía el nombre de su patrocinadora, la mujer a la que Serena había llamado bruja.

—Ciardis, patrocinada por Serena —dijo—. ¿Tú eres de las Islas del Verano?

—Sí —Terris sonrió con timidez—. Sabes que mi patrocinadora odia a la tuya, ¿verdad?

—Esa impresión me dio —repuso Ciardis, diplomática. Mordisqueó un trozo de pan.

Las dos se miraron y se echaron a reír. Empezaron a hablar y casi no se dieron cuenta cuando otras chicas se unieron a ellas. Su conversación se prolongó hasta que el sonido de una campana recorrió los jardines.

Una mujer se puso en pie en la cabecera de la mesa, esperando claramente la atención de las demás. Después de unos minutos de espera, dijo:

—Bienvenidas al Gremio de Compañeros, jóvenes reclutas. Vuestras clases empezarán en cinco minutos. Podréis reuniros con vuestras patrocinadoras en el salón principal.

Las reclutas se pusieron en pie de inmediato para ir al salón principal. En cuanto Ciardis vio a Serena, lo primero que preguntó fue:

—¿Cuál es la diferencia entre un cónyuge y un consorte?

En cuanto lo hubo dicho, se llevó una mano a la boca. Había estado pensando en ello toda la noche, pero no había sido su intención soltarlo así de pronto. Por fortuna, Serena parecía divertida.

—Buena pregunta. Veo que te has puesto manos a la obra de inmediato. Camina conmigo.

Salieron del gran salón a un sendero estrecho que conducía a la playa.

—Una consorte es una pareja contractual. Tiene el mismo poder y rango que el esposo. Si tú eres reina consorte, eres mucho más que solo reina. Un cónyuge, por otra parte, es un esposo o una esposa. Solo tiene el poder que su pareja quiera delegar en él. Un consorte mantiene el mismo poder que su pareja, sin restricciones.

—¡Oh! —exclamó Ciardis—. Eso suena bastante complicado.

—Lo es —repuso Serena—. Pero en situaciones en las que una compañera esté siendo considerada para el rango de consorte o incluso de esposa, el Gremio de Compañeros la asesorará sobre la estructura de la relación y el acuerdo contractual que debe cumplir —movió una mano delicada en el aire—. Pero basta de esas cosas por ahora. Eso todavía queda muy lejos en tu futuro —dio unas palmadas con entusiasmo—. Serena me ha dicho que eres una Weathervane largo tiempo perdida. ¡Lo sabía!

"¿Y por eso me llamaste ilegítima cuando veníamos hacia aquí?", pensó Ciardis.

—Querida mía, eso lo cambia todo —dijo Serena, sin percatarse del silencio de la chica y dando vueltas de contento.

—¿En qué sentido? —preguntó la chica—. Es decir, conozco la historia de mi familia, pero normalmente el don de una chica tarda tiempo en manifestarse, ¿verdad? Ninguna de mis antepasadas hembras pudo amplificar magia antes de cumplir los dieciocho años.

Serena dejó de girar alrededor de sí misma.

—Has estado estudiando. Eso está muy bien —la miró con un dedo en los labios.

A Ciardis no le gustó que le hablara como a una niña pequeña, pero se contuvo una vez más.

—Oye, esto va así —dijo Serena, con un tono de voz pragmático—. Ahora que sabemos que tienes un talento, y el tuyo además es uno muy raro, o serás aceptada automáticamente como compañera aprendiza y aceleraremos tus clases para prepararte para tu ceremonia de presentación en la Caza del Padrino, o empezaremos a informar a posibles padrinos del don tan único que tienes.

Serena juntó las manos en una palmada.

—La asistencia será espectacular. Todo el mundo querrá ver a la nueva Weathervane... especialmente los magos.

Ciardis sonrió débilmente. Estaba entusiasmada, desde luego que sí, pero no pudo evitar recordar a todos los antepasados mencionados en el libro cuyos dones no se habían manifestado nunca. ¿Qué ocurriría si le pasaba eso a ella?

—Ahora, antes de la Caza del Padrino, tendrás que —Serena empezó a contar con los dedos— tomar clases de baile, de defensa, de modales y clases prácticas. Contrataré a un mago de transferencia para que te pase también el idioma Sahalian. Esas clases serán cruciales para que tengas éxito en la Caza del Padrino. Tienes que impresionar a los posibles candidatos con tu compostura. ¿Cuáles son tus atributos personales? —preguntó con una sonrisa.



Juramento de Crianza (Libro 1 Luz de la Corte en Espanol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora