Capitulo 8 Parte 1

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CIARDIS TUVO MUY POCOS DÍAS libres de clases con Damias y lady Serena. Con el comienzo de la Caza del Padrino pocos días después, los dos se habían mostrado inflexibles en que debía practicar todo lo posible. Y cuando tenía tiempo libre de las clases, todavía tenía que estudiar la historia y el entorno de sus posibles padrinos. Ese día estaba sentada en la biblioteca con la cabeza apoyada en la palma de la mano mientras leía y buscaba de vez en cuando en el diccionario que tenía al lado la definición de una palabra particularmente difícil.

En esa ocasión estaba estudiando la historia y las obras de la familia del genera Barnaren. Una familia militar de Principas Vale, una región al oeste de Sandrin conocida por sus muchos olivares. Una familia que había dirigido muchas campañas militares del Imperio, incluidas las pequeñas escaramuzas que tenían lugar ahora en el norte.

Ciardis sonrió cuando vio el retrato del general. Se fijó especialmente en los ángulos duros cincelados de su rostro y en sus ojos de un gris tormentoso. Era más viejo que los demás candidatos y le sacaba más de veinte años a ella, pero del Comandante General del Ejército Imperial no se podía esperar otra cosa. Tenía poderes relacionados con los conjuros del fuego, y lord Cannon, el padrino de lady Serena, era su lugarteniente. El general Barnaren había llegado a conjurar lobos rojos gigantes de fuego para que lucharan a su lado en la batalla.

Ciardis siguió leyendo y se preguntó por qué no habría tomado él todavía esposa. A sus treinta y siete años, lo más prudente para él era tener una familia y asegurarse un heredero, teniendo en cuenta la enorme extensión de tierra que dominaba su familia en Principas Vale. Pero cuando pasó la página, descubrió que sí había estado casado con una sanadora de grandes habilidades que había muerto en la batalla de Marin Ridge.

Debajo de ese texto, había un bolsillo que contenía una nota con la inscripción: "Solo para los ojos del Gremio de Compañeros".

Ciardis lo abrió con curiosidad, pues pensó que, si estaba en la carpeta, era porque también debía ser para ella.

"De Sarah, archivadora jefe del Gremio de Compañeros.

En un esfuerzo por preparar a la aprendiza de compañera Ciardis Weathervane (nacida Vane hasta que llegue su 18 cumpleaños y la aprobación del Gremio de Talentos) he hablado con el archivador jefe de la familia de Principas Vale.

El general Barnaren no busca solo una compañera, sino también una esposa que pueda darle al menos un hijo de cada sexo en un periodo de tres años. Eso es para asegurar la continuidad de su linaje y la continuidad del camino de su espíritu mágico en el caso de que muera en la batalla.

Con estas estipulaciones, si Ciardis quiere considerarlo como padrino en potencia, tiene que estar preparada para someterse a un análisis de salud y una valoración de fertilidad por parte de una matrona Sahalian".

Había también una segunda nota en una hoja separada.

"Arten Simas, Archivador de Principas Vale.

Después del nacimiento del primer hijo, la compañera del general Barnaren recibirá el estatus y el estipendio anual de cinco veces el estipendio inicial acordado, tierras de su elección en Principas Vale y la libertad de desposarse con un compañero apropiado de su elección".

Ciardis se recostó en la silla y se puso a pensar. Allí había mucho que considerar. Por lo que sabía, era raro que una compañera se casara con otro que no fuera su padrino, suponiendo que eligieran casarse entre ellos. Necesitaba pensar en todas las responsabilidades que asumiría como esposa y señora de una mansión, o incluso de múltiples mansiones en una zona tan grande como Vale, y sabía que su padrino necesitaría de sus poderes de ampliación en más de un sentido. No obstante, antes de empezar a estudiar las propuestas de los padrinos, no había pensado nunca en dar a luz. Al menos hasta que fuera más mayor... mucho más mayor. Frunció el ceño y decidió comentar el asunto con lady Serena más tarde. Se levantó y estiró bien los brazos. Había pasado toda la mañana en la biblioteca.

Para su sorpresa, en cuanto se puso en pie, lady Sarah dobló la esquina.

—Hola, Ciardis —dijo la archivista, cuyo cabello lucía mechas de un tono verde brillante.

Ciardis murmuró una respuesta cortés. Sarah miró el montón de documentos que había sobre la mesa: árboles genealógicos que se remontaban a muchas generaciones, carpetas de padrinos en potencia, compilaciones de los famosos Magos de Madrassa e historias de las familias nobles de Sandrin, Principas y Vaneis. Sonrió a Ciardis con ironía.

—Recuerdo las largas noches que pasé estudiando para mi elección. Una resma tras otra de fechas de nacimientos, muertes y mecenazgos familiares —se estremeció con delicadeza.

Ciardis la miró con curiosidad.

—¿Y qué padrino eligió al final?

Sarah enarcó una ceja y sonrió.

—Los rechacé a todos.

Ciardis dio un respingo y abrió mucho los ojos, sorprendida.

—¿Por... por qué? —tartamudeó.

—Ya tenía el mejor trabajo del mundo y ninguna de las bibliotecas de mis padrinos potenciales podía compararse con esta ni de lejos —Sarah señaló con un gesto de la mano la hermosa biblioteca de múltiples pisos. Estaba construida en gran parte en arce y barnizada con un brillo suave—. ¿Cómo podría haber renunciado a esto? —preguntó, casi para sí misma.

Ciardis la miró fijamente y se preguntó si encontraría alguna vez algo que amara tanto como amaba Sarah su profesión elegida. Quizá...

—Pero basta de reminiscencias sentimentales. Recoge tus cosas y ven conmigo. ¡Rápido, rápido! —añadió Sarah. Ciardis hizo lo que le decía y poco después tenía dos pergaminos debajo del brazo y una cartera llena de libros atada con cintas a la espalda.

—Esta noche es tu dieciocho cumpleaños —dijo Sarah cuando salían de la biblioteca—. Y faltan menos de dos semanas para tu Caza del Padrino.

Ciardis asintió. Tragó saliva. Intentaba no pensar en aquello.

—Sí, mi señora —dijo. Iba caminando detrás de ella esquivando a las sirvientas que corrían en todas direcciones con los brazos llenos de adornos florales, bultos de ropa bonita y algo que se parecía sospechosamente a una tarta muy alta.

Sarah asintió, sacó una esfera pequeña del bolsillo de su vestido y entraron en una habitación cuadrada situada en el lado opuesto del palacio al de la biblioteca. 


Juramento de Crianza (Libro 1 Luz de la Corte en Espanol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora